Resultaría francamente curioso la transformación que reciben las narraciones imaginativas de alguno de los pseudohistoriadores que se dedican al negocio de la novela histórica, en concreto sobre el tema de los templarios, que ha resultado un verdadero blum mediático del que, aunque parezca mentira beben gentes que se declaran después eruditos en el conocimiento sobre la Orden.
Basta que a alguien se le ocurra decir que los templarios buscaban la unión de las tres grandes religiones para que de golpe aparezcan defensores no ya de eso, sino para basar en ello la estructura de sus grupos con la aceptación de cualquier persona sin importar la creencia o la religión practicada, eso si, siempre que paguen la alta cuota o dote que en algunos casos llega hasta los mil euros.
Bonita manera de lucrarse utilizando como excusa la imaginativa escritura de algún novelista sin base histórica alguna. Sabido es que los templarios aprendían o intentaban aprender de todas las religiones, más que aprender, intentaban comprender el porqué las diferencias. Sabido también es el respeto que sentían por los que no profesaban su religión, la católica, llegando hasta a tener en sus encomiendas en Tierra Santa pequeñas mezquitas o lugares donde los sirvientes y personal de ayuda de religión musulmana pudieran ejercer sus rezos y oraciones. Pero lo que nunca hicieron es aceptarlos en la Orden, incluirlos en sus filas de igual a igual, es decir, dejar que vistieran el Blanco Manto del Temple.
Hoy eso ha cambiado; ya se permite en alguna rama que entren budistas, musulmanes, hebreos, etc. De continuar asi las cosas llegaremos a ver algún Hare Krisna portando el Manto en alguna Investidura.
No dudamos que en todas las religiones hay personas buenísimas, ya que el ser buena persona no es exclusiva del catolicismo. Conozco a musulmanes que darían mil vueltas a muchos católicos a la hora de ayudar a los demás, pero eso no significa que sean templarios o puedan llegar a serlo alguna vez, salvo que den con alguna de esas ramas contaminadas que aceptan a cualquiera.
No entendemos que tiene que ver una cosa con otra. Gandhi, por ejemplo, era una persona en contra de la violencia, buscadora de la paz; mucha gente estará de acuerdo que era una buena persona, ¿por eso podría entrar en la Orden del Temple? Nos parece que es mezclar churras con merinas, y que esa afición a aceptar a quien sea no es sino otra manera de buscar hacer negocio con el nombre de la Orden y lograr cobrar la parte correspondiente que estatutariamente algunos grupos reservan a su Prior o dirigente para gastos de representación, que no es sino otra manera de apropiarse del dinero de los +Hermanos que confiadamente lo abonan sin sospechar que están siendo engañados.
No viene a cuento dar nombres, de momento, porque todos sabemos quienes hacen uso de esas prácticas, pero quizás haya llegado ya el día de meternos en ese tema y desenmascarar a quienes, sin vergüenza ni rubor alguno, llevan adelante esas prácticas deshonrosas para sacar dinero a quien tan solo es engañado con un Manto que nunca podría llevar de haber encontrado a alguna de las ramas serias de la Orden, que también las hay, y a Dios gracias, en mayoría.