Claro que la culpa es nuestra, de todos, por no ponernos de acuerdo y actuar todos a una, (todos los comprometidos con la seriedad que requiere la Orden y que nos reconocemos mutuamente como +Hermanos), pero todavía, y ya son muchos años en la misma, me asombro como cada cierto tiempo aparece alguien que produce movimientos visionarios entre +Hermanos y +Hermanas que a priori uno en su ignorancia hubiera jurado de SU firmeza y seguridad en la defensa de los intereses de la Orden, creyendo en la imposibilidad de que se dejaran embaucar por cantos de sirena de recien llegados o advenedizos que consiguen entrar utilizando diversas fórmulas, entre ellas la de los cantos ya citados de sirenas.
Cuando la tentación no viene de mano de alguna falsa casa real exiliada, que solo existe en la red y entre quien cree a pies juntillas lo que lee por el mero hecho de estar escrito, viene de mano de algún sacerdote, de alguna comunidad cristiana, bien sea católica, anglicana, luterana, evangelista, etc. y que parece que viene a rescatarnos poco menos del infierno más cruel en el que algunos suponen que estamos inmersos.
¿Que hay que cambiar maneras de vestir? se cambian y ya está, solo hace falta decir que la evolución hubiera ido por esos senderos militaristas. ¿Que hay que cambiar saludos y frases de reconocimiento? se hace igual por los mismos motivos. ¿Que hay que cambiar ceremoniales y demás? se cambian porque una, dos o tres personas llegan a ese convencimiento y a posteriori se pide consejo. ¿Que tenemos que volver a creer a pies juntillas que solo los que somos católicos tenemos derecho a vestir el Blanco Manto Templario? pues lo hacemos y que al resto de +Hermanos y +Hermanas no católicos pero si cristianos que les vayan dando.
No podré estar nunca de acuerdo con esta manera de actuar; no dejaré nunca que mis +Hermanos y +Hermanas cristianas sean juzgados con una vara de medir diferente a la mía por el hecho de ser yo católico y ellos no, y para mi siempre serán tan Templarios como nosotros.
Me rebelaré con todas mis fuerzas a los intentos de cualquier Iglesia, incluso la mía, para hacerse con el control de la Orden. ¿Motivos? Los mismos expuestos anteriormente más los que aún perviven en la memoria histórica de la Orden, que no son otros que aquellos que nos recuerdan que muy pocas personas y organizaciones se movieron en defensa del Temple cuando injustamente fue oficialmente disuelta, (que no realmente), por aquel patético y cobarde Papa, Clemente V.
Pero volviendo al principio de estos comentarios, aún me sorprendo cuando veo a +Hermanos y +Hermanas volver la espalda a la tradición y permitir sin protesta alguna cambios y más cambios sobre algo que, al menos, lleva más de trescientos años utilizándose, (desde 1705 seguro). Mi sorpresa es grande y no debería ser a estas alturas así, después de comprobar como las ambiciones van desde ser citado como mieMbro de una supuesta nobleza inventada y amplificada por la facilidad de Internet, (en el pasado nadie conocería a esos supuestos nuevos nobles), a ser el más religioso de los religiosos en un claro intento de olvidar el daño hecho a la Orden y sin importar dejar de lado a +Hermanos y +Hermanas que hasta ahora "galoparon" junto a nosotros.
No lo comprendo, ni lo comparto, ni lo apruebo, por muchas presiones que se me hagan y vengan de quien vengan. No puedo consentir algo así sin denunciarlo publicamente y seguido, pues no somos ni diez, ni cien, ni mil; somos muchos más los que creemos en la Orden, los que perseguimos y adoptamos el espíritu de aquellos que, grandes ellos, movieron y defendieron la cristiandad y a Occidente sin miedos a mezclarse con conocimientos de otras culturas diferentes, de aprender otras religiones y de cultivar sus mentes de una manera abierta para la época en la que vivieron. Eso no podemos traicionarlo, no podemos olvidarlo, salvo que al igual que algunos grupúsculos que por ahí pululan y sobreviven del engaño a los demás, queramos reinventar una Orden a nuestra medida, a nuestra particular manera. Conmigo que no cuenten para experimentos raros e invenciones nuevas. San Bernardo de Claraval hubo uno, y en la reencarnación nunca he creido. Me gusta la tradición, me gusta la lealtad, me gusta cumplir mis juramentos, y juré una vez algo en lo que creía y creo; no cambiaré por mucho que esos cantos de sirena me lleguen a los oidos, y no necesito atarme a un mástil para resistirme a ellos, solo mi fe, mis creencias y mi amor por la Orden son suficientes para hacer oidos sordos a todo aquello que pretenda apartarme de la tradición con la que se han investido antes que nosotros miles de +Hermanos y +Hermanas de todo el mundo y que ya no están entre nosotros. Que muchos sufrieron la incomprensión y el rechazo por ello, encontrándose en casi todos los casos la dureza de la negativa y el desprecio eclesial mayoritario salvo honrosas excepciones. Por respeto a ellos, por nosotros, por los que vendrán después, por ahí no paso, ahí, cumpliendo mi deber, mi obligación, me resisto, y definitivamente me defiendo, con esa espada virtual en la que se ha convertido la real, pero que como juré, no volverá a su funda, a su vaina, hasta que no se haya hecho Justicia.
FTAT, NND, +Anselmo