«Ha habido un silencio vergonzoso hacia los vencidos, los musulmanes»

Antoni Furió es experto en Jaume I y catedrático de Historia Medieval de la Universitat de València
JONAS CLIMENTEste año se celebra el 800 aniversario del nacimiento de Jaume I, un monarca decisivo en la historia de Catalunya, Aragón, País Valencià e Illes Balears. Pero ocho siglos más tarde, todavía no existe un consenso total sobre la figura del ‘conqueridor’ y lo que representó. Las interpretaciones varían de un sitio a otro, de los vencedores a los vencidos. Eso lo convierte en un rey aún más fascinante, al que sólo se puede llegar a conocer desde una visión poliédrica, rigurosa y libre de prejuicios e intereses. Antoni Furió, catedrático de Historia Medieval en la Universitat de València, es uno de los expertos en Jaume I que reúne esas cualidades. Acaba de publicar El rei conqueridor. Jaume I: entre la història i la llegenda (Bromera), un libro cuyo título revela un espíritu manifiesto para presentar al monarca de la forma más realista posible.
—¿Cómo fue concebido Jaume I? Hay tantas historias...—Él mismo contó que su engendramiento fue prácticamente un milagro, por instigación divina, no dice nada más. Aunque reconoce que su padre no se acercaba ni a tiros a su madre, no explica si es porque era fea o por cualquier otro motivo. En cualquier caso, su padre prefería estar con las amantes que con su esposa. En otras crónicas posteriores se va amplificando la leyenda.
—¿Y qué cuentan esas versiones?—En un caso, dicen que la reina engañó al marido haciéndose pasar por una de sus amantes.Y, en otra crónica, la de Ramón Muntaner, todavía se exagera más porque participa todo el pueblo. Una gran procesión de mujeres casadas, doncellas, consellers de la ciutat, caballeros, eclesiásticos, etc., acompañan a la reina hasta la puerta del dormitorio del rey. La reina entra y la comitiva pasa toda la noche arrodillada, rezando y rezando, mientras el rey y la reina engendran a Jaume I. Por la mañana, el pueblo toca a la puerta y entra en el dormitorio. Cuando el rey ve a toda aquella gente, pega un salto de la cama y se saca la espada. Entonces, todos caen al suelo arrodillados y le explican el engaño y que lo habían hecho por su bien, para que tuviera un heredero.
—Su educación corrió a cargo de los templarios. ¿Por qué?—Jaume I perdió a sus padres a los cinco años. Su madre había estipulado que su educación fuera a cargo de los templarios. Así, fue educado sólo por hombres y recibió una formación muy guerrera y religiosa, más de la que hubiera recibido si hubiera sido educado en el Palacio Real. Todo eso influyó en su ideología y forma de pensar posterior.
—¿Era Jaume I tan atractivo como se dice?—Jaume I era una persona que media un palmo más que el resto de los hombres. Era un hombre rubio, delgado y esbelto. O, por lo menos, así es como lo pintan en los retratos.
—¿Cómo reivindican las distintas comunidades su figura?—Tiene una gran importancia porque es el ‘conqueridor’, el fundador de los dos reinos. En lugar de unirlos a Catalunya y Aragón creó dos reinos independientes: el Regne de Mallorca y el Regne de València. Por ello, en estas dos comunidades la veneración es total. Hay una gran devoción popular y también institucional hacia la figura del monarca. En cambio, en Catalunya es diferente porque ya hay otros mitos anteriores, como el de Guifré el Pilós o incluso, otro, el de un personaje que ni siquiera existía, Otger Cataló.
—Entonces, ¿en Catalunya se le valora menos?—Una encuesta que hizo TV3 hace poco decía que el personaje histórico más importante o más valorado por los catalanes de hoy es Jaume I. Por tanto, en Catalunya también hay una gran veneración. Lo que pasa es que los historiadores le recriminan algunas cosas, como que renunciara a Occitania, el sueño de un estado a caballo de los Pirineos. Y también que, a su muerte, dividiera sus reinos entre sus hijos, de manera que apartó el Regne de Mallorca de la Corona de Aragón. —¿Y qué piensan los aragoneses?—La gente también le tiene devoción. En cambio, los historiadores aragoneses le recriminan que creara un nuevo reino, en lugar de incorporar las tierras valencianas a Aragón y dar así una salida al mar. Consideran que eso taponó también la posible expansión de Aragón hacia el sur. Ochocientos años después los historiadores aún no lo han superado.
—Las comunidades están celebrando actos por separado, ¿no debería haber también encuentros comunes?—Sí, es una figura que también debería celebrarse conjuntamente. Estaría bien hacer un acto donde estuvieran los presidentes de Aragón, Catalunya, Valencia y Mallorca, más representantes también de Montpellier y de Perpinyà. Pero, por ahora, no hay la absoluta seguridad de que esto vaya a hacerse.
—¿Debería de haber también espacio para la crítica dentro del homenaje?—Ha habido un silencio vergonzoso hacia los vencidos, los musulmanes. Siempre se habla de la conquista sin tener en cuenta que aquí había una población antes. Nadie se ha preguntado o ha querido saber cúal fue su destino después de la conquista. Hay gente que fue desalojada de sus casas y sus tierras y fueron reducidos al cautiverio, convertidos en esclavos. Algunos trabajaron en las posesiones de los nuevos colones de la Isla y otros fueron vendidos en los puertos europeos y del Mediterráneo. Fueron dispersados por todos lados. Prácticamente, antes de que terminara el siglo XIII, ya no quedaban musulmanes autóctonos en la Isla. Evidentemente, la conquista tuvo unos efectos muy traumáticos para ellos.
—¿Cómo ha prevalecido su figura en las ‘rondalles’ y relatos populares?—Antoni Maria Alcover recoge muchos de los hechos de Jaume I y de la conquesta en las rondalles mallorquinas a partir de 1896. Historias que reelaboró y recreó literariamente, siempre con este toque de menosprecio al musulmán.
—Si Jaume I viviera en nuestra época, ¿a qué cree que se dedicaría?—Es un hombre del siglo XIII y, por tanto, es absolutamente inimaginable cómo sería en el siglo XXI. Si hoy saliera de su tumba, seguramente se volvería a meter corriendo dentro, porque no entendería nada.