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FRATERTEMPLI - ORDEN DEL TEMPLE, el blog: febrero 2021
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LA RELIQUIA

LA RELIQUIA
LA CASA FOX, EN PODER DE LA RELIQUIA DESDE EL 191 AL 902 AÑO DEL TEMPLE

“AÑO 191 DEL TEMPLE, (1309), UNOS 40 CABALLEROS TEMPLARIOS PROCEDENTES DE LOS CASTILLOS DE MONZÓN Y CHALAMERA DIRIGIDOS POR SU COMENDADOR FR.++BERENGUER DE BELVIS RESISTEN A DURAS PENAS EN EL CASTILLO DE MONZÓN EL ASEDIO DE LAS TROPAS DE JAIME II DIRIGIDAS POR EL PROCURADOR GENERAL ARTAL DE LUNA. RENDIDO EL CASTILLO, EL COMENDADOR TEMPLARIO HACE ENTREGA DE SU CRUZ PECTORAL AL CONQUISTADOR DE LA FORTALEZA ARTAL DE LUNA, CON LA ÚNICA CONDICIÓN DE QUE NO LA DEJARA CAER EN MALAS MANOS, MANOS SACRÍLEGAS, ES DECIR, EN LAS MANOS DE LA IGLESIA, PARA QUE NO DESAPARECIERA. ARTAL DE LUNA CUMPLE SU PALABRA Y ENTREGA LA CRUZ A LA MADRE DE UN TEMPLARIO, DEFENSOR DEL CASTILLO. LA RELIQUIA LLEGA POR ESTA VÍA A LA TEMPLARIA CASA FOX, QUE LA CUSTODIA HASTA NUESTROS DÍAS. DONDE ESTÉ LA CRUZ ESTÁ LA ORDEN. ASI HA SIDO Y ASI SERÁ, PESE A LOS INTENTOS DE APROPIACIÓN POR PARTE DE ELEMENTOS AJENOS A LA MISMA AUNQUE EN ALGUNOS CASOS VISTIERAN NUESTRO BLANCO MANTO. ROGUEMOS A LA CRUZ PARA QUE CON LOS DELINCUENTES QUE PROTAGONIZARON LOS DESHONROSOS Y DELICTIVOS HECHOS OCURRIDOS EN EL SIGLO XX EN BELVER DE CINCA CON LOS RESTOS DE LOS DEFENSORES DE LOS CASTILLOS DE MONZÓN Y CHALAMERA Y VECINOS TAMBIÉN ALLÍ ABANDONADOS SE HAGA JUSTICIA Y LOS RESTOS DE LOS CABALLEROS TEMPLARIOS Y DE LOS VECINOS PROFANADOS Y EXPOLIADOS JUNTO A ELLOS ABANDONEN EL VERTEDERO Y EL OSARIO PARA QUE, UNA VEZ ENTREGADOS A QUIEN DESDE EL PRIMER MOMENTO DEL EXPOLIO Y LA PROFANACIÓN NO CESA EN ESTA LUCHA DE DAVID CONTRA GOLIATH, RETORNEN DE SU MANO A LA SEPULTURA DIGNA DE LA QUE NO DEBIERON SER PRIVADOS EN DONDE DISPONGA EL HEREDERO DE LA CASA FOX, TEMPLARIO INCANSABLE Y LUCHADOR INAGOTABLE AL QUE TODAS LAS RAMAS DE LA ORDEN Y DEMÁS GENTE DE BIEN DEBIERAMOS AYUDAR EN SU BÚSQUEDA DE JUSTICIA Y REPARACIÓN DE LOS DAÑOS CAUSADOS. ES NUESTRA OBLIGACIÓN."

¿CONTINUAREMOS MIRANDO PARA OTRO LADO MIENTRAS LOS RESTOS DE LOS +HERMANOS SIGUEN EN EL VERTEDERO?

