Tan solo se mete y ataca a los que debieran ser sus +Hermanos si este falso Templario, Molinari Kroker, fuera eso, TEMPLARIO, pero no lo es. Viendo lo que ocurre en México, leyendo lo que ocurre en Tierra Caliente, en Michoacan, y leyendo también lo que este farsante escribe en su boletín y como firma sus cartas y comunicados, uno se pregunta ¿donde queda lo de FIRMES Y VALIENTES? este personaje no es más que el cobarde traidor a la Orden del Temple, que usando el nombre de América traicionó a la SMOTH-MIT, de donde fue expulsado, taricionó a la OSMTH/OSMTJ de donde también fue expulsado logrando después mediante mentiras que el Gran Maestre Fontes rectificara su Decreto Magistral, cayendo en el ridículo más grande que cualquier Gran Maestre templario haya caido en toda la historia del Temple, pero so al sinvergüenza y cobarde de Molinari no le importó. Y por último traicionó también a la Unión Templaria Latinoamericana, sin importarle lo más mínimo.
Ahora que se encuentra solo, con la única compañía del falso religioso y expulsado Templario de Venezuela, que anda por ahí regalando hostias sin ningún control de sanidad con el peligro que eso conlleva al estar fabricadas en un lugar insalubre e insano que él llama increiblemente fábrica , Giovanni Luissio, no deja d emeterse con los Prioratos que pasan de él, aunque sea de la misma rama Porto a la que él indignamente y esperamos qeu por poco tiempo pertenece.
Éste del Firmes y valientes mientras se mete con quien sabe que no le hará nada y presume de ser el lider de los únicos Templarios en México, cuando realmente son tan solo unos pocos, muy pocos los que le quedan, se pierde de vientre abajo cuando le hablan de lo que tiene en Michoacan, de los que usurpan el nombre de los Caballeros Templarios de verdad, pero en eso, este valiente que firma como Don Molinari, no se mete. En eso, este personajillo que vacila y presume de su conocimiento y actitudes en materia de seguridad, se esconde, escribe que no tiene nada que ver con ello, y corre a esconderse con el pack de rollos de papel higiénico bajo el brazo.
FIRMES Y VALIENTES, ¿contra quien?
Que cobarde, mentiroso y falso Caballero, que farsante y que ridículo parece ahora cuando todo el mundo le conoce. Ni dignidad para dimitir tiene, ni dignidad ni hombría, y ¿saben por qué? porque nunca tuvo firmes convicciones templarias ni de ningún otro tipo, y porque nunca fue valiente. Siempre fue el pobre desgraciado que tuvo que emigrar a otro pais abandonando el suyo para terminar como en el suyo de nacimiento, sin un peso, sin trabajo, debiendo hasta la casa y mendigando la ayuda de quien sea para poder moverse, aún a costa de vender los cargos en su Priorato, o Diplomas y Brevets, o Investiduras.
Darías pena, Don Molinari, si no dieras tanto asco por tus traiciones.
Lean a lo que Don Molinari no se atreve a combatir y permite que le quiten el nombre sin reivindicarselo a esos falsos Caballeros Templarios del cártel de Michoacan. Estos son mucho más mafiosos y peligrosos que el desgraciado del que hablamos, y toda la fachada carcomida de Don Molinari se cae y tiembla ante ellos. Traidor y cobarde, ¿quien da más?
NND, FTAT, +Anselmo de Crespi
[México] Los Caballeros Templarios en Tierra Caliente: régimen de terror
Reportajes de Laura Castellanos sobre el régimen de terror que el cártel de Los Caballeros Templarios han impuesto en Tierra Caliente, Michoacán.
Extorsiones templarias en Tierra Caliente
Jornaleros y empresarios de tres municipios michoacanos, aseguran que el cártel de los Caballeros Templarios les impuso un régimen de terror obteniendo ganancias millonarias. Los más pobres pagaban unos pesos por sus vidas, los ricos, millones por sus producciones agropecuarias. Otros más debían pagar por poseer carro, moto, casa
TIERRA CALIENTE, MICHOACAN. Laura Castellanos. ENVIADA. (PRIMERA DE DOS PARTES).
La mañana calurosa del 10 de abril de 2013, decenas de pizcadores de limón de Buenavista, el principal municipio productor del fruto en Michoacán, cruzaron el cerco impuesto por el cártel de los Caballeros Templarios para denunciar sus extorsiones y atrocidades.
Hombres, mujeres y niños, armados con redes y ayates de trabajo, arrancaron su marcha en camionetas y camiones de redilas. Escoltados por patrullas de la policía federal, pasaron por Apatzingán, considerado el bastión de los templarios, para llegar a Cuatro Caminos, donde buscarían al secretario de gobierno, Jesús Reyna, de visita en el lugar.
