Queridos +Hermanos y +Hermanas, ruego que tengáis presente en vuestras oraciones y receis por el alma inmortal de la señora de nuestro estimado +Hermano Antonio Álvarez Macías, que fué llamada ante el Señor y que vive ahora en el mundo de la Luz, protegida bajo el Milagroso Manto de Nuestra Señora, desde donde sin duda continuará velando por su familia.
Que nuestras oraciones sirvan para que la fuerza de ánimo lleguen a nuestro +Hermano y a su familia, en el convencimiento de las palabras de Nuestro Señor, según Juan 11:25 "Yo soy la resurrección y la vida . El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá."
Oración de San Agustín
¡No llores si me amas!,
¡Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo!
¡Si pudieras oír el cántico de los ángeles
y verme en medio de ellos!,
¡Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos;
los horizontes, los campos y los nuevos senderos que atravieso!
¡Si por un instante pudieras contemplar como yo,
la belleza ante la cual las bellezas palidecen!
¡Cómo!…¿Tu me has visto,
me has amado en el país de las sombras
y no te resignas a verme y
amarme en el país de las inmutables realidades?
Créeme…
Cuando la muerte venga a romper las ligaduras
como ha roto las que a mí me encadenaban,
cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce,
y tu alma venga a este cielo en que te ha precedido la mía,
ese día volverás a verme,
sentirás que te sigo amando,
que te amé,
y encontrarás mi corazón
con todas sus ternuras purificadas.
¡Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis, feliz!
Ya no esperando la muerte,
sino avanzando contigo,
que te llevaré de la mano por senderos nuevos de Luz…
y de Vida…
¡Enjuga tu llanto y no llores si me amas!
Silencio y paz.
Fue llevada al país de la vida. ¿Para que hacer preguntas? Su morada, desde ahora, es el Descanso, y su vestido, la Luz. Para siempre.
Silencio y paz. ¿Qué sabemos nosotros?
Dios mío, Señor de la Historia y dueño del ayer y del mañana, en tus manos están las llaves de la vida y la muerte. Sin preguntarnos, la llevaste contigo a la Morada Santa, y nosotros cerramos nuestros ojos, bajamos la frente y simplemente te decimos: esta bien. Sea.
Silencio y paz.
La música fue sumergida en las aguas profundas, y todas las nostalgias gravitan sobre las llanuras infinitas.
Se acabó el combate. Ya no habrá para ella lágrimas, ni llanto, ni sobresaltos. El sol brillará por siempre sobre su frente, y una paz intangible asegurará definitivamente sus fronteras.
Señor de la vida y dueño de nuestros destinos, en tus manos depositamos silenciosamente este ser entrañable que se nos fue.
Mientras aquí abajo entregamos a la tierra sus despojos transitorios, duerma su alma inmortal para siempre en la paz eterna, en tu seno insondable y amoroso, oh Padre de misericordia.
Silencio y paz.