SI QUIERE CONOCER LOS HECHOS, EL LUGAR DONDE SE PROFANARON LAS TUMBAS DE ANTIGUOS CABALLEROS TEMPLARIOS. SABER QUIENES SON LOS PROTAGONISTAS Y CULPABLES DE LA SACRÍLEGA PROFANACIÓN Y POSTERIOR ABANDONO DE LOS RESTOS HUMANOS EN EL VERTEDERO DE BELVER, ENTRE EN EL BLOG DE BELVER DE LOS HORRORES

Burofax enviado por D. Miguel Fox a Fernando Elboj Broto

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Belver de los Horrores

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NO DESCANSAREMOS HASTA QUE SE HAYA HECHO JUSTICIA CON "LOS MUERTOS DEL VERTEDERO Y LA CASA FOX"


NNDNNSNTDG

POR SI HAY ALGÚN DESPISTADO.

Para que si alguien, despistado o intencionado, cree o dice que nos ha escrito no siendo verdad, y aunque desde la creación del blog está en la parte inferior del mismo nuestra dirección de correo electrónico, nuestro email es fratertempli@yahoo.es , siendo el máximo responsable de lo que aquí se dice, Fr.+++ Anselmo de Crespi.


SI TARDA UNOS MOMENTOS EN CARGAR LA SIDEBAR, (PARTE DERECHA), LES PEDIMOS DISCULPAS, PERO SERÁN SOLO UNOS BREVES MOMENTOS LO QUE TARDE.




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FTAT, NND. Fr. +++Anselmo de Crespi,

que por cierto, y para algún ignorante, es mi nombre iniciático, no es un alias, ni un nick tras el que esconderme, ni por supuesto mi nombre de pila. Y no soy conde, ni marqués, ni tengo ningún título de esos que como en Illescas, (Toledo), compran algunos y que son más falsos que ellos mismos.

miércoles, 17 de febrero de 2021

La hambruna española que fue borrada de la historia: ¿y si mató más que la guerra?

 

El historiador español Miguel Ángel del Arco recuerda que los años cuarenta no fueron un periodo de escasez, sino una hambruna en toda regla comparable a las de Grecia, Holanda o Ucrania.


Los años cuarenta forman parte del imaginario colectivo español como una época de hambre y escasez. Sin embargo, dichos términos no hacen justicia a lo que realmente ocurrió en nuestro país entre 1939 y 1942 y, más tarde, en el epílogo de 1946. No fue un periodo de hambre, sino una hambruna, que no es lo mismo. Según la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, una hambruna es “la carencia grave de alimentos, que afecta a un área geográfica grande o un grupo significativo de personas”, y cuya consecuencia es “la muerte por inanición de la población afectada, precedida por una grave desnutrición o malnutrición”.


Fue una hambruna, y no simple escasez, lo que arrasó España durante los años de la posguerra, a pesar de que no figure como tal en los libros de historia. Es la tesis que el historiador de la Universidad de Granada y becario de la Fundación BBVA, Miguel Ángel del Arco Blanco, mantiene y expone en su último trabajo, publicado en el ‘Journal of Contemporary History’ con el nombre de “Hambruna en España durante la dictadura de Franco 1939-1952”: que esta debe clasificarse junto a otras grandes hambrunas reconocidas, desde el Holodomorucraniano hasta la Gran Hambruna de Grecia durante la ocupación de las Fuerzas del Eje o la hambruna holandesa de 1944.


Los años cuarenta forman parte del imaginario colectivo español como una época de hambre y escasez. Sin embargo, dichos términos no hacen justicia a lo que realmente ocurrió en nuestro país entre 1939 y 1942 y, más tarde, en el epílogo de 1946. No fue un periodo de hambre, sino una hambruna, que no es lo mismo. Según la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, una hambruna es “la carencia grave de alimentos, que afecta a un área geográfica grande o un grupo significativo de personas”, y cuya consecuencia es “la muerte por inanición de la población afectada, precedida por una grave desnutrición o malnutrición”.


Fue una hambruna, y no simple escasez, lo que arrasó España durante los años de la posguerra, a pesar de que no figure como tal en los libros de historia. Es la tesis que el historiador de la Universidad de Granada y becario de la Fundación BBVA, Miguel Ángel del Arco Blanco, mantiene y expone en su último trabajo, publicado en el ‘Journal of Contemporary History’ con el nombre de “Hambruna en España durante la dictadura de Franco 1939-1952”: que esta debe clasificarse junto a otras grandes hambrunas reconocidas, desde el Holodomorucraniano hasta la Gran Hambruna de Grecia durante la ocupación de las Fuerzas del Eje o la hambruna holandesa de 1944.


