En el siglo XI se decidió ampliar la ciudad levantando un cerco amurallado que englobó incluso el torrente de la Riera
Edificio del Temple que aguarda su remodelación. B. Ramon
En el año 904 los musulmanes se establecieron definitivamente en la antigua Palma romana que ahora pasaba a denominarse Madina Mayurqa. En una fecha incierta del siglo XI se decidió ampliar la ciudad considerablemente levantando un nuevo cerco amurallado que englobó incluso la parte occidental del torrente de la Riera. A principios del siglo XII la construcción de la muralla ya había sido finalizada.
El 22 de agosto de 1114 una coalición cristiana, encabezada por el conde de Barcelona, desembarcó en la playa del Arenal con la intención de invadir Madina Mayurqa. Después de un duro sitio, el 2 de febrero de 1115, los cruzados asaltaron la ciudad para después huir con el botín.
La parte oriental de la urbe fue la más castigada y arrasada. Por ello, al reconstruir las murallas, los musulmanes decidieron levantar una doble puerta fortificada en la parte de Levante, la cual, una vez construida, fue conocida como Gumara. Esta fortificación consistía en un recinto amurallado y almenado, cuadrangular, con dos puertas, una que daba al exterior y la otra al interior de la ciudad. Estos dos accesos de Gumara presentaban una estructura similar a la del resto de puertas existentes en el cerco amurallado de Madina Mayurqa. En la actualidad se conserva una de las puertas de aquella muralla: la de la Gabella de la Sal, al principio de la calle del Mar, la cual da una idea de las dimensiones que tenían esos accesos.
Con la conquista de Mallorca por Jaime I, Madina Mayurqa se convirtió en Ciutat de Mallorques. La ciudad fue dividida en diferentes porciones y repartida entre el rey y los principales barones que habían contribuido en la cruzada. El rey cedió Gumara a los caballeros de la orden del Temple. A partir de entonces esta puerta fortificada dejó de ser el acceso levantino de la ciudad, ya que los templarios tapiaron el portal exterior para convertir el recinto en su fortaleza, sede de la encomienda templaria en Isla. Fue a partir de entonces que Gumara pasó a ser denominada con el nombre Castillo del Temple, Casa del Temple o simplemente Temple, topónimo que ha perdurado hasta el día de hoy.
Los templarios eran conscientes de la necesidad de poseer una fortaleza bien protegida, incluso de los mismos ciudadanos cristianos. Recordemos que cuando Jaime I reunió el botín de guerra después del asalto de la ciudad, ordenó que fuesen los templarios quienes lo custodiasen en el Temple, para salvaguardarlo de las razias y abusos de los cruzados. En la fortaleza también se depositó el archivo real el cual poseía documentos tan importantes como el Llibre del Repartiment. Hubo otros episodios en los que el Temple se convirtió en lugar seguro en momentos de rebelión o guerra. Por ejemplo, el lugarteniente de Jaime II, Ponç Çaguàrdia (hermano del comendador del Temple, Ramon) se refugió en el castillo del Temple, convirtiéndose en el último bastión de Palma que se enfrentó a las tropas de Alfonso el Franco (1285) durante la guerra contra la corona de Aragón. O también tomó protagonismo cuando Sancho de Mallorca, hermanastro de Jaime III, fue apresado por Pedro el Ceremonioso, durante la guerra entre las dos Coronas, en 1345.
Los templarios, a parte de construir una capilla, la casa del comendador y otras dependencias menores, reforzaron la puerta del castillo, aumentando considerablemente el alzado de las torres que flanqueaban el acceso, además de añadirle un cuerpo trasero que le otorgó mayor solidez, permitiendo a su vez disponer de algunas estancias. Con este aspecto pervivió esta puerta hasta las últimas décadas del siglo XIX, tal como se puede observar en los diferentes planos que se han conservado a lo largo de los siglos.
La Orden del Temple fue suprimida en 1312 (Concilio de Vienne) y, para el caso de Mallorca, una parte importante de sus bienes fueron a parar a la orden militar de San Juan –más tarde conocida como la Orden de Malta– gracias al concordato de 1314 entre el rey Sancho de Mallorca y estos monjes-soldados. El castillo del Temple fue una de las propiedades que pasó a los sanjuanistas. De todas formas, los usos que ha tenido la fortificación a lo largo del tiempo han sido muy variados. En el siglo XVI fue sede del Tribunal de la Inquisición. En el siglo XVIII fue convertido en cuartel militar y finalmente en 1811 el castillo fue alienado por el Estado.
En 1820 fue vendido al depositario general del Reino, Pedro Suau y, posteriormente, fue traspasado a diferentes propietarios hasta que, en las últimas décadas del siglo XIX, la propiedad se fragmentó y se inició su urbanización. Se demolieron la mayoría de sus muros y torres, la antigua casa del comendador fue convertida en vivienda familiar, mientras que la antigua capilla sufrió una profunda remodelación y una ampliación a cargo de Pere de A. Peña. La fachada de la puerta de acceso quedó desfigurada al añadírsele un cuerpo central entre las torres –con el fin de ganar metros de vivienda–. A las torres se les otorgaron más altura y se remodeló la parte trasera, se modificaron los forjados… todo ello para convertir la puerta en un edificio de viviendas. Durante la Guerra Civil una bomba daño considerablemente el edificio. Por suerte afectó, sobretodo, al añadido entre torres.
En 2007, el Ayuntamiento de Palma pudo adquirir la puerta del Temple. Este esfuerzo económico se hizo con la intención decidida de recuperar el antiguo acceso del castillo del Temple. Ahora, tras una larga tarea arqueológica que ha permitido entender mejor el edificio, se procederá al inicio de obras con las que se recuperará este importante elemento patrimonial de la historia de Palma
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