Repasando los motivos que muchas de las Obediencias actuales exhiben para intentar demostrar su continuación con la Orden del Temple original, recordamos la tan famosa Carta de L,'Armenius, de la que muchos hablan y no conocen en su totalidad.
Tendremos que decir que nosotros, en Fratertempli Orden del Temple, estamos de acuerdo con la gran mayoría de historiadores sobre la falsedad de esta carta, ya que desde que el entonces Gran Maestre Bernard Raymond Fabré Palaprat la sacó a la luz como prueba de la autenticidad de su cargo, nunca han dejado que se le practicaran los medios científicos existentes para probar su autenticidad, ya que se podrían haber analizado el pergamino, las tintas, los trazos de escritura, etc. pero nada de eso se pudo hacer. Ellos sabrán por qué.
Incluso el ataque en la misma misiva contra los +Hermanos escoceses es muy llamativo si conocemos el discurrir del Temple en Escocia y su supervivencia, de la que ahí si que no hay dudas y si extensa documentación y datos de lugares y personas. Ese ataque apunta a querer, por parte de los creadores de la famosa carta, quitarse del medio a quienes si podrían demostrar una vía de transmisión, como los +Hermanos de Escocia.
Aún así, hoy vamos a subir la famosa Carta de L'armenius para conocimiento de aquellos que aún no la conocen
Buen domingo a todos.
NND, FTAT.
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«Yo, hermano Juan Marcos Larmenius, de Jerusalén, designado para la suprema y Gran Maestría, a la cabeza de la orden universal del Temple, por la gracia de Dios, por la decisión más secreta del venerable y más sagrado mártir, el gran maestre de la orden del Temple, (al cual honor y gloria) y confirmado por la asamblea común de los caballeros, a todos los que lean ésta, Saludos, Saludos, Saludos.
Sabed todos, presentes y futuros, que, flaqueando mis fuerzas a causa de la avanzada edad, y considerando la gravedad de las circunstancias, junto con la dificultad del gobierno, para mayor gloria de Dios, y la protección y seguridad de la orden, los hermanos y los estatutos, yo, el humilde maestre de la orden del Temple, he decidido depositar la Suprema Maestría en manos más fuertes.
Es por ello que, con la ayuda de Dios, y con el consentimiento unánime del gran convento de caballeros, he conferido la gran maestría de la orden del Temple, así como la autoridad, y los privilegios inherentes, al ilustre comendador y muy querido hermano Francisco Tomás Teobaldo de Alejandría, y por el presente decreto se lo confiero de por vida, con el poder, según las leyes del momento y la situación, de transmitir la suprema gran maestría a otro hermano, que deberá elegir entre los más distinguidos por la nobleza de la educación y por el carácter, así como por sus costumbres honorables. Y ello para que la continuidad de los sucesores en la Maestría se perpetúe de manera no interrumpida y para garantizar la integridad de los estatutos.
Así pues, ordeno que el grado de maestre no sea transmitido sin la autorización del convento general de Caballeros del Temple, siempre que este gran convento se reúna; y que en este caso, el sucesor sea elegido de acuerdo con la voluntad de los Caballeros.
Y para evitar que se descuiden las funciones del cargo soberano, habrá desde ahora y para siempre cuatro vicarios del maestre, que compartirán con él de forma vitalicia la suprema dignidad y la autoridad sobre toda la orden. Estos vicarios serán escogidos entre los más viejos según la fecha profesión. Establecemos este estatuto de acuerdo con el voto favorable de los hermanos y las órdenes que hemos recibido del muy santo y muy feliz antes dicho maestro mártir, todo honor y toda gloria para él. Amén.
Por último, en virtud de un decreto del gran convento de hermanos, y en virtud de la suprema autoridad que se me ha confiado, quiero, digo y ordeno que los templarios escoceses, desertores de la orden, sean anatematizados, así como los expoliadores de las propiedades de nuestra milicia (que Dios tenga piedad de ellos). Quiero, digo y ordeno que sean excomulgados del Temple, desde ahora y para siempre.
Es por ello que he creado signos, desconocidos y fuera del alcance de los falsos hermanos, que he comunicado al gran convento, los cuales serán transmitidos oralmente por los caballeros.
Queremos que estos signos sólo puedan ser revelados después del noviciado y de su recepción como caballero, según lo establecen los estatutos, ritos y costumbres de los caballeros del Temple, transmitidos por mí al eminente antes mencionado comendador, lo mismo que yo los recibí del venerable y muy santo gran maestre mártir (a él honor y gloria).
¡Hágase como he dicho!
¡Hágase!
Amén.
Dado por mí, Juan-Marcos Larmenius, el día trece de febrero
de 1324.
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