La figura y la obra de Jaume I a través del relato de quienes hoy pueblan algunas de las ciudades clave que conquistó hace siete siglosLAS PROVINCIAS arranca el Any Jaume I con un suplemento sobre el rey que creó el Reino de Valencia. Desde Montpellier, su lugar de nacimiento hace 800 años, se describe la vida y obra del monarca, que hoy es homenajeado en todas las ciudades valencianas.
02.02.08 - 06:40 -
E. PÉREZ
VALENCIA
02.02.08 - 06:40 -
E. PÉREZ
VALENCIA
Es 28 de septiembre de 1238. Sobre la muralla que rodea la ciudad se adivina a lo lejos una bandera. Los defensores del fortín despliegan un lienzo pintado con cuatro barras rojas. Es la senyal del rey, la enseña de Aragón. La ciudad se ha rendido. Por fin Valencia, la amada, la soñada, la perseguida durante tantos años, se rinde a los pies de Jaume I. "E quan vim nostra senyera sus en la torre descavalgam del vacal, e encreçam nos ves l'orient, e ploram de nostres uyls, e besam la terra per la gran merce que Deus nos havia feyta", narró el propio Conquistador en su Crónica.Atrás quedan cinco meses de asedio que empezaron apenas 300 soldados a caballo y un millar a pie. A ellos, poco a poco, se sumaron guerreros de todos los rincones de la geografía feudal: aragoneses, catalanes, occitanos, italianos, ingleses y hasta húngaros, atraídos por el olor de una segura recompensa cuando cayera la ciudad.
Pero Valencia simbolizaba mucho más que una ciudad poblada por 15.000 personas -aunque de ella salieron 50.000 almas tras la conquista-. Era la pieza clave de un territorio mucho más extenso; todas las tierras que dependían de ella y que se extendían hasta el río Júcar, y un bastión importante en los planes del rey de avanzar hacia el sur...; y de hacer resurgir la fe cristiana, de la que, tras quinientos años de predominio de la religión musulmana, "sobrevivieron vestigios de culto cristiano en lugares como la Roqueta", en Valencia, según destaca Jaime Sancho, presidente de la Comisión Histórico-Artística del Arzobispado de Valencia.
Valencia era la plaza más importante y una de las ciudades donde la huella de Jaume I sigue visible, aunque el tiempo y la modernización propia del paso de los siglos ha borrado muchas de esas señales. Algunas se han recuperado, como las pinturas murales del castillo de Alcañiz (Teruel), las más antiguas que recrean la toma de Valencia. El año pasado alrededor de 2.300 valencianos pasaron por el castillo de los Calatravos, donde en el siglo XIV las hazañas de Jaume I se reflejaron en la planta baja de la torre del homenaje. "Los valencianos, junto con los catalanes, son el grupo más numeroso de visitantes, por delante incluso de los propios aragoneses", aseguran desde la Oficina de Turismo de Alcañiz. En total, casi 16.500 personas visitaron el Castillo de los Calatravos el año pasado, y pudieron ver unos murales recién restaurados, ya que en 2004 concluyeron las obras de rehabilitación de la fortaleza.Valencia vibrará hoy como lo hizo el 9 de octubre de 1238, cuando, triunfal, Jaume I entró en la ciudad junto a su esposa, Violante de Hungría.
Pero, antes y después de esa fecha, el Conquistador que sentó las bases de lo que hoy es la Comunitat Valenciana pisó muchas otras ciudades, dentro y fuera del Reino de Valencia al que dio vida. Quienes las pueblan en la actualidad rehacen para LAS PROVINCIAS los pasos que dio el Conquistador en sus tierras.
Los primeros años
El viaje del rey conquistador comienza en Montpellier, al sur de Francia y a 180 kiómetros de la actual frontera con España. Ahí vio la luz por primera vez tal día como hoy, un 2 de febrero, pero 800 años atrás. Toda la vida de Jaume I, desde el mismo momento de su engendramiento, está rodeada de un halo de misterio. Su nacimiento, tal y como el propio rey narró posteriormente, fue fruto de la casualidad. Hubo que engañar al mismo Pedro II para que yaciera junto a su esposa, tal y como reflejó LAS PROVINCIAS con motivo del séptimo centenario de la muerte de Jaume I en un artículo del entonces director del diario, José Ombuena -que se reproduce en la contraportada de este suplemento-.El palacio real propiedad de la familia materna fue el primer hogar del futuro monarca, hijo de Pedro II de Aragón y María de Montpellier.