"Es una hambruna como las que ocurrieron en el resto de Europa, pero silenciada"


La diferencia: que estas sí figuran en los listados de grandes hambrunas, pero la española no. “Es plenamente comparable a esas, en cuanto a los motivos por los que tuvo lugar, el número de víctimas y la duración”, explica Del Arco a El Confidencial. “La originalidad de la española reside en cómo fue recordada, y aquí hemos de diferenciar entre memoria e historia: la memoria no habla nunca de hambruna, y en la historia, ha pasado desapercibida”. Se recuerda “qué mal se pasó”, añade, pero la hambruna no es un adjetivo, sino “un fenómeno con unas determinadas características, tipificado por geógrafos, historiadores y nutricionistas”. “Lo original, en nuestro caso, es que ha permanecido silenciada”.


El historiador explica que las grandes hambrunas del periodo están relacionadas con periodos de autoritarismo, totalitarismo y represión. La gran diferencia es que, mientras Grecia o Países Bajos fueron liberados poco después, el franquismo controló el relato, los documentos y la información durante más de 35 años. ¿Cuántos españoles pudieron llegar a morir durante ese periodo? “Todas las cifras generan problemas, porque antes ha habido una guerra”, explica Del Arco. “Muchas muertes de la guerra se atribuyen posteriormente, por ejemplo, porque se comunican para cobrar una pensión, pero eso no explica el aumento de la mortalidad entre el 39 y el 41”.


Algo más estaba ocurriendo, pero el franquismo prefería señalar a la recién terminada guerra y no a sus propias decisiones políticas y económicas. “Entre 1939 y 1941-1942, los historiadores hacen una estimación de muertes derivadas no de la guerra, sino de la mala nutrición o de enfermedades derivadas de entre 200.000 y 600.000, una horquilla muy amplia”, explica. El umbral inferior es el dato que apuntan Stanley Payne en ‘El régimen de Franco’ o Juan Díez Nicolásen ‘La mortalidad en la Guerra Civil española’. Pero puede ser mucho más alto, especialmente si añadimos las cifras de 1946, conocido como el 'año del hambre' por sus malas cosechas. Otro estudio apunta que la mortalidad asociada a la desnutrición aumentó un 250% a lo largo de todos los años cuarenta.


“Lo que sí podemos afirmar con total seguridad es que murieron al menos 200.000 personas entre el 39 y el 42 de hambre o de causas derivadas del hambre, como enfermedades infectocontagiosas (coges el tifus, vives en una cueva porque no tienes ropa, jabón y llevas una alimentación deficiente que te hace más vulnerable)”, prosigue el historiador especializado en agricultura y franquismo. “Hablar de 200.000 muertos en tres años es una hambruna bastante fuerte, si lo llevásemos a toda la década, en la que ya no hay hambruna propiamente dicha, pero sí una situación difícil que puede provocar consecuencias en el estado de salud, las consecuencias serían muchísimo mayores”. Si la cifra aumentase, podría suponer hasta el doble de los muertos durante la guerra en el frente (alrededor de 300.000). En una hambruna, alrededor del 10% de los fallecidos muere directamente de inanición. El 90% restante lo hace por enfermedades relacionadas con la malnutrición.


¿Por qué?


La clave se encuentra en por qué se produjo esta hambruna, y no tiene que ver exclusivamente con la guerra, recuerda el historiador, que ha sido el discurso vigente durante décadas, ya que le resultaba funcional al franquismo como garante de la paz. El conocido triunvirato guerra, pertinaz sequía y aislamiento internacional era toda la información proporcionada por el régimen para explicar por qué los españoles no tenían qué llevarse a la boca.


“No era tanto la destrucción ocasionada por la guerra sino sus medidas políticas lo que acabó con los avances que habían mejorado la agricultura española durante los años anteriores”, recuerda el trabajo. “Se produjo una reducción de las zonas de cultivo y las cosechas. También se redujo el uso de fertilizantes, lo que produjo un descenso de la producción”. Además, los sueldos bajos y el control “rígido” de la fuerza de trabajo achicaron aún más la productividad. Una economía de contracción que provocó, por ejemplo, que se redujesen la producción de carne y el abono para cosechas.


