LA LEYENDA MADRILEÑA DE LA CALLE DEL BONETILLO

Ayer le comenté a una estimada +Hermana que de vez en cuando podriamos subir al blog leyendas de las calles madrileñas, que las hay muchas y variadas, recordando que en un principio este blog nació como sucesor del antiguo foro de la antigua y decana, (fue la primera entre todas las que hoy existen en la capital) Encomienda Templaria de Madrid.

Hoy vamos a subir una a la que tenemos que decir que cualquier parecido con la realidad de alguna persona conocida es pura coincidencia, (ojo, que aunque pensamos que la casualidad no existe, hay quien dice que es la firma anónima de Dios cuando no quiere firmar con su nombre).

LA LEYENDA DE LA CALLE DEL BONETILLO



El bonetillo era un sombrero que llavaban los jóvenes pudientes en tiempos de Felipe II. Uno de estos jóvenes era el arrogante y pendenciero sacerdote de la cercana Iglesia de Santa Cruz, Juan Enriquez. Hombre de muchas mujeres y aficionado a los duelos, habia matado a un marido engañado con el que se batió, pocos días antes de los sucesos que vamos a narrar a continuación.


Un día llegaba de sus acostumbradas juergas, cuando vió al llegar a su calle a gran gentío ante su casa. Preguntándole qué ocurría a un hombre que se encontraba entre la muchedumbre, éste le dijo que Juan Enriquez, el mujeriego sacerdote había muerto. Alarmado, subiendo rápido las escaleras de su casa, cuando llegó a ella vio cómo amortajaban al muerto. Viendo su propio rostro en el cadáver comenzó a gritar, con tanto escándalo que le detuvieron pensando que era un suplantador que quería usurpar la identidad del sacerdote fallecido para quedarse con lo suyo.



Pasó cuatro años en la cárcel y cuando logró demostrar por fin que él era realmente Juan Enriquez, regresó a su casa. Pero el sacerdote, antaño mujeriego y pendenciero salió de prisión con el propósito de cambiar su vida radicalmente.


Colgó su bonetillo de un palo que había en lo alto de su vivienda para siempre recordar lo que había sido y lo que había ocurrido allí mismo, ingresando luego en el Convento de Santa Cruz, pasando el resto de su vida ayudando a los menos favorecidos y más necesitados.



El bonetillo siguió como ejemplo en aquella casa hasta que con el tiempo desapareció, pensando los vecinos que Dios ya había perdonado al golfillo sacerdote, quedando desde entonces la calle "bautizada" como la calle del Bonetillo, calle que aún mantiene ese nombre en la ciudad de Madrid.