Una teoría mantiene que el último rey visigodo, don Rodrigo, murió en Murcia y no en Guadalete
Referencia. El poema de Fernán González, datado en 1255, también menciona la batalla de Sangonera.
El célebre rey don Rodrigo, último monarca visigodo, murió en cruenta batalla en el Campo de Sangonera, después de que Cartagena se convirtiera en la primera ciudad conquistada por los árabes en la Península». Así de contundente sonó la voz del viejo catedrático ante un auditorio tan sorprendido como fascinado por la nueva tesis. Y bien podría ser verdad o, cuando menos, no exenta de argumentos.
A grandes rasgos, el relato admitido hasta ahora recuerda que, tras la muerte del rey visigodo Witiza en 710, el trono se disputó en desigual batalla entre sus hijos y otro noble, don Rodrigo, quien consiguió la Corona. El Conde don Julián, encargado hasta entonces de frenar desde su feudo en Cádiz o Ceuta a los musulmanes del Norte de África, pactó la invasión de la Península, facilitando la toma de Algeciras a manos de Tariq.
Don Rodrigo, en lucha contra los vascones en Pamplona apenas logra reunir un ejército para contrarrestar el ataque. Los hijos de Witiza le ofrecen su ayuda, que luego devendría en traición cuando lo abandonaron a su suerte en el campo de batalla. De don Rodrigo nunca más se supo. Aquella batalla, denominada de Guadalete, junto al río gaditano, sucedió entre el 19 y el 26 de julio de 711. Desde ese instante, nada frenaría la caída del ya fracturado imperio visigodo.
Durante siglos nadie discutió esta teoría, a pesar de que la localización exacta de la batalla varía según los autores. Pero otra hipótesis traslada la acción hasta el Campo de Sangonera. Y lo cierto es que no resulta una propuesta novedosa porque se conoce desde hace 8 siglos.
La Primera Crónica General de España, que ordenó compilar el Rey Alfonso X el Sabio, situaba en dos escenarios distintos la derrota de don Rodrigo. El primero de ellos era el río Guadalete. Pero, a renglón seguido, la Primera Crónica advertía de que «algunos dicen que fue esta batalla en el campo de Sangonera, que es entre Murcia y Lorca».
Durante siglos, esta segunda opción fue relegada hasta que surgieron nuevos datos que apuntalaron su autenticidad. Sucedió en 1989 y la idea no fue esbozada por cualquiera. Ni tampoco en un foro sin prestigio. Al contrario: la tesis sirvió como base para el discurso de ingreso del eminente filólogo Joaquín Vallvé en la Real Academia de la Historia el día 2 de abril de aquel año.
Vallvé mantenía que determinados nombres de lugares citados en las fuentes árabes acerca de esta contienda pueden corresponder a topónimos murcianos. La al-Buhayra o al-Lakk podría identificarse «con La Albufera o Mar Menor o mejor aún, con la laguna o albufera que rodeaba la misma ciudad de Cartagena por el noroeste, origen del Almarjal medieval y moderno. El Wadi-l-Tin puede ser el río Guadalentín o Sangonera».
El erudito Vallvé añadía que el término al-Sawaqi, las acequias, que citara el poeta del siglo XIII Al-Qartachanni, podría corresponder a las acequias que regaban la huerta de Murcia. Y la Qartachanna conquistada por los árabes podría referirse a la ciudad de Cartagena y no a la antigua Carteya de la bahía de Algeciras.
Batalla. Antiguo grabado sobre la célebre batalla de Guadalete.
Si consideramos correcta esta propuesta, resultaría más lógica la firma del posterior Pacto de Teodomiro, las capitulaciones de la antigua provincia Cartaginense entonces renombrada en árabe Tudmir, donde no se menciona la ciudad de Cartagena, siempre según Vallvé, «porque fue conquistada por las armas y, por tanto, quedaba incluida en el régimen de capitulación incondicional o forzosa». De esta forma, el desembarco se efectuó en las costas murcianas y la primera ciudad ocupada por los árabes fue Cartagena.
Sanguinaria
Existen otros argumentos que refrendarían esta teoría. El Libro de los Países, obra del geógrafo árabe Yaqut al-Hamawi, propone el itinerario idóneo para viajar desde África la Península Ibérica. En una embarcación era posible cruzar desde las costas africanas «en un día y una noche hasta arribar al país de Tudmir. Es una comarca extensa y próspera con dos ciudades. Una se llama El Campamento y la otra, Lorca».
La controversia mantiene toda su actualidad. Apenas hace unos meses, el catedrático de Estudios Árabes y miembro de la Real Academia de la Historia, Serafín Fanjul, retomaba la cuestión desempolvando las teorías de Vallvé. Lo hizo en un diario nacional, ABC, en la destacada página tercera. Sin asumirlas en su totalidad, Fanjul sí señalaba «la inconsistencia de las noticias y de la verdad oficial admitida en torno a la conquista árabe».
La historia del topónimo Sangonera también encierra cierto misterio. Para algunos autores, deriva esta voz de un histórico combate acontecido en esos parajes. Es el caso del Licenciado Cascales, quien en su célebre obra Discursos Históricos, aclara en 1614: «Pusiéronse en una vega muy llana, que hoy se llama Sangonera, por la sanguinaria batalla que allí se dio....».
Otros indican que el término se acuñó tras la batalla protagonizada por Fernando III el Santo y Mohamed Ben Hud. Incluso algunos señalan una especie de planta, de savia roja e idónea para curar las hemorragias, como origen del topónimo. Sea como fuere, solo el descubrimiento de nuevas fuentes podría despejar las dudas, más que razonables, que existen sobre la cuestión.
@ANTONIO BOTÍAS/La Verdad.es