El muchacho jornalero que narra los hechos, dice que primero los criminales se subieron a un puente y les aventaron trozos de alambres de púas, lo que dañó las llantas de algunos vehículos. Las parcharon o cambiaron.
Después, al llegar a un retén federal, desde otro puente, les dispararon.
“¡Y corrimos y corrimos!”, dice. Se reagruparon para regresar a Buenavista. Dos patrullas cuidaron su retaguardia.
Ya cerca de Apatzingán, los templarios los rebasaron, atacaron la delantera y se pararon en seco. Descendieron de sus vehículos. Con las armas encañonadas, caminaron entre los sobrevivientes:
“Una muchacha estaba con su niño al ladito y les pidió que no le fueran a hacer nada, y entonces uno de ellos lo hizo a un lado, así con su pura arma, y le disparó a ella”.
Más adelante, la caravana, ya escoltada por militares, sufrió otro tiroteo más, sin desgracias que lamentar.
El saldo oficial fue de 14 muertos. El saldo popular: 16 muertos y 20 personas desaparecidas entre las que hay una cifra indeterminada de infantes, mujeres, ancianos. El joven perdió a su tío y a su primo.
YUGO CRIMINAL
Los cortadores y productores de limón no eran los únicos extorsionados en esta región, considerada como la principal exportadora de limón y de mango en el mundo.
Tortilleros , carniceros, así como empresarios agropecuarios y madereros acaudalados de Buenavista, Tepalcatepec y Coalcomán, que conforman un sólo corredor, también eran extorsionados por el cartel inspirado en la logia cristiana medieval.
Desde hace 15 años este territorio vivió la violencia del narco, pero luego llegó la Familia Michoacana, y su escisión, los Templarios, y con ellos, el cobro a ricos y pobres.
Manuel Mireles, proveniente de una familia con huertas de mango en Tepalcatepec, recuerda que hace tres años y medio:
“Ellos hicieron reuniones con todas las personas productivas de la región, les dijeron que a nadie le pedirían dinero”, que apaciguarían la zona y a los narcos les cobrarían el derecho de tránsito.
Pero después comenzaron las extorsiones, que según Mireles en Tepalcatepec representaron alrededor de "30 millones de pesos mensuales".
Los otros dos municipios no se salvaron: Misael González, empresario maderero de Coalcomán, debía pagar "150 mil pesos mensuales".
Y en la ranchería de Pueblo Viejo, en Buenavista, una mujer dice que les cobrabann "30 pesos diarios por cada casa para que nos dejaran vivir”.
La imaginación criminal además fue ilimitada. Los templarios en Buenavista pretendieron cobrar cuota mensual por autos y motocicletas. Y en Tepalcatepec, midieron el largo de cada casa para cobrar a sus residentes el derecho a habitarla.
ESCLAVOS DEL CRIMEN SE REBELAN
Además de extorsionar, el cártel se adueñó del proceso productivo, de empaque y de comercialización de productos como el limón.
Testimonios refieren que los templarios tenían a uno o dos elementos en cada empacadora para decidir a qué productor comprar, la cantidad, el precio a pagar y cuándo detener la pizca para así mover su propia producción.
Una cortadora de limón señala que a los criminales les debían pagar un peso por caja que llenaban, “y cuando ellos querían, nomás trabajábamos dos o tres veces por semana".
Con los cobros diversos inició el patrullaje de decenas de hombres armados en camionetas de lujo, día y noche. Así se multiplicaron las ejecuciones, las desapariciones forzadas, las agresiones, sin que el gobierno municipal o estatal las impidieran.
El saldo de sangre de los tres municipios no está cuantificado, pero tan sólo en Coalcomán, apunta González, del año 2005 a la fecha hubo por lo menos “200 asesinados desaparecidos”.
Hasta que los pueblos se alzaron.
Productores de limón y sus pizcadores, exportadores de mango, ganaderos que venden cortes finos, empresarios madereros, profesionistas y pequeños comerciantes, conformaron cuatro autodefensas en contra del cártel en los últimos tres meses.
Tras la primera sublevación, ocurrida el 24 de febrero en Buenavista y Tepalcatepec -en Coalcomán sucedió el 15 de mayo-, empacadoras de limón y de mango en Apatzingán y Buenavista cerraron por las amenazas de los templarios de quemarlas si recibían el producto de los insurrectos.
De igual forma los templarios impidieron el tránsito de personas, alimentos, bienes, medicinas y producción agropecuaria por tres meses, lo que provocó pérdidas económicas aún no cuantificadas.