De manera paralela, el coste de la vida aumentaba. “Es crítico para entender las dinámicas de la hambruna española”, recuerda Del Arco. “Después de la guerra, sus niveles aumentaron dramáticamente, lo que contribuyó a una política monetaria que condujo a una inflación sin precedentes”. Ya en 1940, algunos trabajadores se lamentaban de que sus sueldos habían aumentado apenas un 25%, mientras que el coste de la vida lo había hecho en un 100%. Un informe remitido a Franco en 1945 señalaba que un agricultor debía destinar el 90% de sus ingresos a comprar comida.


En el trabajo, Del Arco cita el testimonio de un viajero británico de la época, que contaba que El Campillo (Huelva) vio cómo un grupo de gente se abalanzaba sobre un burro que acababa de morir para hacerse con su carne. En su relato, explicaba que “los hambrientos comen gatos y perros”. Alimentarse de hierbas y raíces, incluso comercializarlas, era habitual. Una revisión de los hábitos alimentarios del barrio madrileño de Puente de Vallecas realizada por científicos estadounidenses mostraba que la ingesta diaria estaba por debajo del mínimo necesario en calorías, calcio, proteínas, vitaminas A y B y proteína animal. Más de un 25% de los mayores de cinco años mostraba debilidad, fatiga y, en algunos casos, irascibilidad, apatía y pérdida de memoria.


Imágenes que parecen salidas de una película de Luis Buñuel y que individualmente forman parte de la memoria familiar, pero que, unidas, son el fresco de una gran hambruna que intentó ser acallada por las autoridades. Cuando no, directamente, utilizada como arma arrojadiza contra el Gobierno republicano y los perdedores de la guerra, lo que también ha dificultado el análisis, como ocurrió con el caso de la epidemia de tifus que se produjo entre 1939 y 1943, y que fue ocultada por el franquismo.


“El régimen lo oculta, pero también lo utiliza como propaganda”, añade Del Arco. “El director general de Sanidad, José Alberto Palanca, dice que el tifus viene de la zona republicana, cuando sabemos que no es así, porque por ejemplo también se encontraba en Cádiz. También sabemos que el propio Palanca oculta la epidemia de tifus, que es lo peor que puedes hacer, es como si nos ocultaran el coronavirus”. Mientras el régimen se mostraba triunfal ante la opinión pública, la Cruz Roja americana, la embajada británica o la Argentina peronista enviaban trigo, carne y otros alimentos a la Península, por lo general, a través de la organización falangista Auxilio Social.


Las zonas más afectadas por la hambruna son también las más afectadas por la epidemia de tifus, enfermedad infecciosa acelerada por la malnutrición: Murcia, Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía, partes de Madrid (barrios pobres, prisiones y asilos) y el sur del Levante. Los datos de algunas regiones son reveladores. En algunas provincias andaluzas, recuerda Del Arco en el trabajo, se incrementaron las tasas de mortalidad brutas en más de un 20% en 1940 y 1941 en comparación con 1935, el último año antes de la guerra.


“Los niveles de toma de calorías, así como de proteínas y de otros nutrientes, no volverán a restaurarse hasta los años cincuenta”, recuerda el trabajo. “Entre 1940 y 1951, la media de consumo por cápita era menor a 2.300 kilocalorías por persona y día (en 1931, había alcanzado las 2.846), por debajo de las necesidades biológicas del individuo”. Como siempre, la media es engañosa: alrededor de un 30% no llegaba siquiera a las 2.250 calorías. ¿Un resultado visible? El descenso en la altura de los españoles, especialmente en el sudeste español, como se constató años después.


Una deuda histórica


Entre las diversas razones que han provocado que la hambruna cayese en el olvido, se encuentra el renacimiento económico y social vivido en los años cincuenta, tras el final de la autarquía. Una época más feliz en la que se intentaron olvidar los sinsabores del pasado. “Aunque en los años cincuenta la pobreza no desaparece, sí que hay una sensación de mejora que paradójicamente ayuda a que el régimen sobreviva”, recuerda Del Arco. Era otra forma de control: “El hambre sirve en los años cuarenta para controlar la población a través de un sistema de cartillas de racionamiento donde si te mueves no comes, y a partir de los sesenta, la sociedad de consumo ofrece una idea de éxito del régimen que hace olvidar todo lo que había ocurrido”.


