Conocemos de Priores, grandes priores no por nombramiento, sino por su actividad y preocupación por la Orden en su pais, en los que el exceso de paternalismo y una extrema negación para facilitar la dejación de algunas responsabilidades en manos de las Damas y Caballeros que han demostrado tras tiempo de permanencia y trabajo en la Orden su valía, pueden llegar a causar problemas en sus Prioratos.
La paternal figura del Prior debe existir, preocupados por el bienestar y la buena marcha de los +Hermanos y +Hermanas de su Priorato, pero un exceso de disciplina paternal puede llevar a convertir la fraternidad en un infierno, de manera que nadie se atreva a realizar trabajo alguno o simplemente presentar algún proyecto por miedo a esa política de radical protección, que ya no es tanto por la buena marcha del Priorato sino por no querer desprenderse de tareas que bien podrían llevar algunos +Hermanos y +Hermanas descargando al Prior de esas tareas que más le lastran impidiéndole llevar a cabo y feliz término aquellas otras en las que su presencia y supervisión es bastante más necesaria.
No piensen en que nos referimos a algun Priorato en especial, pues estas palabras son tan solo reflexiones sobre noticias que recibimos de algunos +Hermanos que, prestando Obediencia en diferentes ramas de la Orden, tienen el mismo problema en común.
La necesidad de apoyarse en los hombros del resto de los +Hermanos es lo que confiere a esa comunidad, a ese Priorato, la franca, sincera y viviente fraternidad que consigue la confianza en quien como el Prior lleva también el mismo sagrado Blanco Manto y que en un momento dado pueden sustituir o suplirle en caso de enfermedad o cualquier otro motivo.
Tampoco es bueno un régimen exclusivamente paternalista en la Hermandad, ya que para eso existe la figura del Consejo Prioral, con el reparto de las diferentes responsabilidades entre los +Hermanos y +Hermanas que a juicio del Prior que sea merezcan por sus méritos y ganas de trabajar por la Orden y por los demás ayudarle a cargar con la responsabilidad prioral.
No es buena la soledad del Prior que no se rodea de consejeros. La presión y tensión de la situación sobre su persona es grande y lo que a veces podría parecer un completo y exacto control de la situación, podría a la larga ser el gérmen de la desaparición o desarticulación del Priorato, y casos no faltan en los últimos cincuenta años de templarismo, en la que ha sido casi siempre ese exceso de paternalismo lo que facilitaba u obligaba a subgrupos disconformes que terminaron en la desmembración y la diáspora.
Quizás una reflexión a tiempo de estos buenos +Hermanos, buenos pero posiblemente equivocados, podría evitar problemas futuros en alguno de los casos, o incluso la solución a problemas ya presentes en los prioratos de algunas ramas, máxime cuando conocen la voluntad de algunos +Hermanos y +Hermanas de aceptar el compromiso de velar por la más pura ortodoxia dentro de la Orden, y aunque no conozcan sus nombres, no es difícil calibrar la preocupación o no de algún +Hermano por no dejar que el rumbo tradicional se transforme en los caprichos indirectos de nadie, aunque no haya mala voluntad, pero sí ese exceso de paternalismo perjudicial y del que los protagonistas del mismo no se dan cuenta hasta que el mal está hecho.
Piensen y miren en su interior los Priores, sean de la rama que sean, y juzguen en silencio sacando sus conclusiones.
P.D.
No nos gustaría que nadie se diera por aludido, pues no es esa nuestra intención; ya saben que cuando decimos algo por alguien en concreto decimos los nombres sin ningún tipo de problema. Es tan solo una reflexión que les pedimos hagan quienes cargan sobre sus espaldas el peso de la responsabilidad de la Orden en sus respectivos paises. Tan solo eso.