Hipólito Mora, productor de limón y líder de la autodefensa de la Ruana, calcula que sólo en su población “de 70 a 80% de la producción se perdió este año”.
LA INCERTIDUMBRE
El termómetro en Felipe Carrillo Puerto, conocido como La Ruana, tenencia de Buenavista, asciende esa tarde a 37 grados centígrados, lo que agudiza el tormento del muchacho herido en la masacre de limoneros.
El jornalero está sentado en una silla de la estancia de su casa. No tiene aire acondicionado ni ventilador.
Las balas le destrozaron el hueso del antebrazo izquierdo y los nervios que conectan a éste con la mano. Un implante metálico le sustituye parte del hueso que va de su hombro a su codo, y conecta con una estructura externa sujetada al brazo con vendas.
A su mano la inmoviliza otro aparato provisto de alambres y ligas. La reposa sobre la pierna, de forma sostenida. Luce tenso, afiebrado, con un rictus eterno.
“Mucho dolor siento, la mano no puedo moverla nada”, externa quedamente.
El padre, también jornalero, dice que se endeudaron con 90 mil pesos de la operación. No tienen seguro social y aún no termina el tratamiento. Su médico, además, quiere que vayan a Apatzingán a sacar una radiografía de alta definición, pero ellos temen por su vida.
“La pasada de cualquier forma, pero la llegada ahí está peligrosa”, dice el señor.
En este corredor sublevado el yugo criminal culminó, pero el drama continúa. Lo mismo sucede al interior de las comunidades, con la juventud arrasada por la vorágine templaria.
EXPORTADORES DE MANGO DENUNCIAN CERCO DE TEMPLARIOS
El Consejo de Productores de Mango de Tepalcatepec, Michoacán, que integra a 350 productores de la principal región exportadora de mango en el mundo, asegura que la decena de empacadoras de Apatzingán que les compran y exportan el fruto se niegan a recibirlo por amenazas del cártel de los Caballeros Templarios.
Desde el anonimato, un productor del consejo afirma que tras el alzamiento de la autodefensa en contra del cártel, surgida el 24 de febrero, éste llamó a los dueños de las empacadoras y les advirtió: "si les compras un mango a ellos, te quemo la empacadora”.
Asegura que por tal razón, ahora registran "perdida total" en buena parte de las 250 mil hectáreas del consejo.
El cerco sucede, dice, a pesar del despliegue de seis mil efectivos federales en la zona: "qué se gana uno si no le compran el producto, si los empaques están amenazados".
Señala que el bajo precio del mango en el mercado nacional, que paga dos pesos por kilo, no cubre los gastos de corte y traslado del fruto, por lo que pierden menos dejándolo caer.
Ya despidió a 100 jornaleros, y hay productores, dice, que ya derrumban los árboles cargados de mango ataulfo, ken, haden, manila, tomy, para evitar que su putrefacción genere la plaga de la mosca de la fruta.
El productor dice que exportan a Norteamérica, Europa y Asia, y que en Japón un mango mexicano alcanza el precio de 30 dólares.
La generación arrasada por los templarios
El saldo dejado por el cártel de los Caballeros Templarios en tres municipios de Tierra Caliente es de decenas de niñas violadas y otras decenas más de menores adictos a las drogas o al alcohol. Quedaron varados, con miedo, y sin posibilidades de encauzar su destino
Hombres, mujeres y niños, armados con redes y ayates de trabajo, arrancaron su marcha en camionetas y camiones de redilas. Escoltados por patrullas de la policía federal, pasaron por Apatzingán, considerado el bastión de los templarios, para llegar a Cuatro Caminos, donde buscarían al secretario de gobierno, Jesús Reyna, de visita en el lugar.
El muchacho jornalero que narra los hechos, dice que primero los criminales se subieron a un puente y les aventaron trozos de alambres de púas, lo que dañó las llantas de algunos vehículos. Las parcharon o cambiaron.
Después, al llegar a un retén federal, desde otro puente, les dispararon.
“¡Y corrimos y corrimos!”, dice. Se reagruparon para regresar a Buenavista. Dos patrullas cuidaron su retaguardia.
Ya cerca de Apatzingán, los templarios los rebasaron, atacaron la delantera y se pararon en seco. Descendieron de sus vehículos. Con las armas encañonadas, caminaron entre los sobrevivientes:
“Una muchacha estaba con su niño al ladito y les pidió que no le fueran a hacer nada, y entonces uno de ellos lo hizo a un lado, así con su pura arma, y le disparó a ella”.
Más adelante, la caravana, ya escoltada por militares, sufrió otro tiroteo más, sin desgracias que lamentar.
