Cuando alguien se ve en la difícil situación de salir de su tierra natal para dirigirse a un exilio forzado lo hace con la incógnita de si volverá algún día a su casa, a esas paredes entre las que disfrutó de buenos momentos, donde pasó instantes de felicidad con los suyos, con su familia, y también tristes cuando la muerte visitaba la casa y terca llamaba a la puerta de la misma pasando y llevándose a la persona querida.
Que te veas obligado a exiliarte significa romper con tu yo y tus vivencias, que aunque te acompañen siempre, nunca serán como las vivistes al convertirse en recuerdos, quizás confundiendo la realidad con los sueños. es la mayor pena que le puede caer a una persona en materia de represión, el verse obligada a exiliarse, a dejar los campos por donde corrió, donde vio a los suyos trabajar esa tierra dura y áspera de donde con el esfuerzo saldría después el fruto que permitía el sustento familiar.
Y pasan los años, y la pregunta incial de ¿volveré algín día? se va diluyendo en la tremenda y dura realidad del día a día, y cada vez se idealiza más, se sueña más con las escaleras que bajabas y subías, con el portón de la calle, con las noches de verano sentados en una silla al fresco relente nocturno que aliviaba la casa del calor de esos meses.
Y morir en el exilio es duro, es la confirmación del no retorno, del definitivo adiós que se dió en su momento sin saber que era definitivo y sin vuelta atrás. Es el mayor crimen que se puede cometer contra alguien, condenarlo a morir en el exilio, lejos de lo suyo, lejos de su vida. Es tan cruel que en ocasiones es más piadosa la naturaleza cuando priva a la razón de la realidad diaria, cuando se niega a que el cerebro reconozca la situación producida, pero hasta que eso pasa, generalmente han transcurrido muchos años de pena. de dolores, de añoranzas, de.....exilio.
NND, FTAT, +Anselmo de Crespi
Como un ala negra
Como un ala negra de aire
desprendida de hombro alto,
cuerpo de un muerto reflejo
en duras tierras ahogado,
la sombra quieta, tendida,
flota sobre el liso campo.
La nube, sombra en el viento
de la sombra, flor sin tallo,
de la amplia campana azul
adormecido badajo,
techo azul y suelo verde
tiene en la tarde de mayo.
Como una rama de almendro
el horizonte nublado.
La sombra quieta, tendida,
flota sobre el liso campo,
cuerpo de un muerto reflejo
en duras tierras ahogado.
(Del poeta malagueño Manuel Altolaguirre, exiliado en 1939).