El misterio y la leyenda envuelven a esta orden de monjes guerreros que también dejó su borrosa huella en nuestro territorio
Fuera de las grandes rutas templarias españolas -donde se levantan formidables fortalezas y bellas construcciones religiosas, como en Navarra o León- Álava guarda una leve y misteriosa relación con estos caballeros, mitad monjes mitad guerreros, nacidos en Jerusalén durante las Cruzadas. Su fugaz paso por el territorio no ha podido ser certificado por académicos e historiadores ante la falta de documentación y grandes vestigios, pero se sabe que también dejaron alguna sombra por aquí. La iglesia de Tuesta con su románico de transición al gótico es posiblemete el edificio que más encaja con el particular sello arquitectónico de la orden, pero no es el único ejemplo. La toponimia recogida por algunos estudiosos en la zona de Salinas de Añana es otro reflejo.
La orden fue fundada en 1118 por nueve caballeros franceses dirigidos por Hugues de Payens y desde un principio dejaron claro su misión: la protección de los peregrinos cristianos en los Santos Lugares. Cuando se pierde el último bastión de Oriente, San Juan de Acre, en 1291, los templarios, que contaban con numerosos privilegios papales, se instalan en Europa. Entre los siglos XIII y XIV consolidan un imperio financiero y algunos de sus miembros son consejeros económicos de la mayoría de las casas reinantes europeas.
A la hoguera
Ese poder creciente, que se traduce en ejercer de banqueros de las monarquías y de muchos señores feudales, firma su sentencia de muerte. En 1307 el rey francés Felipe 'El Hermoso' manda apresar a todos los integrantes de la orden y en 1314 es quemado en la hoguera el gran maestre Jacques de Molay y 35 de sus compañeros. En Aragón, son absueltos de las acusaciones de herejía y se distribuyen en diferentes órdenes, entre las que destacan las de Montesa y la de San Juan de Acre.
Los templarios han pervivido en la clandestinidad 700 años y ello ha servido para crear todas las leyendas secretas imaginables.
La Asociación para el Estudio de los Enclaves Templarios en el País Vasco, a través de su página web, ha elaborado un listado de nueve localidades alavesas con alguna reminiscencia simbólica ligada a las leyendas de la orden. Argandoña, por ejemplo, está entre los enclaves por haber consagrado su iglesia románica -un bello ejemplar- a una santa adorada por los miembros del Temple, Santa Columba.
Tanto Nanclares de la Oca como Villanueva de la Oca (Treviño) han conservado el nombre de este animal vinculado a la simbología de la orden militar que venera a estas productivas aves. La asociación incluye las iglesias de Okina, Cárcamo, Ochate y San Vicentejo ¬-la especial arquitectura de esta ermita la convierte en una de las joyas del románico-, entre las que cuentan con motivos templarios ya sea una figura caballeresca, una cruz como en el ábside de Cárcamo o detalles constructivos y de ubicación junto al Camino de Santiago.
Caballeros de Malta
Pero hay otros lugares de la provincia donde las evidencias van más allá de la simbología. Así por ejemplo, en la ciudad romana de Iruña Veleia levantaron los caballeros de la orden de San Juan de Acre o de Malta un priorato. A finales del siglo XIX, Ricardo Becerro de Bengoa describe en uno de sus libros lo que queda de aquel monasterio. «Alcanzamos a ver el ruinoso edificio de un templo gótico de principios del siglo XIII. Se compone de una sola nave, de diez metros de longitud por cuatro de anchura y estaba labrado en piedra sillar. En las redondas claves del techo destaca la cruz de Malta». Ya entonces no quedaba nada de la casa prioral, del hospital ni de otras dependencias que cumplían la misma misión de Tierra Santa. Proteger y ayudar a los peregrinos y caminantes que pasaban por la calzada romana.
Hace un año se descubrían nuevos restos en las excavaciones de Iruña Veleia . El historiador Julio Núñez, director del yacimiento romano, y los miembros de su equipo se adentraron en junio de 2012 en una zona poco accesible de un bosque ubicado dentro del recinto amurallado. Tras ahuyentar a un jabalí, encontraron varias de las estancias del convento de la orden de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta señalado por Becerro de Bengoa.
Según reveló el arqueólogo Julio Núñez, se ha excavado en un área de unas tres hectáreas y aunque son varias las estancias conventuales halladas, aún buscan dos iglesias, un baptisterio y una torre. ¿Y qué pintaba un priorato de ese tamaño allí? Aunque el arqueólogo no quiso adelantar hipótesis hasta que publique sus conclusiones, recordó que Iruña-Veleia se enclava en la vía romana Astorga-Burdeos (iter XXXIV) y que es una de las más importantes del Camino de Santiago, por lo que pudo ser un lugar en el que se hospedaba y cuidaba a los peregrinos.
Hay que llegar hasta Salinas de Añana por la carretera A-2622 para encontrar otro enclave ligado a las órdenes militares: el monasterio de San Juan de Acre, donde conviven 6 monjas que se dedican a la vida contemplativa y a elaborar velas perfumadas y miel. El convento fue construido en el siglo XIV sobre restos más antiguos de un hospital de peregrinos. Una de las comendadoras explica que todos los archivos históricos se han quemado en un incendio que afectó a la casi totalidad del edificio de clausura. Entre las cosas importantes que han desaparecido están el claustro y pergaminos muy antiguos citados por estudiosos como Vidal Fernández de Palomares, en los que se habla de Salinas y su entorno como «comarca de templarios». El poder económico de la sal en el medievo tiene seguramente que ver con esta presencia, continuada después por los sanjuanistas.
Un enlosado de piedra protege desde hace más de 700 años la magnífica cabecera de la iglesia de la Asunción de Tuesta, un tesoro y una iglesia insólita en el territorio alavés. Ese ábside poligonal, la cruz templaria que remata la clave, el torreón defensivo que fue derruido en la restauración y la iconografía guerrera hace de este templo el centro geográfico de la presencia templaria en Álava, según el profesor Jose Javier López de Ocariz en su monografía sobre esta iglesia.
Un convento en Atiega
El franciscano Ruiz de Loizaga recoge también en sus investigaciones que en Villamaderne y Bellojin hubo monjes de la orden.Y apenas a 4 kilómetros de Tuesta, en Atiega, Juan Fernández de Nograro, de 85 años, cuenta que él conoció un edificio cerca de su casa al que llamaba «el convento de los templarios» y que llegó a utilizar de pajar. Ahora sólo quedan unas piedras. Otro vecino, Miguel Lafuente, sitúa el convento en un término llamado Casalejos, cerca de Barrón y de Guinea, donde dicen que aparecieron lápidas templarias junto a la iglesia. Incluso que hubo una fortaleza de los monjes guerreros. En fin, sombras, ecos completamente perdidos.