El saldo oficial fue de 14 muertos. El saldo popular: 16 muertos y 20 personas desaparecidas entre las que hay una cifra indeterminada de infantes, mujeres, ancianos. El joven perdió a su tío y a su primo.
YUGO CRIMINAL
Los cortadores y productores de limón no eran los únicos extorsionados en esta región, considerada como la principal exportadora de limón y de mango en el mundo.
Tortilleros , carniceros, así como empresarios agropecuarios y madereros acaudalados de Buenavista, Tepalcatepec y Coalcomán, que conforman un sólo corredor, también eran extorsionados por el cartel inspirado en la logia cristiana medieval.
Desde hace 15 años este territorio vivió la violencia del narco, pero luego llegó la Familia Michoacana, y su escisión, los Templarios, y con ellos, el cobro a ricos y pobres.
Manuel Mireles, proveniente de una familia con huertas de mango en Tepalcatepec, recuerda que hace tres años y medio:
“Ellos hicieron reuniones con todas las personas productivas de la región, les dijeron que a nadie le pedirían dinero”, que apaciguarían la zona y a los narcos les cobrarían el derecho de tránsito.
Pero después comenzaron las extorsiones, que según Mireles en Tepalcatepec representaron alrededor de "30 millones de pesos mensuales".
Los otros dos municipios no se salvaron: Misael González, empresario maderero de Coalcomán, debía pagar "150 mil pesos mensuales".
Y en la ranchería de Pueblo Viejo, en Buenavista, una mujer dice que les cobrabann "30 pesos diarios por cada casa para que nos dejaran vivir”.
La imaginación criminal además fue ilimitada. Los templarios en Buenavista pretendieron cobrar cuota mensual por autos y motocicletas. Y en Tepalcatepec, midieron el largo de cada casa para cobrar a sus residentes el derecho a habitarla.
ESCLAVOS DEL CRIMEN SE REBELAN
Además de extorsionar, el cártel se adueñó del proceso productivo, de empaque y de comercialización de productos como el limón.
Testimonios refieren que los templarios tenían a uno o dos elementos en cada empacadora para decidir a qué productor comprar, la cantidad, el precio a pagar y cuándo detener la pizca para así mover su propia producción.
Una cortadora de limón señala que a los criminales les debían pagar un peso por caja que llenaban, “y cuando ellos querían, nomás trabajábamos dos o tres veces por semana".
Con los cobros diversos inició el patrullaje de decenas de hombres armados en camionetas de lujo, día y noche. Así se multiplicaron las ejecuciones, las desapariciones forzadas, las agresiones, sin que el gobierno municipal o estatal las impidieran.
El saldo de sangre de los tres municipios no está cuantificado, pero tan sólo en Coalcomán, apunta González, del año 2005 a la fecha hubo por lo menos “200 asesinados desaparecidos”.
Hasta que los pueblos se alzaron.
Productores de limón y sus pizcadores, exportadores de mango, ganaderos que venden cortes finos, empresarios madereros, profesionistas y pequeños comerciantes, conformaron cuatro autodefensas en contra del cártel en los últimos tres meses.
Tras la primera sublevación, ocurrida el 24 de febrero en Buenavista y Tepalcatepec -en Coalcomán sucedió el 15 de mayo-, empacadoras de limón y de mango en Apatzingán y Buenavista cerraron por las amenazas de los templarios de quemarlas si recibían el producto de los insurrectos.
De igual forma los templarios impidieron el tránsito de personas, alimentos, bienes, medicinas y producción agropecuaria por tres meses, lo que provocó pérdidas económicas aún no cuantificadas.
Hipólito Mora, productor de limón y líder de la autodefensa de la Ruana, calcula que sólo en su población “de 70 a 80% de la producción se perdió este año”.
LA INCERTIDUMBRE
El termómetro en Felipe Carrillo Puerto, conocido como La Ruana, tenencia de Buenavista, asciende esa tarde a 37 grados centígrados, lo que agudiza el tormento del muchacho herido en la masacre de limoneros.
El jornalero está sentado en una silla de la estancia de su casa. No tiene aire acondicionado ni ventilador.
Las balas le destrozaron el hueso del antebrazo izquierdo y los nervios que conectan a éste con la mano. Un implante metálico le sustituye parte del hueso que va de su hombro a su codo, y conecta con una estructura externa sujetada al brazo con vendas.
A su mano la inmoviliza otro aparato provisto de alambres y ligas. La reposa sobre la pierna, de forma sostenida. Luce tenso, afiebrado, con un rictus eterno.
“Mucho dolor siento, la mano no puedo moverla nada”, externa quedamente.
