Con estas palabras serían con las que, según la leyenda, Jacques de Molay, el Gran Maestre de los Templarios maldeciría al cobarde y simoniaco Papa Clemente V y al criminal y ambicioso rey de Francia Felipe IV para después entregar su alma a Dios quemado vivo a fuego lento, (al utilizarse leña no seca por deseo del asesino monarca), junto al Maestre de Normandía Geoffroy de Charney en la Isla de los Judios, en el río Sena tal día como hoy 18 de marzo, del año 1314.
Hoy, en todas las ramas de la Orden del Temple se conmemora la muerte de estos mártires Templarios, como se ha venido haciendo desde entonces, en la clandestinidad cuando no se podía decir que uno era Templario so pena de caer en manos de la poderosa y vengativa, ejem, "santa" Inquisición, como abiertamente a partir del año 1.705 en Francia cuando el Duque de Orleans, cansado de siglos de oscurantismo y persecución saca de nuevo a la luz a la Orden y la hace pública, llegando hasta nuestros días, (pués de ahí venimos todos nosotros), donde la Iglesia Católica continua como siempre, es decir, a estas alturas ya no puede mantener el infundio y la mentira de la culpabilidad, y mucho menos después del negocio del "Processus contra Templarios", fascimil del que han vendido 799 libros a un precio inicial de 5999 euros, pero sin reconocer la simonía y total entrega por debilidad y cobardía del Papa Clemente V al asesino rey Felipe V que llevó entre otras cosas al intento de disolución de la Orden, algo solo conseguido a nivel administrativo dentro de la Iglesia pero no real, al mantenerse ésta viva, tanto en Portugal como Caballeros de Cristo como en la clandestinidad en diferentes puntos europeos; (conocemos muy bien nosotros mismos un caso en particular en el que todavía se sufre persecución por parte de elementos administrativos y eclesiales por la defensa de muertos y patrimonios).
La actual Iglesia Católica digamos que nos tolera, que "sin mojarse" y mientras no nos hagamos notar mucho, nos "deja estar", como si de alguna manera, en extraño "deja vu" necesitaramos su permiso para estar, para ser. Pero no termina como en otros casos de reconocer la maldad que acompañó a ese simoniaco Papa y a sus comparsas que en sus papeles de obispos y cardenales juzgaron y condenaron a un Temple que siempre defendió a la Cristiandad y que en absoluto era culpable de ninguna de las patrañas que se urdieron en su contra.
Es cierto que cada vez son más los religiosos y religiosas que acogen a los Templarios convirtiéndose en sus Capellanes, sus directores espirituales, sus confesores, etc. de tal manera que se podría decir que a la Orden no le faltan sus sacerdotes católicos al igual que no le faltan sus pastores protestantes, anglicanos, etc. porque la Orden es Cristiana, con C mayúscula, CRISTIANA.
Y como cristianos que somos, hoy conmemoramos con nuestras oraciones la muerte en la hoguera de nuestros mártires, de aquellos que prefirieron unirse a Dios antes de deshonrar a la Orden, morir a fuego lento antes de manchar los Mantos que la representan, ser leales a se juramento antes que vivir como sinvergûenzas deshonrosos. Lástima que en la actualidad su ejemplo no haya germinado en algunos que se llaman Templarios y prefieren la indignidad y la deshonra a la Luz que despide la Cruz que en nuestro Manto y Baussantte ondea roja y y pura, por el ejemplo y el espíritu de aquellos que supieron vivir y morir como lo que eran y nosotros aspiramos a recoger y ser: TEMPLARIOS.