Continuan haciendo negocios con los bienes que en su día pertenecieron a la Orden del Temple mientras la pasividad de los distintos gobiernos, tanto nacional como autonómico y local permiten lo que debería ser un bien público y restaurado y conservado en perfectas condiciones para conocimiento de futuras generaciones.
Seguramente se convierta en alguna "Tercia de san lo que sea" o salón de bodas o cualquier otro negocio de algún que otro mequetrefe que no dudará en utilizar a la Orden como medio de enriquecimiento personal.
Lean el artículo en cuestión. De vergüenza. Esta si es, a diferencia de la del sur, una verdadera reliquia templaria que nunca tendría que haber pasado a manos particulares, pero asi son las cosas con la gente a la que la historia y el respeto que merecen los legados que recibimos de ella no son más que mercancias con las que negociar.
VALLADOLID.- "Iglesia construida por los Templarios en el siglo XII", de "estilo de transición románico–cisterciense", "mantiene bellas proporciones y un interesante ábside semicircular decorado con columnas románicas y canecillos de piedra" y conserva "una portada románica".
El panel informativo con que la Junta de Castilla y León señala los monumentos de la Comunidad describe así la Iglesia de Santa María del Temple de Villalba de los Alcores (Valladolid), declarada de Bien de Interés Cultural (BIC) en 1991.
Esa forma de ‘vender’ las excelencias de una tierra que puede presumir de patrimonio en todos sus rincones, adquiere en este caso otras connotaciones. Porque lo que aquí se vende es la misma iglesia y no en sentido figurado. Pero no parece fácil. La oferta saltó en internet hace siete años, el templo costaba, y cuesta, 300.000 euros. Los propietarios, Policarpo y Emilio Hernández, han recibido en este tiempo la visita de más de un candidato, pero la venta "no ha cuajado", explica Paco Hernández, hijo del segundo de los hermanos.
Muchos documentos han cambiado el ‘apellido’ del Temple por el del Templo, pero la iglesia es conocida en Villalba de los Alcores como ‘la cilla’ ("casa o cámara donde se recogían los granos" en la definición del Diccionario de la RAE), lo que da ya alguna pista de la curiosa historia del edificio, al lado además de la plaza del Pósito, que remite a la misma actividad.
El templo pasó a manos privadas en el proceso de expropiación de bienes a la Iglesia iniciada en 1836 por Mendizábal. La conocida Desamortización llevó la construcción románico–cisterciense a manos de un "terrateniente" de la localidad; el padre de los actuales dueños se la compró a los herederos del primer propietario en 1935.
En su única nave rematada en bóveda de cañón apuntado no sólo ha habido rezos. Parece que fue ya a comienzos del siglo XIX cuando dejó su uso originario para el culto y se destinó a almacén de grano, lo que explica su nombre popular de ‘la cilla’. Entre sus sólidos muros de sillares han actuado los comediantes que en otros tiempo iban de pueblo en pueblo. De esa reconversión en teatro dan fe los rótulos en sus paredes señalando aún hoy las filas pares e impares de las butacas ya desaparecidas.
Cuando los sucesores de los cómicos de la legua pasaron a ser casi una especie en extinción, se convirtió en salón de baile para el pueblo. Todavía le faltaba otro curioso destino, el de molino público, antes de ser un simple almacén.
Por ahora es una incógnita su siguiente función tras un intento fallido del Ayuntamiento de Villalba para lograr financiación de instituciones públicas y privadas y hacer del templo una particular casa de cultura. Quienes se han acercado por el anuncio de venta han dejado ver ideas como convertir la iglesia en una sala de exposiciones o en un restaurante.
La utilización más factible podría ser la relacionada con este último sector. Méritos no le faltan al templo, sugiere el hijo de uno de los propietarios, para convertirse en un negocio de restauración. A sólo 26 kilómetros de la capital vallisoletana, Villalba de los Alcores es ya un destino turístico destacado en la provincia. En su término municipal se sitúa el monasterio de Santa María de Matallana, el Centro de Interpretación de la Naturaleza gestionado por la Diputación, el castillo vinculado a la familia política del presidente de la II República Manuel Azaña, unas recién restauradas murallas, la iglesia de Santiago... En el capítulo de ‘contras’ se impone la inevitable restauración de la iglesia, especialmente de su cubierta.
El panel informativo con que la Junta de Castilla y León señala los monumentos de la Comunidad describe así la Iglesia de Santa María del Temple de Villalba de los Alcores (Valladolid), declarada de Bien de Interés Cultural (BIC) en 1991.
Esa forma de ‘vender’ las excelencias de una tierra que puede presumir de patrimonio en todos sus rincones, adquiere en este caso otras connotaciones. Porque lo que aquí se vende es la misma iglesia y no en sentido figurado. Pero no parece fácil. La oferta saltó en internet hace siete años, el templo costaba, y cuesta, 300.000 euros. Los propietarios, Policarpo y Emilio Hernández, han recibido en este tiempo la visita de más de un candidato, pero la venta "no ha cuajado", explica Paco Hernández, hijo del segundo de los hermanos.
Muchos documentos han cambiado el ‘apellido’ del Temple por el del Templo, pero la iglesia es conocida en Villalba de los Alcores como ‘la cilla’ ("casa o cámara donde se recogían los granos" en la definición del Diccionario de la RAE), lo que da ya alguna pista de la curiosa historia del edificio, al lado además de la plaza del Pósito, que remite a la misma actividad.
El templo pasó a manos privadas en el proceso de expropiación de bienes a la Iglesia iniciada en 1836 por Mendizábal. La conocida Desamortización llevó la construcción románico–cisterciense a manos de un "terrateniente" de la localidad; el padre de los actuales dueños se la compró a los herederos del primer propietario en 1935.
En su única nave rematada en bóveda de cañón apuntado no sólo ha habido rezos. Parece que fue ya a comienzos del siglo XIX cuando dejó su uso originario para el culto y se destinó a almacén de grano, lo que explica su nombre popular de ‘la cilla’. Entre sus sólidos muros de sillares han actuado los comediantes que en otros tiempo iban de pueblo en pueblo. De esa reconversión en teatro dan fe los rótulos en sus paredes señalando aún hoy las filas pares e impares de las butacas ya desaparecidas.
Cuando los sucesores de los cómicos de la legua pasaron a ser casi una especie en extinción, se convirtió en salón de baile para el pueblo. Todavía le faltaba otro curioso destino, el de molino público, antes de ser un simple almacén.
Por ahora es una incógnita su siguiente función tras un intento fallido del Ayuntamiento de Villalba para lograr financiación de instituciones públicas y privadas y hacer del templo una particular casa de cultura. Quienes se han acercado por el anuncio de venta han dejado ver ideas como convertir la iglesia en una sala de exposiciones o en un restaurante.
La utilización más factible podría ser la relacionada con este último sector. Méritos no le faltan al templo, sugiere el hijo de uno de los propietarios, para convertirse en un negocio de restauración. A sólo 26 kilómetros de la capital vallisoletana, Villalba de los Alcores es ya un destino turístico destacado en la provincia. En su término municipal se sitúa el monasterio de Santa María de Matallana, el Centro de Interpretación de la Naturaleza gestionado por la Diputación, el castillo vinculado a la familia política del presidente de la II República Manuel Azaña, unas recién restauradas murallas, la iglesia de Santiago... En el capítulo de ‘contras’ se impone la inevitable restauración de la iglesia, especialmente de su cubierta.