El padre, también jornalero, dice que se endeudaron con 90 mil pesos de la operación. No tienen seguro social y aún no termina el tratamiento. Su médico, además, quiere que vayan a Apatzingán a sacar una radiografía de alta definición, pero ellos temen por su vida.
“La pasada de cualquier forma, pero la llegada ahí está peligrosa”, dice el señor.
En este corredor sublevado el yugo criminal culminó, pero el drama continúa. Lo mismo sucede al interior de las comunidades, con la juventud arrasada por la vorágine templaria.
EXPORTADORES DE MANGO DENUNCIAN CERCO DE TEMPLARIOS
El Consejo de Productores de Mango de Tepalcatepec, Michoacán, que integra a 350 productores de la principal región exportadora de mango en el mundo, asegura que la decena de empacadoras de Apatzingán que les compran y exportan el fruto se niegan a recibirlo por amenazas del cártel de los Caballeros Templarios.
Desde el anonimato, un productor del consejo afirma que tras el alzamiento de la autodefensa en contra del cártel, surgida el 24 de febrero, éste llamó a los dueños de las empacadoras y les advirtió: "si les compras un mango a ellos, te quemo la empacadora”.
Asegura que por tal razón, ahora registran "perdida total" en buena parte de las 250 mil hectáreas del consejo.
El cerco sucede, dice, a pesar del despliegue de seis mil efectivos federales en la zona: "qué se gana uno si no le compran el producto, si los empaques están amenazados".
Señala que el bajo precio del mango en el mercado nacional, que paga dos pesos por kilo, no cubre los gastos de corte y traslado del fruto, por lo que pierden menos dejándolo caer.
Ya despidió a 100 jornaleros, y hay productores, dice, que ya derrumban los árboles cargados de mango ataulfo, ken, haden, manila, tomy, para evitar que su putrefacción genere la plaga de la mosca de la fruta.
El productor dice que exportan a Norteamérica, Europa y Asia, y que en Japón un mango mexicano alcanza el precio de 30 dólares.
La generación arrasada por los templarios
El saldo dejado por el cártel de los Caballeros Templarios en tres municipios de Tierra Caliente es de decenas de niñas violadas y otras decenas más de menores adictos a las drogas o al alcohol. Quedaron varados, con miedo, y sin posibilidades de encauzar su destino
TEPALCATEPEC, MICHOACAN. Laura Castellanos. ENVIADA. SEGUNDA DE DOS PARTES.
El cuarto número 7 del motel Paraíso, en las afueras de Tepalcatepec, seis horas al suroeste de Morelia, es símbolo del infierno que vivieron decenas de niñas violadas y adolescentes reclutados por el cártel de los Caballeros Templarios.
Los fines de semana, cuenta una universitaria que pide guardar su identidad, la habitación estilo mexicano, la de pared morada, era elegida por los jefes de la plaza para celebrar fiestas a las que llevaban a niñas de 11 a 16 años de origen humilde. Afuera, sus halcones, muchachos del pueblo llamados aquí “punteros”, vigilaban las puertas del motel.
“Se llevaban a siete u ocho chiquillas y no se sabía de ellas hasta por tres días”, dice la joven. “Después despertaban sin saber qué, las encontraban solas, en la calle, encueradas”.
El doctor Manuel Mireles, director de la clínica de salud y presidente de la sociedad de padres de familia de la secundaria, dice que se desconoce el número de casos de violación sexual y estupro infantil por parte del crimen organizado en la región, pues las familias eran amenazadas de muerte.
Sin embargo, revela: en su consultorio atendió a 40 niñas embarazadas producto de violación y estupro de 11 a 14 años de edad durante el último cuatrimestre de 2012: “Nada más en diciembre fueron 14, seis de la secundaria del turno de la tarde”.
Expone que el cártel no sólo arrasó a niñas, también a decenas de menores que sirvieron de halcones, a muchos de los cuales se les hizo adictos a drogas o alcohol.
“Era puro de 12, 14 años, traían más de 100”, dice.
Mireles explica que tras el surgimiento de cuatro autodefensas en contra del cártel en los últimos tres meses, éste sufrió un repliegue. Quedó varada “ésta generación perdida”.
“SOY UNA NIÑA”
En una casa en penumbra, a borde de carretera de una ranchería en Tepalcatepec, una niña de doce años, de rasgos finos y piel cobriza, mantiene la mirada baja, el cuerpo tenso, agazapado. Luce pintada y arreglada como una adolescente.
No un capo, si no un halcón adolescente que se hizo su novio, sobrino de un narco, se la llevó de su casa. Después la abandonó en otra ranchería. Sus familiares la rescataron.
Ella no resultó embarazada porque tras su primera menstruación la familia del narco la llevó a que le implantaran un parche anticonceptivo.
