Interior retira a la Policía y da por desactivadas las protestas en barrios ricos porque ya no ve riesgo
Los expertos atribuyen la pérdida de fuelle a la desescalada y al intento de Vox de capitalizarlas
Las protestas en los barrios ricos de Madrid agonizan tras la apertura de terrazas. En la imagen, dos de los diez participantes el martes en la calle Núñez de Balboa. / JOSÉ LUIS ROCA
Nacieron, se multiplicaron y han envejecido en treinta días. Llegaron a convocar protestas en 18 barrios de Madrid y muchas otras capitales en las que participaron unos pocos miles de personas. Un mes después, la pseudorevuelta iniciada en el barrio de Salamanca, a la que algunos llamaron la de 'los Cayetanos', se apaga. Desde ahora, las caceroladas ya no serán diarias, sino semanales. Y el Ministerio del Interior ha retirado la vigilancia sobre la zona, según comprobó EL PERIÓDICO. Apenas diez personas participaron el martes por la noche en la protesta de Núñez de Balboa, la tercera calle más cara de Madrid, en el tercer barrio más rico de España.
Ellos son los últimos de Núñez de Balboa, una protesta de ricos o pijos que gritaban "Libertad" y hacían sonar sus cacerolas. Quedan una decena cuando dan las nueve de la noche. Dos jubilados, pelo gris y aspecto saludable, esperan a un compañero que llega al volante de un Jaguar azul eléctrico y saca del asiento trasero una bandera de España en la que se envuelve. "La culpa de que no venga nadie la tienen las terrazas y el solecito", comentan entre ellos, resignados. En la esquina de la calle hay abierto ya un bar. Madrid está en la fase 2 de la desescalada y ven cómo agoniza su protesta.
Nacidos el 10 de mayo
Joaquín Ariza, el hombre que ha llevado el megáfono durante estos 30 días, admite que han perdido fuerza. "Desde ahora, no haremos protestas diarias, serán semanales, los miércoles". Él también insiste en la influencia de las terrazas, los bares y la desescalada. Con un padre que fue ayudante militar con Calvo Sotelo y Felipe González, Ariza defiende que han protagonizado un movimiento "vecinal, transversal" nacido el 10 de mayo, cuando, según su versión, un grupo de policías irrumpieron y multaron a vecinos que estaban protestando con música y banderas de España.
Fuentes policiales analizan las causas del final de ese bautizado como "Movimiento Barrio de Salamanca" y que ahora se llama "Resistencia Democrática". "Fue un movimiento vecinal, de barrio, que sorprendió. Estaba formado por familias conservadoras, algunas de orígenes militares… Eran horizontales, estaban vinculados entre ellos por Whatsapp, no tenían un líder, no han solidificado. Tampoco había una finalidad clara, más allá de protestar contra el Gobierno. Como muchos movimientos sociales, ahora surgen bruscamente y mueren bruscamente".
No rompió fronteras
Un analista explica que la protesta "no supo romper las fronteras del barrio rico. En Madrid se podía trazar durante estas semanas una divisoria del ruido que hacían en función del nivel de renta. A más renta, más cacerolas. En otras ciudades hubo réplicas en los pequeños 'barrios de Salamanca' que hay en ellas". En los barrios más populares, en cambio, las protestas no prendieron.
Otro factor que impidió crecer al movimiento fue, curiosamente, Vox, según las fuentes policiales consultadas por EL PERIÓDICO. "Cuando se desencadenó la crisis anterior y el 15M, no había ningún partido que representara a aquellas personas. Así surgió Podemos; pero ahora, en esta crisis, muchas de estas personas que protestaban tienen ya a Vox, que es el tercer partido político en el Parlamento".
Muñecas rusas
El apadrinamiento que Vox hizo de las caceroladas también habría contribuido a su final. "Todas estas protestas han sido como un juego de muñecas rusas. La más pequeña eran los vecinos de Núñez de Balboa. Luego llegaron algunos oportunistas de redes sociales vinculados a la extrema derecha y, finalmente, apareció Vox. Desde que ocurrió esto, sobre todo con la manifestación en coches del 25 de mayo, se ve que el partido político tiene un altavoz mayor, parasita y digiere a las protestas iniciales". Dos mujeres que participaban con sus cacerolas el martes en la mínima protesta de Núñez de Balboa se quejan de "la poca memoria de los españoles". Una de ellas recuerda que "vinieron aquí niñatos de extrema derecha, pero ya se han ido. No queremos nada con ellos".
Por ese sabor ultraderechista, algunas personas rechazaron entrar en esas movilizaciones y otras las abandonaron. "Vieron que se envolvían en la bandera de España, que eran gente de dinero, que vivían en calles donde no se pasa hambre, con buenos coches y que estaban siendo capitalizados por un partido político que genera rechazo en mucha parte del electorado", afirman las fuentes consultadas que han analizado el auge y caída de la protesta. Fue un movimiento que se definió como "de derecha patriótica", y que por eso mismo "no pudo mutar a un verdadero movimiento social" y convertirse en una especie de 'chalecos amarillos' al estilo de Francia.
Los últimos rebrotes
Los últimos rebrotes de protestas, pequeños, han sido para apoyar al coronel Diego Pérez de los Cobos, el jefe de la Guardia Civil en Madrid destituido por los informes sobre las manifestaciones del 8-M y también contra el jugador del Real Madrid Isco Alarcón, que dio un 'me gusta' a un mensaje del rapero Rayden en el que posaba con una camiseta con el lema ACAB ('Todos los Cayetanos son bastardos'). El movimiento anuncia que ha pedido al Real Madrid que sancione al jugador "podemista".
En cuanto al futuro, al mes próximo, Joaquín Ariza, el hombre del megáfono, anuncia que tratarán de celebrar una manifestación de protesta contra el Gobierno el 27 de junio, y a partir de ahí, reconoce: "Posiblemente lo iremos dejando, si no nos dan motivos para volver". Si la crisis aprieta, ¿es posible que brote un 15-M de derechas? Las fuentes policiales consultadas por EL PERIÓDICO no lo ven factible. "No les veo durmiendo en tiendas de campaña, pasando frío; tampoco en las barricadas. Ese no es su estilo, incluso estéticamente", explican.
Los diez últimos de Núñez de Balboa creen que las movilizaciones sirvieron para que la gente tomara conciencia de lo que ocurría. Incluso que han ayudado a aliviar la desescalada. Jorge, un entusiasta jubilado que se dice "pijo, a mucha honra" y "facha, si tú quieres decirlo así", añade una supuesta victoria más conseguida en estos treinta días de ruido: "Esto empezó porque hubo policías que quitaban las banderas de España. Lo hemos frenado. Hemos logrado cortar la incursión comunista en España". Lo dice, convencido, en una calle donde Siberia es el nombre de un salón de manicura.
@Luis Rendueles/elperiodico.com
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