Continuando con el tema del otro día del Beauceant Templario, y siguiendo con el texto del Dr. Carlos Juncal Mir, veremos hoy el por qué de un mismo Beauceant para todos y el por qué de las marcas, símbolos y demás.
Interesante explicación la del Dr. Juncal Mir y de una lógica aplastante de algo que aún hoy en día sigue usándose, (ver las imágenes de veneno, de peligro de descarga eléctrica)
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Para entender un poco mejor la simbología de las banderas, escudos, estandartes, etc., debemos situarnos en el momento histórico de los acontecimientos. Se nos hace imperioso recordar que durante los siglos X, XI y XII, y ni que hablar en siglos anteriores, la inmensa mayoría de personas no sabían ni leer ni escribir y salvo la comunicación oral lo que más utilizaban era la comunicación simbólica o pictórica. Sólo un reducido número de personas, monjes, algunos sacerdotes, pocos nobles, tenían la capacidad de la comunicación escrita, eran sociedades “ágrafas”. Es a causa de ello que el uso de símbolos, iconos, esculturas, pinturas, petroglifos, etc., era indispensable para poder comunicar al conjunto de la sociedad el mensaje del poder y su significado.
Los juglares fueron una verdadera fuente de información y comunicación para los pobladores de la edad media.
La Orden del Temple, no fue ajena a tal realidad, sus seguidores no eran ilustrados en el arte de la lectura y la escritura – salvo excepciones – por lo tanto debió, a través de la simbología, por ejemplo en sus construcciones; con marcas de cantería repartidas por un sinfín de lugares, sus pinturas y frescos; y en su lenguaje militar hermético, pero ordenado debían transmitir a sus seguidores, enemigos o lugareños su mensaje.
Para esa época el lenguaje de los símbolos – un lenguaje interpretativo – debía de ser sencillo y fácil de asimilar y recordar, piensen que muchas veces iba en ello la vida o la muerte de las personas.
Imagínense Uds. en medio del fragor de la batalla, cegado por los reflejos del sol en las armas y armaduras, medio obnubilado por el olor a sangre, el polvo y la angustia y no saber o no recordar o no distinguir cuál es el blasón de su bando por no recordar los colores del mismo o confundirlo. Imagínense por unos momentos la desesperación. La existencia se nos volvería ciertamente caótica y es muy probable que huyésemos despavoridos para cualquier lado tratando de salvar nuestra pobre vida. Por ello los símbolos que utilizaban los templarios tenían determinadas características como para poder ser conocidos, reconocidos y diferenciarse de otros grupos fácilmente. Asumamos que por aquel entonces, saber identificar, tanto en tiempos de guerra como de paz hacia dónde acudir era una cuestión ciertamente de vida o muerte.
Para entender un poco mejor la simbología de las banderas, escudos, estandartes, etc., debemos situarnos en el momento histórico de los acontecimientos. Se nos hace imperioso recordar que durante los siglos X, XI y XII, y ni que hablar en siglos anteriores, la inmensa mayoría de personas no sabían ni leer ni escribir y salvo la comunicación oral lo que más utilizaban era la comunicación simbólica o pictórica. Sólo un reducido número de personas, monjes, algunos sacerdotes, pocos nobles, tenían la capacidad de la comunicación escrita, eran sociedades “ágrafas”. Es a causa de ello que el uso de símbolos, iconos, esculturas, pinturas, petroglifos, etc., era indispensable para poder comunicar al conjunto de la sociedad el mensaje del poder y su significado.
Los juglares fueron una verdadera fuente de información y comunicación para los pobladores de la edad media.
La Orden del Temple, no fue ajena a tal realidad, sus seguidores no eran ilustrados en el arte de la lectura y la escritura – salvo excepciones – por lo tanto debió, a través de la simbología, por ejemplo en sus construcciones; con marcas de cantería repartidas por un sinfín de lugares, sus pinturas y frescos; y en su lenguaje militar hermético, pero ordenado debían transmitir a sus seguidores, enemigos o lugareños su mensaje.
Para esa época el lenguaje de los símbolos – un lenguaje interpretativo – debía de ser sencillo y fácil de asimilar y recordar, piensen que muchas veces iba en ello la vida o la muerte de las personas.
Imagínense Uds. en medio del fragor de la batalla, cegado por los reflejos del sol en las armas y armaduras, medio obnubilado por el olor a sangre, el polvo y la angustia y no saber o no recordar o no distinguir cuál es el blasón de su bando por no recordar los colores del mismo o confundirlo. Imagínense por unos momentos la desesperación. La existencia se nos volvería ciertamente caótica y es muy probable que huyésemos despavoridos para cualquier lado tratando de salvar nuestra pobre vida. Por ello los símbolos que utilizaban los templarios tenían determinadas características como para poder ser conocidos, reconocidos y diferenciarse de otros grupos fácilmente. Asumamos que por aquel entonces, saber identificar, tanto en tiempos de guerra como de paz hacia dónde acudir era una cuestión ciertamente de vida o muerte