La niña tenía 11 años y cursaba sexto de primaria cuando el muchacho halcón la hizo su novia. No quiere detallar su experiencia, pero dice que de 8 compañeras de su grupo, ella y dos más se fueron con gente del cártel.
-¿Eres una mujer o una niña?- pregunto al ver su porte.
-Soy una niña- mira de reojo.
Mireles explica que al principio los templarios rondaban las escuelas en camionetas de lujo, ofrecían regalos a las menores, y a base de seducción y engaños las poseían.
De igual forma las secuestraban: “Ya al último se metían a la escuela, y les decían: ‘a ver tú’, ‘y tú’, y el mismo desgraciado se llevaba dos o tres en el mismo rato”.
Otros criminales, detalla Mireles, iban a los ranchos: “les decían a los papás: ‘me gusta tu niña’, te doy veinte minutos para que me la bañes y la cambies por que me la voy a llevar al río”.
“Y los primeros padres que tuvieron el valor de presentar la denuncia, están muertos”, apunta. “Ya no volvió a haber denuncias”.
La universitaria precisa que los criminales también organizaban “fiestas en los ranchos” en las que drogaban y emborrachaban a las niñas, y les permitían a sus halcones que igualmente las vejaran.
Algunas salieron del pueblo, otras que procrearon hijos, además de ser estigmatizadas, aún son acosadas por los narcos.
Una profesionista que conoce algunos casos asevera: “todavía las están llamando y les dicen: ‘cuidado que me dejes a mi hijo’, por eso tienen temor de hablar, la violación la sufrieron”.
A las niñas pobres nadie pudo defenderlas.
SUBLEVACIÓN POR LAS HIJAS
El médico expresa que al arrancar 2013, los jefes de la plaza, apodados El Chicano y El Toro, codiciaron a las hijas de ganaderos acaudalados, los empresarios con más influencia en el municipio.
Los ganaderos les reclamaron: “¡Les hemos dado todo lo que nos han pedido!”, y les advirtieron: “¡Pero nos matamos con ustedes si se meten con nuestras familias!”.
A los ganaderos ya los extorsionaba el cártel. Primero les cobraba 600 pesos por cabeza de ganado que vendían, luego subieron la cuota a mil pesos.
Testimonios diversos refieren que a los carniceros los capos les cobraban 15 pesos más por kilo de carne que vendían, misma cantidad que estos incrementaban a sus clientes.
Un coro de voces dice que la cadena de extorsiones comprendió no sólo a los empresarios agropecuarios más ricos, también a los mineros, los maestros, los cañeros, que, como la demás población, sufrieron secuestros, ejecuciones, agresiones.
Fueron los ganaderos de Tepalcatepec en defensa de sus hijas los primeros que perdieron el miedo al cártel, amplía Mireles, y se unieron a los planes de rebelión que productores y cortadores de limón ya concretaban en Buenavista, el municipio aledaño igualmente sometido por los templarios.
De esta forma, tres grupos de autodefensa comunitaria, dos en Buenavista, y uno en Tepalcatepec, se alzaron en Tierra Caliente el 24 de febrero de 2013. El 15 de mayo se les unió un municipio más: Coalcomán.
Entre los tres conforman un corredor que comparte colindancia geográfica y tragedia juvenil.
EL MIEDO AL HIJO SICARIO
Todas las noches el boticario revisa las cerraduras de las puertas y los candados de las ventanas de su local en las orillas de Tepalcatepec. Lo hace porque decidió dejar a su esposa y a su hijo para irse a vivir a su negocio. No porque tema que le roben los frascos de medicina, ni lo que acumula en su modesta caja. Si no porque le tiene pánico al hijo, que fue sicario de los templarios.
“Me amenazaba de muerte, me decía que me iba a matar, me vine solo y se me hizo una psicosis cerrando puertas, todo”, externa angustiado.
Hace dos años el muchacho tenía 17 años e integraba las filas de menores que le dan a Michoacán el primer lugar de deserción escolar en el país. Sólo podía hacer una carrera técnica en Apatzingán, considerado el bastión de los templarios, a más de una hora de camino. Una carrera universitaria, hasta Morelia. No había dinero.
El padre cuenta que su hijo tampoco conseguía trabajo, pero que el cártel inspirado en la logia cristiana del Medioevo lo contrató por 500 o mil pesos a la semana como puntero.
Así comenzó a ingerir drogas, se volvió agresivo e indolente. Luego, manifiesta, se hizo un sicario que presumía sus atrocidades. Su padre le escuchaba “que en algún secuestro dañaban a las personas, les mochaban una parte del dedo o del cuerpo, o tenían que asesinarlas”.
