Y continuando con lo de que cada uno se mire en su interior y saque conclusiones, (a la vez que rogamos no nos llamen ni escriban para que les digamos a quien nos referimos, pues se trata de que el que sea mire en su interior y reconozca sus fallos. De no ser asi, a su debido tiempo, ya lo diremos nosotros, no tengan prisa y mientras piensen en su persona y no miren al de al lado) subimos hoy, también de Samaniego el cuento del Cuervo y el Zorro:
En la rama de un árbol,
bien ufano y contento,
con un queso en el pico,
estaba el señor Cuervo.
Del olor atraído
un Zorro muy maestro,
le dijo estas palabras,
a poco más o menos:
«Tenga usted buenos días,
señor Cuervo, mi dueño;
vaya que estáis donoso,
mono, lindo en extremo;
yo no gasto lisonjas,
y digo lo que siento;
que si a tu bella traza
corresponde el gorjeo,
juro a la diosa Ceres ,
siendo testigo el cielo,
que tú serás el fénix
de sus vastos imperios.»
Al oír un discurso
tan dulce y halagueño,
de vanidad llevado,
quiso cantar el Cuervo.
Abrió su negro pico,
dejó caer el queso;
el muy astuto Zorro,
después de haberle preso,
le dijo: «Señor bobo,
pues sin otro alimento,
quedáis con alabanzas
tan hinchado y repleto,
digerid las lisonjas
mientras yo como el queso.»
Quien oye aduladores,
nunca espere otro premio.
En la rama de un árbol,
bien ufano y contento,
con un queso en el pico,
estaba el señor Cuervo.
Del olor atraído
un Zorro muy maestro,
le dijo estas palabras,
a poco más o menos:
«Tenga usted buenos días,
señor Cuervo, mi dueño;
vaya que estáis donoso,
mono, lindo en extremo;
yo no gasto lisonjas,
y digo lo que siento;
que si a tu bella traza
corresponde el gorjeo,
juro a la diosa Ceres ,
siendo testigo el cielo,
que tú serás el fénix
de sus vastos imperios.»
Al oír un discurso
tan dulce y halagueño,
de vanidad llevado,
quiso cantar el Cuervo.
Abrió su negro pico,
dejó caer el queso;
el muy astuto Zorro,
después de haberle preso,
le dijo: «Señor bobo,
pues sin otro alimento,
quedáis con alabanzas
tan hinchado y repleto,
digerid las lisonjas
mientras yo como el queso.»
Quien oye aduladores,
nunca espere otro premio.