Cuenta la tradición, aunque no consta en las Crónicas de Jaume I, que tras tomar Valencia, el monarca reza en un altar cercano a la actual Catedral de Valencia en honor a Sant Jordi. Es su forma de agradecer y brindar el triunfo al patrón de las milicias. Es, además, un acto de fe por parte del Conquistador y una prueba de que el fundador del Reino de Valencia tenía como misión cristianizar, como destaca el comisario del Any Jaume I, Eduard Mira.
La historia no ha borrado las huellas de la leyenda. En el callejón donde se ubica el arco que comunica la Catedral y la Basílica de la Virgen de los Desamparados, se encuentra una capilla externa donde, al parecer, Jaume I celebró la primera misa tras ser reconquistada Valencia en 1238.
En su interior, hay un pequeñísimo altar y un cuadro dedicado a Sant Jordi en la batalla de Santa Maria del Puig.
La impronta del caballero templario del que este año se celebra el 800 aniversario de su nacimiento no es un reducto del pasado. Uno de los objetivos de la Generalitat es dejar constancia en el presente y en el futuro de la herencia del padre de la patria valenciana.
Con esta premisa se ha creado la Orden Jaume I, que preside el jefe del Consell. Esta institución, que nació por decreto publicado el pasado febrero, otorgará tres medallas y una placa a valencianos que contribuyan al progreso de la Comunitat.
Estas distinciones, que no se entregarán a título póstumo, se concederán anualmente en un acto solemne. La celebración de este evento aún no tiene fecha ni se conocen los reconocimientos.
La Orden Jaume I
El nivel máximo de honores corresponde a dos condecoraciones: la Gran Cruz y la Cruz. También se concederá un segundo galardón que será la Cruz de Honor y el tercer reconocimiento será una placa, que recibirán personas jurídicas, entidades y colectivos.
También el patrón de las milicias tiene su cruz. Es la Generalitat Catalana la que tradicionalmente entrega las distinciones a personalidades destacadas de su autonomía. La Creu de Sant Jordi reconoce a aquellas personas y entidades sociales que se hayan distinguido por su colaboración en la difusión y promoción de la lengua y cultura catalanas, así como por su proyección exterior, especialmente en el terreno de la cultura y el deporte. Está considerada la máxima distinción que otorga la Generalitat de Cataluña.
La ceremonia de entrega de la Creu de Sant Jordi se celebra cada año en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), presidida por el presidente del Govern catalán.
24 personalidades y nueve entidades catalanas recibirán el galardón, entre ellos destacan el último alcalde franquista de Barcelona, José María Socías Humbert; los economistas Merc Sala y Jacint Ros; y el Institut Universitari Dexeus.
La Creu de Sant Jordi es un honor, pero también algunos rechazan tal condecoración. Fue el caso de Albert Boadella en 2004. No consideró coherente aceptar la medalla.
Dijo que el reconocimiento está "inflacionado" y que pronto habrá que preguntar "¿quién es el que no tiene la Creu de Sant Jordi?". En aquella ocasión, el director de Els Joglars se consideró más que premiado viviendo como vive de un trabajo que le encanta.
La renuncia se produjo a los diez años de que Joglars rechazara el Premio Nacional de Teatro, dotado con 2,5 millones de pesetas, y ocho después que Boadella aceptara la Medalla de Oro de Bellas Artes (1996) con la condición de que fuera para la compañía.