Tras la huida de los templarios, su hijo se quedó a la deriva. Tiene miedo de salir de su casa, y al hacerlo actúa de forma extraña: “echa a correr como loco”, dice el señor entre lágrimas.
El hombre dice que de nada sirve el despliegue de seis mil efectivos de seguridad en la región si no se atiende a jóvenes dañados como su hijo: “son víctimas del narcotráfico, de falta de trabajo, de la inseguridad, y hay que ayudarlos a que se recuperen”.
A otros jóvenes, en cambio, se les reclutó a la fuerza. En Coalcomán, por ejemplo, muchachos halcones aseguran que se les obligó a hacer tareas de vigilancia y de francotiradores en los cerros.
En su caso no los drogaban, los esclavizaron, dice uno de ellos de 17 años: “a los punteros son a los que tratan mal, a los que a cada rato están golpeando porque uno se durmió, porque falló, de hecho incluso hasta los matan si se les pasa algo”.
Para este joven su drama no es la adicción, sino la sobrevivencia. Dice que en las noches tiene pesadillas porque si las fuerzas federales no combaten al cártel y los templarios regresan al pueblo: “a nosotros son a los primeros que nos van a matar”.
Este es el infierno juvenil en Tierra Caliente.
Los fines de semana, cuenta una universitaria que pide guardar su identidad, la habitación estilo mexicano, la de pared morada, era elegida por los jefes de la plaza para celebrar fiestas a las que llevaban a niñas de 11 a 16 años de origen humilde. Afuera, sus halcones, muchachos del pueblo llamados aquí “punteros”, vigilaban las puertas del motel.
“Se llevaban a siete u ocho chiquillas y no se sabía de ellas hasta por tres días”, dice la joven. “Después despertaban sin saber qué, las encontraban solas, en la calle, encueradas”.
El doctor Manuel Mireles, director de la clínica de salud y presidente de la sociedad de padres de familia de la secundaria, dice que se desconoce el número de casos de violación sexual y estupro infantil por parte del crimen organizado en la región, pues las familias eran amenazadas de muerte.
Sin embargo, revela: en su consultorio atendió a 40 niñas embarazadas producto de violación y estupro de 11 a 14 años de edad durante el último cuatrimestre de 2012: “Nada más en diciembre fueron 14, seis de la secundaria del turno de la tarde”.
Expone que el cártel no sólo arrasó a niñas, también a decenas de menores que sirvieron de halcones, a muchos de los cuales se les hizo adictos a drogas o alcohol.
“Era puro de 12, 14 años, traían más de 100”, dice.
Mireles explica que tras el surgimiento de cuatro autodefensas en contra del cártel en los últimos tres meses, éste sufrió un repliegue. Quedó varada “ésta generación perdida”.
“SOY UNA NIÑA”
En una casa en penumbra, a borde de carretera de una ranchería en Tepalcatepec, una niña de doce años, de rasgos finos y piel cobriza, mantiene la mirada baja, el cuerpo tenso, agazapado. Luce pintada y arreglada como una adolescente.
No un capo, si no un halcón adolescente que se hizo su novio, sobrino de un narco, se la llevó de su casa. Después la abandonó en otra ranchería. Sus familiares la rescataron.
Ella no resultó embarazada porque tras su primera menstruación la familia del narco la llevó a que le implantaran un parche anticonceptivo.
La niña tenía 11 años y cursaba sexto de primaria cuando el muchacho halcón la hizo su novia. No quiere detallar su experiencia, pero dice que de 8 compañeras de su grupo, ella y dos más se fueron con gente del cártel.
-¿Eres una mujer o una niña?- pregunto al ver su porte.
-Soy una niña- mira de reojo.
Mireles explica que al principio los templarios rondaban las escuelas en camionetas de lujo, ofrecían regalos a las menores, y a base de seducción y engaños las poseían.
De igual forma las secuestraban: “Ya al último se metían a la escuela, y les decían: ‘a ver tú’, ‘y tú’, y el mismo desgraciado se llevaba dos o tres en el mismo rato”.
Otros criminales, detalla Mireles, iban a los ranchos: “les decían a los papás: ‘me gusta tu niña’, te doy veinte minutos para que me la bañes y la cambies por que me la voy a llevar al río”.
“Y los primeros padres que tuvieron el valor de presentar la denuncia, están muertos”, apunta. “Ya no volvió a haber denuncias”.
La universitaria precisa que los criminales también organizaban “fiestas en los ranchos” en las que drogaban y emborrachaban a las niñas, y les permitían a sus halcones que igualmente las vejaran.
Algunas salieron del pueblo, otras que procrearon hijos, además de ser estigmatizadas, aún son acosadas por los narcos.