Otro problema para evaluar el alcance de esta hambruna es que no fue hasta años después —cuando los procesos de descolonización pusieron de relieve las hambrunas en las regiones del Tercer Mundo— que comenzó la preocupación por las crisis alimentarias. La memoria histórica española, además, ha tenido otras prioridades lógicas desde que comenzase a ganar fuerza en las tres últimas décadas, añade el historiador: básicamente, “lo más prioritario era sacar a la gente de las cunetas y rehabilitarlos”.


La gran paradoja se encuentra en que la gran hambruna forma parte de nuestros hábitos, nuestros recuerdos y nuestros platos incluso hoy en día, como el consumo de pan o los platos de cuchara, y costumbres como no dejar nada en el plato. Hábitos que hoy, en un contexto histórico y económico completamente distinto, se dejan de lado. “Es una hambruna que se ha silenciado, pero que está escrita en nuestros hábitos, al menos en los de nuestros padres y abuelos”, recuerda el historiador. “Todo eso es producto de los años del hambre, pero no fue algo casual, sino ocasionado por el régimen franquista”.


Una tragedia que no ha dejado más marca en el recuerdo. “Los que fueron asesinados y están en las cunetas, aunque aún estén por buscar, tienen un rastro porque la violencia deja rastro, pero el hambre no”, concluye el historiador. “La gente que murió sola en una cueva por tifus o se suicidó está silenciada porque el único rastro que deja el hambre está en la memoria de la familia. Debería entrar en la agenda y en los libros de texto: muchos de los ancianos que han fallecido este último año vivieron la hambruna en su infancia. Qué final tan triste”.


@El Confidencial/Héctor G  Barnés

martes, 16 de febrero de 2021

La Iglesia de Madrid reconoce ocho casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes


La cúpula eclesiástica del mundo entonó un 'mea culpa' en enero de 2019 durante la cumbre antipederastia del Papa Francisco . «Confesamos que hemos protegido a los culpables y hemos silenciado a los que han sufrido el mal», recitaron casi 200 clérigos en el Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano. Dos años después, la Iglesia de Madrid ha reconocido por primera vez ocho casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes.


La transparencia ha llegado de la mano del proyecto Repara , que puso en marcha el Arzobispado de Madrid en enero de 2020. En un año, pandemia mediante, este centro pionero en la Iglesia española ha atendido a un total de 75 víctimas de abusos —57 mujeres y 18 hombres—, de las que 64 sufrieron abusos sexuales y otras 11 abusos de autoridad y conciencia. Catorce agresores son sacerdotes, nueve de ellos de la diócesis de Madrid y cinco de otras diócesis. Otros trece son religiosos.


El victimario de abusos sexuales está formado por ocho sacerdotes de Madrid y uno de otra diócesis y nueve religiosos. Ocho de sus víctimas eran menores de edad en el momento de los hechos, pero pidieron ayuda años después. Sin embargo, no ha trascendido más información. «No son casos recientes», trasladan desde el Arzobispado de Madrid. La mayoría se produjeron hace décadas; algunos ya estaban en manos de la comisión canónica antes de que se creara el proyecto Repara.


«Las víctimas tardan en abrirse, de primeras no quieren poner nombre al victimario», explican. La Iglesia, tampoco, si bien asegura que ya se han tomado medidas respecto a los clérigos diocesanos implicados: la apertura de un proceso canónico, que implica desde distintas sanciones hasta la suspensión del sacerdocio. «Somos los primeros en entonar el 'mea culpa' si las cosas no se han hecho bien».


Al margen de las investigaciones en el seno de la Iglesia, el proyecto Repara también abre la puerta a las denuncias civiles de las víctimas. En caso de que sean menores, el primer e inmediato paso es ponerlo en conocimiento de la Fiscalía. A los adultos se les informa de las opciones legales. Pero muchos llegan a Repara después de interponer la denuncia, en busca de acogida y acompañamiento. El centro ha impartido ya más de 400 sesiones gratuitas de atención psicológica y escucha, también a una decena de familiares de las víctimas.