Cuando aún era bebé sufrió lo que describió posteriormente como un intento de atentado. Alguien, mientras dormía en la cuna situada cerca de una ventana en palacio, le lanzó una piedra desde el exterior. "Nuestro Señor no quiso que yo muriera", escribió. Nada se supo del autor, aunque se sospechó de los hijos de Guillermo VIII de Montpellier (abuelo materno), del conde Sancho, gran enemigo de Pedro II, e incluso de este mismo.
Su pueblo natal, no obstante, vive estos días de espaldas a una fecha tan simbólica. "El nivel de conocimiento de la figura de Jaume I aquí es cero", asegura el presidente de la Asociación de Niños del Exilio, Christophe Gourmand. Esta asociación, que intenta recuperar las raíces ibéricas de los pobladores en la región de Occitania, ha organizado junto a otros colectivos una serie de actos, que cuentan con un discreto apoyo municipal.Las actividades que se desarrollan hoy tienen, ante todo, carácter cultural. La Universidad de Montpellier inaugura el Espacio Jaume I de Aragón, acto al que asistirán -según consta en el programa- representantes locales, regionales y delegaciones extranjeras, entre ellas procedentes de Cataluña, Aragón, Valencia y Mallorca. Alrededor de 40 miembros de Amigos del Museo de Mallorca estarán entre ellos. "Es una oportunidad para reunir a pueblos hermanos", dice el presidente de la asociación, Pere Morey i Servera.En Montpellier además la jornada se celebrará con espectáculos de teatro, la presentación de dos libros editados por la Sociedad Arqueológica local y un concierto coral.Christophe Gourmand confía en que, poco a poco, la figura de Jaume I se vaya recuperando en su ciudad natal, que en 1349, junto a otros territorios en la antigua Occitania propiedad de Jaime III, pasaron a depender del rey Felipe IV de Francia.
Los siglos de dominio francés han reducido a la nada la historia anterior a esa fecha. Montpellier antes de 1349, para muchos, no existe, memoria que asociaciones como la de Chistophe Gourmand esperan recuperar.Pese a nacer en esta ciudad, que hoy alberga a más de 260.000 habitantes, la infancia de Jaume I no transcurrió en Montpellier. Pronto se convirtió en rey, aunque estuvo bajo la sombra de la figura de un consejo regente hasta los 10 años. Su padre murió en la batalla de Muret (1213) que puso freno a la expansión francesa del Reino de Aragón, clave también para la estrategia expansionista posterior dentro de territorio peninsular. La victoria quedó del lado de Simón de Monfort, a quien fue encomendado el pequeño Jaume. El Papa Inocencio III tomó cartas en el asunto e hizo que Simón de Monfort devolviera al rey-niño, que el pontífice envió a Monzón (Huesca) y entregó a la orden del Temple.
En los primeros años se formó un consejo de regencia, presidido por el conde Sancho Raimúdez, tío abuelo de Jaume I. En 1218 se puso fin a la regencia y el joven rey tomó las riendas de su futuro, en el que pronto empezó a cuajar la idea de reconquistar el terreno ganado por el Islam.La batalla crucialFue en 1231 cuando en Alcañiz se reunieron Jaume I, el noble aragonés Blasco de Aragón y el maestre de la Orden del Hospital, Hugo de Fullalquer. De ese encuentro, que aunque no se conoce la fecha exacta se pudo producir en la segunda mitad del año, surgió el plan de conquistar territorio valenciano. Antes Jaume I ya se había ganado el sobrenombre de Conquistador, al tomar Mallorca (1229), clave para el comercio catalán, en un momento en que las aguas estaban amenazadas por la piratería. Fue Blasco de Aragón quien con más insistencia defendió en Alcañiz las bondades de Valencia, tanto que acabaron de convencer al monarca. Conocía bien las tierras porque había estado dos años preso en la ciudad. "Que yo senyor he estat en la ciutat de Valencia be dos anys, o pus, quan vos me gitats de vostra terra. E no hi ha huy tant delitos llogar como es la ciutat de Valencia e tot aquell Regne: e te be set jornadas de terra de lloch".Tuvo que pasar aún casi una década para ver cumplido el sueño. No obstante, la victoria estaba escrita mucho antes de 1238. Conocida era en la época la decadencia y la descomposición almohade tras la derrota en Las Navas de Tolosa (1212).