La ola anticatólica continua avanzando en España. El ataque ahora contra los crucifijos en las aulas y lugares públicos nos lleva a preguntarnos si como antaño, primero se retiran y luego se quemaran.
Es algo contradictorio que nuestros hijos respeten y convivan con personas que por sus costumbres deban llevar velos y burkas y en cambio nuestras costumbres de siempre sufran la discriminación estatal, pero casualmente solo las costumbres religiosas.
Suponemos que ya puestos el estado anticatólico español suprimirá también las fiestas de Navidad, la Semana Santa y tantas otras que se deben por honrar a algún Santo o Santa. Aunque bien pensado eso será más difícil, pues trabajar les gusta poco a los políticos de turno, incluso a esos profesores que en nombre de su postura antireligiosa quieren esa vergonzosa retirada de los crucifijos pero defienden con uñas y dientes sus vacaciones de Navidad y Semana Santa. Aquí no les molesta el porqué de esas fiestas.
Veremos hasta donde son capaces de llegar y que hacemos nosotros para evitar esos ataques contra nuestra religión y nustras creencias. Por lo pronto, allí donde vamos nosotros, en nuestro puesto de trabajo ponemos un crucifijo al llegar y lo quitamos al marcharnos, y nuestros hijos lo llevan visiblemente colgado del cuello en una cadenita. Esperamos que no nos prohiban que nuestros hijos acudan al colegio con alguna medalla o cruz colgada del cuello, entonces hablaríamos más fuerte.
Lean este artículo publicado hoy en España en el diario gratuito 20Minutos:
"Considerar el crucifijo ofensivo es un síntoma alarmante de necrosis cultural"
Lo dice L'Osservatore Romano, diario oficial del Vaticano.
El texto lo firma el español Juan Manuel de Prada.
Ve el laicismo español como "una expresión violenta".
"La invocación de derechos y libertades se está transformando en España en un pretexto jurídico que enmascara un sentimiento de odio antirreligioso y de cristofobia", recoge L´Osservatore Romano, diario oficial del Vaticano, de boca del Cardenal Cañizares en referencia a la polémica por la presencia o no de crucifijos en las escuelas, criticada también por el Partido Popular.
En España la ola de odio hacia la Casa de Dios se ha enmascarado de judicialidad"A ninguna persona en plena posesión de sus facultades se le escapa que el signo de la cruz no viola ningún derecho fundamental", prosigue el escritor Juan Manuel de Prada en el mismo texto.
"De un tiempo a esta parte, en España la ola de odio hacia la Casa de Dios se ha enmascarado de judicialidad, sustituyendo el enconamiento cruento de otra época no tan lejana con una apariencia más sibilina y aséptica", prosigue De Prada.
El Estado, un nuevo dios
"El crucifijo, en definitiva, puede ofender sólo a quienes lo quieran, y en esto consiste en realidad el laicismo, por cuanto nace del seno jurídico: el Estado se ha convertido en un nuevo dios, con poder absoluto sobre las almas", continúa.
Según el texto del diario del Vaticano, "que se considere el crucifijo como algo ofensivo en Occidente sólo se puede interpretar como un síntoma alarmante de amnesia o necrosis cultural".
Se confunde laicidad con beligerancia antirreligiosaEste impulso en España "asume una expresión violenta", asegura, "como el escorpión que se pincha con su propio aguijón y agoniza víctima de su propio veneno". En su opinión, "se confunde la sana laicidad del Estado con una beligerancia antirreligiosa" y el hecho de que este "impulso autodestructivo" llegue a las escuelas "muestra una realidad terrorífica".
Concluye el texto diciendo que la sentencia que ha emitido el tribunal español "consagra jurídicamente la renuncia de una Europa desorientada, irracionalmente que se encamina hacia un impulso de autodestrucción".
@20MINUTOS.ES.
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