Tras este primer balance, el Arzobispado de Madrid ha subrayado que «los abusos no son solo un problema de la Iglesia». Repara ha atendido 35 casos de abuso (tanto sexual como de autoridad y conciencia) en el ámbito intrafamiliar; trece en el ámbito laico –personas particulares sin vinculación familiar–; trece en el ámbito religioso –vinculado a la vida consagrada–; nueve de sacerdotes de la diócesis de Madrid, y cinco de sacerdotes de otras diócesis.


@ABC/C. de Quiroga


lunes, 8 de febrero de 2021

Un bebé de seis semanas muere tras ser sumergido en agua tres veces durante su bautizo en Rumanía


La Fiscalía de Rumanía abrió una investigación por homicidio contra el sacerdote que ofició la ceremonia


La Iglesia Ortodoxa se enfrenta a una creciente presión para cambiar los rituales de bautismo en Rumanía después de que un bebé murió esta semana tras una ceremonia, que consiste en sumergir a los niños tres veces en agua bendita.


El niño de seis semanas sufrió un paro cardíaco y fue trasladado de urgencia al hospital el lunes, pero falleció unas horas después. La autopsia reveló que tenía líquido en los pulmones y los fiscales abrieron una investigación por homicidio involuntario contra el sacerdote en la ciudad nororiental de Suceava.


Este trágico suceso, que no es el primero en la historia de la Iglesia rumana, conmocionó a la sociedad del país y provocó el lanzamiento de una petición en internet para modificar el ritual. Según AFP, el jueves por la noche, la demanda había reunido más de 56.000 firmas.


«La muerte de un recién nacido a causa de esta práctica es una gran tragedia. Ese riesgo debe descartarse para que triunfe la alegría del bautismo», escribieron los autores de la petición.


Ante las críticas, el portavoz de la Iglesia Ortodoxa Vasile Banescu dijo que los sacerdotes podrían simplemente verter un poco de agua en la frente del bebé para evitar tales tragedias.


Pero el arzobispo Teodosia, líder del ala dura dentro de la Iglesia, afirmó que este «ritual no cambiará». «No nos dejaremos intimidar», agregó.


@ABC

sábado, 6 de febrero de 2021

Hallada la voz de María Magdalena, sepultada bajo 20 siglos de patriarcado


Esther López Barceló conversa con Cristina Fallarás sobre su nuevo libro, 'El Evangelio según María Magdalena'.


Esta y no otra es mi carne. Esta y no otra es mi sangre. 

Este y no otro es mi aliento. 

Este y no otro es mi cuerpo. Yo. 

Esto soy y no otra cosa. 

Soy la que nombra. Verbo soy, palabra. Ante mí me arrodillo, ante mi cuerpo soberano, cauce de narración. 

Y nombro. 

Y me nombro.

Este y no otro es mi nombre: María. María la Magdalena. 


Cristina Fallarás ha recuperado la voz de María Magdalena que yacía sepultada bajo más de veinte siglos de tierra. Una tierra removida y aplastada por los hombres. Para ello, ha sido necesaria una ingente labor de pura arqueología de la palabra. Este libro es el resultado de la búsqueda del relato primitivo de aquellos días en que un predicador judío cambió el curso de la historia para siempre. 


La autora ha excavado la tierra a legonazos fuertes, desbrozándola de artefactos y misoginias que transforman en piedra sillar todo aquello que él [Jesus de Nazaret] vino a combatir. Y lo hace a través de la poderosa literatura que es capaz de nombrar lo innombrable, así como de tejer la corporeidad de aquella cuyo nombre convirtieron en símbolo universal de mujer despreciable. 


Con una portentosa voz lírica, Fallarás se enfunda el cuerpo de una anciana María Magdalena que decide dar fe de sus vivencias junto al Nazareno. La vejez devuelve a la costa de mis huesos restos de los naufragios de la memoria. El relato es de una belleza tan pura y de un compromiso tal con la fidelidad de lo que pudo ser que, al leerlo, es casi imposible no imaginar a la apóstola en Éfeso escribiendo, a la luz de la lucerna, treinta años después de la crucifixión de Jesús.