Una profesionista que conoce algunos casos asevera: “todavía las están llamando y les dicen: ‘cuidado que me dejes a mi hijo’, por eso tienen temor de hablar, la violación la sufrieron”.
A las niñas pobres nadie pudo defenderlas.
SUBLEVACIÓN POR LAS HIJAS
El médico expresa que al arrancar 2013, los jefes de la plaza, apodados El Chicano y El Toro, codiciaron a las hijas de ganaderos acaudalados, los empresarios con más influencia en el municipio.
Los ganaderos les reclamaron: “¡Les hemos dado todo lo que nos han pedido!”, y les advirtieron: “¡Pero nos matamos con ustedes si se meten con nuestras familias!”.
A los ganaderos ya los extorsionaba el cártel. Primero les cobraba 600 pesos por cabeza de ganado que vendían, luego subieron la cuota a mil pesos.
Testimonios diversos refieren que a los carniceros los capos les cobraban 15 pesos más por kilo de carne que vendían, misma cantidad que estos incrementaban a sus clientes.
Un coro de voces dice que la cadena de extorsiones comprendió no sólo a los empresarios agropecuarios más ricos, también a los mineros, los maestros, los cañeros, que, como la demás población, sufrieron secuestros, ejecuciones, agresiones.
Fueron los ganaderos de Tepalcatepec en defensa de sus hijas los primeros que perdieron el miedo al cártel, amplía Mireles, y se unieron a los planes de rebelión que productores y cortadores de limón ya concretaban en Buenavista, el municipio aledaño igualmente sometido por los templarios.
De esta forma, tres grupos de autodefensa comunitaria, dos en Buenavista, y uno en Tepalcatepec, se alzaron en Tierra Caliente el 24 de febrero de 2013. El 15 de mayo se les unió un municipio más: Coalcomán.
Entre los tres conforman un corredor que comparte colindancia geográfica y tragedia juvenil.
EL MIEDO AL HIJO SICARIO
Todas las noches el boticario revisa las cerraduras de las puertas y los candados de las ventanas de su local en las orillas de Tepalcatepec. Lo hace porque decidió dejar a su esposa y a su hijo para irse a vivir a su negocio. No porque tema que le roben los frascos de medicina, ni lo que acumula en su modesta caja. Si no porque le tiene pánico al hijo, que fue sicario de los templarios.
“Me amenazaba de muerte, me decía que me iba a matar, me vine solo y se me hizo una psicosis cerrando puertas, todo”, externa angustiado.
Hace dos años el muchacho tenía 17 años e integraba las filas de menores que le dan a Michoacán el primer lugar de deserción escolar en el país. Sólo podía hacer una carrera técnica en Apatzingán, considerado el bastión de los templarios, a más de una hora de camino. Una carrera universitaria, hasta Morelia. No había dinero.
El padre cuenta que su hijo tampoco conseguía trabajo, pero que el cártel inspirado en la logia cristiana del Medioevo lo contrató por 500 o mil pesos a la semana como puntero.
Así comenzó a ingerir drogas, se volvió agresivo e indolente. Luego, manifiesta, se hizo un sicario que presumía sus atrocidades. Su padre le escuchaba “que en algún secuestro dañaban a las personas, les mochaban una parte del dedo o del cuerpo, o tenían que asesinarlas”.
Tras la huida de los templarios, su hijo se quedó a la deriva. Tiene miedo de salir de su casa, y al hacerlo actúa de forma extraña: “echa a correr como loco”, dice el señor entre lágrimas.
El hombre dice que de nada sirve el despliegue de seis mil efectivos de seguridad en la región si no se atiende a jóvenes dañados como su hijo: “son víctimas del narcotráfico, de falta de trabajo, de la inseguridad, y hay que ayudarlos a que se recuperen”.
A otros jóvenes, en cambio, se les reclutó a la fuerza. En Coalcomán, por ejemplo, muchachos halcones aseguran que se les obligó a hacer tareas de vigilancia y de francotiradores en los cerros.
En su caso no los drogaban, los esclavizaron, dice uno de ellos de 17 años: “a los punteros son a los que tratan mal, a los que a cada rato están golpeando porque uno se durmió, porque falló, de hecho incluso hasta los matan si se les pasa algo”.
Para este joven su drama no es la adicción, sino la sobrevivencia. Dice que en las noches tiene pesadillas porque si las fuerzas federales no combaten al cártel y los templarios regresan al pueblo: “a nosotros son a los primeros que nos van a matar”.
Este es el infierno juvenil en Tierra Caliente.
@Menos de la ilustración, Laura Castellanos/Kaos en la Red