Salimos de nuevo a la red con un motivo importante, rebelarnos, como siempre hemos hecho, contra la ola de xenofobia que recorre no solo España, Europa entera, llegando a ser preocupante en las filas de la Orden por el aumento y la sinrazón de personajes que, confundiendo y desconociendo la historia de la Orden del Temple, la transforman en base para sus despropósitos y proclamas más inmundas, cercanas mucho más al nazismo más cruel que a la regla por la que deberíamos llevarnos.
Me dicen a veces que parece que defiendo a los musulmanes. Claro, no solo lo parece, es que los defiendo. Los defiendo de esos ignorantes exaltados que confunden a la mayoría de los musulmanes con esa minoría despreciable y asesina de los atentados, crímenes y secuestros. Son bastantes menos los terroristas musulmanes que los fieles musulmanes que no lo son en absoluto y que están también en contra de esas inmundas bestias que no dudan en hacer inmolar a niños con tal de aterrorizar al mundo entero.
Defiendo a esos musulmanes de la escoria xenófoba al igual que defiendo a los cristianos de esa minoría que ve detrás de cada Cruz un enemigo, o detrás de cada kippa un asesino.
No pienso tolerar sin decir nada, sin oponerme, a que un viejo aburrido o algún otro subnormal racista y xenófobo enciendan en la mente de nuestros jóvenes un odio que quizás el día de mañana les arrastre a la muerte o a la cárcel. Gentuza que no tiene ya donde arrastrar su barrigón, que no pueden, y perdone, cargar ya ni con sus huevos, utiliza las redes sociales para encender la hoguera del odio, de la venganza más inútil y más cruel, generalizando en todos los musulmanes los actos terroristas de la minoría asesina y criminal. No se puede consentir, y digan lo que digan, piensen lo que piensen, me tendrán siempre enfrente, por la salud mental de nuestros jóvenes, por la defensa de millones de inocentes que no tienen culpa de los actos de asesinos, y por una ética que me lleva a combatir de cerca a todo eso que huela a abuso, a xenofobia, a odio racial y religioso.
Que Dios les perdone el mal que hacen.