Los sótanos del Museo de León custodian más de 30.000 piezas que recorren la película de la historia artística, cultural y antropológica de la provincia
Tan sólo el 10% de los tesoros puede verse. El resto, más de 30.000 piezas, está guarecido en los sótanos del museo, esperando su tiempo, si bien el destino de la mayoría es permanecer en la oscuridad de la clausura.
Las «criptas» del Museo de León en Pallarés son salas que, si bien desconocidas, tienen una importancia capital para el centro. Y la razón de que muchos de los tesoros que acogen no se expongan se debe en muchas ocasiones a que se trata de piezas reiterativas, no a que su valor sea inferior. Y es que las salas sólo exponen cuatro mil teselas del mosaico artístico y arqueológico de León. El resto -”óleos, cerámicas, vidrios, lápidas, armaduras....-” siguen en cajones acondicionados para que ni la humedad ni el tiempo los deshagan.
El almacén de Pallarés tiene dos grandes secciones, una de orgánicos (madera y óleo principalmente) y otra de inorgánicos, que acoge los metales, la cerámica y el vidrio. Además, en estas salas están los hallazgos de todas las excavaciones arqueológicas que se han realizado en León. Es decir, los sótanos esconden huellas de la historia de la provincia desde el Paleolítico inferior.
Entre las colecciones más desconocidas de Pallarés está la de pintura. En los peines del museo hay un centenar de cuadros, algunos de ellos de gran valor, como un retrato de Isabel II .
Uno de los espacios más importantes es el almacén de sensibles. Esta sala tiene una tasa de humedad de tan sólo el 20% y en ella se conservan las piezas más delicadas del museo. En estos momentos, da cobijo a monedas, pinturas romanas de Astorga, una tubería de Lancia o los dientes encontrados en la cueva de Arintero. Junto a ella se encuentra la habitación de la cuarentena, el lugar que impide que la carcoma, las esporas o los hongos de los recién llegados contagie al resto. Fue precisamente aquí donde pernoctó durante cuarenta días el «Tiziano» de Sahagún, y ahora está a la espera de recibir nuevos inquilinos.
En «compactus». La mayor de las salas de Pallarés es sin duda la de inorgánicos. Allí están los grandes «compactus» del museo, los armarios que custodian cerámicas romanas, medievales, joyas, monedas, mosaicos y restos de los yacimientos de León y allí están, a la espera de ser estudiados, los muertos de Marialba de la Ribera o los hallazgos de La Muela, en Valencia de Don Juan.
Otro de los imprescindibles del centro es la sala de restauración, el lugar donde, por ejemplo, se acaba de rehabilitar la Cruz Procesional que la Junta adquirió hace algunos meses en la casa de subastas Fernando Durán y que en breve se exhibirá. A este «hospital» llegan las piezas a través de un carril grúa que comunica los dos montacargas del museo -”el interior y el de la calle-”. De esta manera, se trasportan piezas que, en algunos casos, superan los mil kilos de peso y que de otra manera correrían el riesgo de ser dañadas. Una de las particularidades de este sistema -”que han copiado varios museos españoles-” es que permitió trasladar hasta su ubicación actual las estelas funerarias que componen el conjunto lapidario del museo.
El director del museo, Luis Grau, destaca que muchas de las piezas del centro están depositados en otros contenedores de la provincia. Es el caso del museo del Bierzo, del romano de Astorga, del museo de Cacabelos o del recién creado museo del Castillo de Valencia de Don Juan. Además, y desde la creación del museo sefardí de Toledo en el año 1967, dos de las estelas funerarias hebreas descubiertas en Puente Castro se exponen en la capital manchega. Asimismo, hay que destacar que Pallarés cede de manera habitual piezas a otros museos para la celebración de exposiciones temporales. Por poner un ejemplo, acaban de regresar de Murcia un tablero de marfil y un Virgen gótica.
@Cristina Fanjul/Diario de León.es
Tan sólo el 10% de los tesoros puede verse. El resto, más de 30.000 piezas, está guarecido en los sótanos del museo, esperando su tiempo, si bien el destino de la mayoría es permanecer en la oscuridad de la clausura.
Las «criptas» del Museo de León en Pallarés son salas que, si bien desconocidas, tienen una importancia capital para el centro. Y la razón de que muchos de los tesoros que acogen no se expongan se debe en muchas ocasiones a que se trata de piezas reiterativas, no a que su valor sea inferior. Y es que las salas sólo exponen cuatro mil teselas del mosaico artístico y arqueológico de León. El resto -”óleos, cerámicas, vidrios, lápidas, armaduras....-” siguen en cajones acondicionados para que ni la humedad ni el tiempo los deshagan.
El almacén de Pallarés tiene dos grandes secciones, una de orgánicos (madera y óleo principalmente) y otra de inorgánicos, que acoge los metales, la cerámica y el vidrio. Además, en estas salas están los hallazgos de todas las excavaciones arqueológicas que se han realizado en León. Es decir, los sótanos esconden huellas de la historia de la provincia desde el Paleolítico inferior.
Entre las colecciones más desconocidas de Pallarés está la de pintura. En los peines del museo hay un centenar de cuadros, algunos de ellos de gran valor, como un retrato de Isabel II .
Uno de los espacios más importantes es el almacén de sensibles. Esta sala tiene una tasa de humedad de tan sólo el 20% y en ella se conservan las piezas más delicadas del museo. En estos momentos, da cobijo a monedas, pinturas romanas de Astorga, una tubería de Lancia o los dientes encontrados en la cueva de Arintero. Junto a ella se encuentra la habitación de la cuarentena, el lugar que impide que la carcoma, las esporas o los hongos de los recién llegados contagie al resto. Fue precisamente aquí donde pernoctó durante cuarenta días el «Tiziano» de Sahagún, y ahora está a la espera de recibir nuevos inquilinos.
En «compactus». La mayor de las salas de Pallarés es sin duda la de inorgánicos. Allí están los grandes «compactus» del museo, los armarios que custodian cerámicas romanas, medievales, joyas, monedas, mosaicos y restos de los yacimientos de León y allí están, a la espera de ser estudiados, los muertos de Marialba de la Ribera o los hallazgos de La Muela, en Valencia de Don Juan.
Otro de los imprescindibles del centro es la sala de restauración, el lugar donde, por ejemplo, se acaba de rehabilitar la Cruz Procesional que la Junta adquirió hace algunos meses en la casa de subastas Fernando Durán y que en breve se exhibirá. A este «hospital» llegan las piezas a través de un carril grúa que comunica los dos montacargas del museo -”el interior y el de la calle-”. De esta manera, se trasportan piezas que, en algunos casos, superan los mil kilos de peso y que de otra manera correrían el riesgo de ser dañadas. Una de las particularidades de este sistema -”que han copiado varios museos españoles-” es que permitió trasladar hasta su ubicación actual las estelas funerarias que componen el conjunto lapidario del museo.
El director del museo, Luis Grau, destaca que muchas de las piezas del centro están depositados en otros contenedores de la provincia. Es el caso del museo del Bierzo, del romano de Astorga, del museo de Cacabelos o del recién creado museo del Castillo de Valencia de Don Juan. Además, y desde la creación del museo sefardí de Toledo en el año 1967, dos de las estelas funerarias hebreas descubiertas en Puente Castro se exponen en la capital manchega. Asimismo, hay que destacar que Pallarés cede de manera habitual piezas a otros museos para la celebración de exposiciones temporales. Por poner un ejemplo, acaban de regresar de Murcia un tablero de marfil y un Virgen gótica.
@Cristina Fanjul/Diario de León.es