Los cadáveres fueron inhumados boca arriba y orientados al sur
Yacimiento. Elena Sintes y Joana Maria Gual recuperan los restos del primer esqueleto humano - Gemma
Las excavaciones de urgencia que la empresa Patrimoni Cultural i Arqueològic (PAC) realiza en la necrópolis descubierta recientemente en la Cuesta de Ronda, en Maó, han permitido de momento la recuperación de uno de los tres esqueletos humanos que se han localizado en la zona, que corresponde a un niño de 5 a 7 años. Los trabajos se realizan bajo la supervisión del Servei de Patrimoni de la institución insular.
Elena Sintes, arqueóloga especialista en restos humanos de PAC, y Joana Maria Gual, arqueóloga y jefa del Servei de Patrimoni, realizaron durante la jornada de ayer los trabajos de extracción del primer esqueleto humano, que perteneció a un individuo de edad infantil, tal y como delata la maduración de la estructura ósea y de la dentadura. Los restos no pudieron recuperarse en su integridad, puesto que no se localizó el brazo izquierdo, cuya pérdida puede explicarse por la degradación del talud excavado cuando se construyó la carretera. El lunes se reemprenderán los trabajos para extraer el segundo esqueleto, que también corresponde a un niño. Por otra parte, hay restos de un tercer esqueleto, aunque posiblemente se dejará en la zona debido a la poca cantidad de huesos conservados, según señala Elena Sintes.
Necrópolis
La arqueóloga asegura que la aparición de los tres esqueletos humanos constituyó una sorpresa, puesto que no se tenía conocimiento de la existencia de una necrópolis en la zona. Los restos humanos se han localizado a una profundidad de unos cuatro metros, al haber quedado visibles gracias al corte transversal del terreno realizado para la construcción de la Cuesta de Ronda. Sintes señala que en una época indeterminada debió materializarse una aportación de tierra sobre la superficie en la que fueron enterrados los tres cuerpos, que habrá sufrido una transformación sustancial desde el momento en que fueron inhumados, puesto que la profundidad habitual para las sepulturas en fosa oscila entre un metro y metro y medio.
Los esqueletos se encuentran en posición de cúbito supino, es decir, boca arriba, con la cabeza orientada al sur y los pies hacia el norte. Esta circunstancia propicia un amplio abanico de posibilidades para conocer la filiación cultural e histórica de los individuos enterrados, ya que pueden datar de época romana, medieval o moderna (que no contemporánea). No obstante, la colocación de los cuerpos descarta que fueran individuos islámicos. Las pruebas de datación del carbono 14 permitirán conocer con mayor exactitud la antigüedad de los tres niños enterrados en esta zona, ante la falta de materiales y fragmentos de cerámica que permitan contextualizar el hallazgo.
@Toni Seguí , Maó/Menorca.info
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