Edith Warthon peregrinó dos veces a Santiago. En la segunda, en el año 1927, pasó por la «misteriosa» villa del Cristo
Es posible que la edad de la inocencia, al margen de un estado al que siempre regresa la melancolía, sea para la mayoría el recuerdo de una película de Martin Scorsese que pronto cumplirá 20 años. Detrás había un soberbio libro publicado en 1920 y que un año más tarde recibiría el Premio Pulitzer, de la escritora Edith Warthon. Para algunos, una de las grandes figuras de la historia de la literatura estadounidense.
Claro que todo esto es más o menos conocido. Pero hay nuevos datos sorprendentes. Salieron a la luz el lunes, durante la presentación del libro A idade da inocencia por parte de Marta González, secretaria xeral de Igualdade: se trata del duodécimo volumen de la colección de su departamento titulada As letras das mulleres , acompañada de un representante de la editorial Sotelo Branco y de Patricia Fra López, profesora de Literatura Norteamericana en la Universidade de Santiago y, como especialista en la materia, autora del prólogo de la obra.
Fue precisamente Fra quien dio a conocer la conexión gallega de la escritora, gracias a los dos viajes a Santiago, como peregrina, que realizó en 1925 y 1927. No a pie, sino en automóvil, y con pretensiones de apuntes de viaje. Es en su segundo periplo donde aparece la referencia a Fisterra. En concreto, al «solitario y misterioso punto de Finisterre», y aclara a continuación, en español, a qué se refiere: «Nuestra Senora de Finibus Terrae».
La descripción puede leerse en algunos libros, como por ejemplo A Blackward Glance , de la propia Warthon, pero no es mucho lo que se ha publicado, o al menos conocido. Fra extrajo esta información de la biografía de Hermione Lee (aunque hay más), y se interesó por ella. Tanto, que el próximo mes acudirá a Yale (en esta prestigiosa universidad de Connecticut, Edith fue la primera mujer nombrada doctora honoris causa) para analizar los manuscritos que dejó de su viaje, y de ese modo conocer más detalles de sus periplos gallegos.
La escritora detalle someramente una ruta que empezó en Saint Jean Pied de Port, siguió hacia Jaca y Roncesvalles, se adentró por Eunate, Logroño, Estella, Puente La Reina, Burgos, Frómista, Carrión de los Condes, Sahagún, León y siguió hacia el norte. Desde Oviedo se encaminó hacia A Coruña (califica las carreteras asturianas y gallegas como «todavía medievales»), y desde ahí se encaminó a ese solitario y misterioso punto de Fisterra, entre «montículos y baches». Un lugar, dice, al que según ya «saben» los lectores de la Leyenda Dorada , «llegó en barca de piedra» el apóstol desde Palestina. La visita, sugiere, le produjo una gran impresión.
Es posible que la edad de la inocencia, al margen de un estado al que siempre regresa la melancolía, sea para la mayoría el recuerdo de una película de Martin Scorsese que pronto cumplirá 20 años. Detrás había un soberbio libro publicado en 1920 y que un año más tarde recibiría el Premio Pulitzer, de la escritora Edith Warthon. Para algunos, una de las grandes figuras de la historia de la literatura estadounidense.
Claro que todo esto es más o menos conocido. Pero hay nuevos datos sorprendentes. Salieron a la luz el lunes, durante la presentación del libro A idade da inocencia por parte de Marta González, secretaria xeral de Igualdade: se trata del duodécimo volumen de la colección de su departamento titulada As letras das mulleres , acompañada de un representante de la editorial Sotelo Branco y de Patricia Fra López, profesora de Literatura Norteamericana en la Universidade de Santiago y, como especialista en la materia, autora del prólogo de la obra.
Fue precisamente Fra quien dio a conocer la conexión gallega de la escritora, gracias a los dos viajes a Santiago, como peregrina, que realizó en 1925 y 1927. No a pie, sino en automóvil, y con pretensiones de apuntes de viaje. Es en su segundo periplo donde aparece la referencia a Fisterra. En concreto, al «solitario y misterioso punto de Finisterre», y aclara a continuación, en español, a qué se refiere: «Nuestra Senora de Finibus Terrae».
La descripción puede leerse en algunos libros, como por ejemplo A Blackward Glance , de la propia Warthon, pero no es mucho lo que se ha publicado, o al menos conocido. Fra extrajo esta información de la biografía de Hermione Lee (aunque hay más), y se interesó por ella. Tanto, que el próximo mes acudirá a Yale (en esta prestigiosa universidad de Connecticut, Edith fue la primera mujer nombrada doctora honoris causa) para analizar los manuscritos que dejó de su viaje, y de ese modo conocer más detalles de sus periplos gallegos.
La escritora detalle someramente una ruta que empezó en Saint Jean Pied de Port, siguió hacia Jaca y Roncesvalles, se adentró por Eunate, Logroño, Estella, Puente La Reina, Burgos, Frómista, Carrión de los Condes, Sahagún, León y siguió hacia el norte. Desde Oviedo se encaminó hacia A Coruña (califica las carreteras asturianas y gallegas como «todavía medievales»), y desde ahí se encaminó a ese solitario y misterioso punto de Fisterra, entre «montículos y baches». Un lugar, dice, al que según ya «saben» los lectores de la Leyenda Dorada , «llegó en barca de piedra» el apóstol desde Palestina. La visita, sugiere, le produjo una gran impresión.
De ahí bajó a Padrón, y después, hasta Santiago. Tal vez cuente más Fra, tras su investigación en Yale.
@S.Garrido/La Voz de Galicia
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