«El Evangelio según María Magdalena» existió realmente y es uno de esos llamados apócrifos, que no fueron introducidos en el canon. Su voz fue desterrada de la oficialidad de los textos sagrados. Nada nuevo en la historia de las mujeres. Había poderosas razones para excluirla pues María, la de Magdala, era una mujer independiente económica y moralmente. Una mujer que sabía escribir, ergo una mujer peligrosa. Suponía una amenaza para ellos (…) al encarnar una posibilidad. Yo era posible. 


Aquí Magdalena ni es prostituta ni es la mujer de Jesús; es una mujer independiente, culta y bisexual que vive acompañada de mujeres que cuidan y curan los cuerpos de otras mujeres víctimas de la violencia de los hombres. María, la madre de Jesús, fue una de ellas; virgen porque así fue entregada a un maduro José que ya por entonces era viudo y padre de tres hijos. Una niña en su menarquía que acepta su función reproductiva con la cabeza siempre baja. Sumisa incluso a la tortura de su hijo, de quien nunca apartó la mirada mientras sufría clavado en la cruz. 


Cristina Fallarás escribió este prodigio literario durante el confinamiento pandémico, sumergiéndose en el tiempo y el espacio que envolvieron las vidas de Jesús el Nazareno, la virgen María, Salomé, Mateo, Herodes, Pilato… y la propia Magdalena. Y, a partir de un instintivo proceso dialéctico, comenzó a desmenuzar los evangelios canónicos, desproveyéndolos de todo artificio, hasta llegar a lo esencial, a ese relato primitivo que se halla escondido bajo el mito. Y se preguntó entonces por el milagro de los panes y los peces, por la industria de Galilea, por quienes ejercían los cuidados, por la flora y la fauna, e incluso por cómo se producía el garum. Y, para todas las preguntas, halló una luz bajo la que tejer el texto.


Sobre todo ello hablamos con la autora.


Cristina Fallarás atiende mi llamada desde la generosidad, como siempre. Hablar con ella, aunque sea a través de la línea telefónica, es entrar en su casa, sentarte en su habitación propia y habitarla de su mano. Esta periodista y escritora descarnada y visceral ha alcanzado, tras una larga trayectoria, una voz depurada, poderosa y redonda. Su obra abarca desde la novela y la poesía al ensayo político irremediablemente feminista. 


¿Antes de comenzar a escribir El evangelio según María Magdalena tenías claro lo que ibas a relatar?


El texto se me fue haciendo en las manos. Cuando pensé en la posibilidad de escribir esta novela me empecé a interesar por la época, a leer los evangelios canónicos, las epístolas, crónicas de Roma y, una vez hecho esto, me metí en Magdala, en Betsaida y en Cafarnaúm a través de mecanismos online. Mi idea habría sido ir a Éfeso y al lago Tiberiades pero ya estábamos encerrados en casa. Leí los sistemas de subsistencia de la época, cómo eran las casas, la economía, los frutos, la temporada, el clima, la vegetación.


Y una vez estudiado todo esto, me llegó un pensamiento como un destello: si la industria principal y casi única de Magdala en el I a.C y I d.C era la conservera de pescado y el garum… Un momento, aquí tenemos el milagro de la multiplicación del pan y los peces. Y los otros milagros, ¿qué son?: curaciones. ¿Y quién cura en aquella época? Entonces aprendí que las parteras habían heredado los conocimientos médicos de la Antigua Grecia. Empecé a escribirlo, no desde lo épico sino desde lo doméstico, y no desde lo mágico sino desde lo histórico, lo científico. Y, al tener todo el contexto claro, se me fueron apareciendo las imágenes relatadas en el Evangelio y les encontré explicación. 


¿Era María Magdalena un personaje que te obsesionara antes de comenzar este trabajo? 


Sí que había escrito sobre las figuras simbólicas de Eva y María. Dos fuentes de la violencia contra la mujer. Eva es la construcción de la culpa y el modelo femenino en el que nos hemos educado es la Virgen. Y faltaba Magdalena. Pero nunca me había metido en ella en serio porque me parecía que era un personaje mucho más confuso y controvertido, sobre todo desde que el Vaticano la recuperó rompiendo con la idea de prostituta. La nombraron apóstola de los apóstoles hace algunos años.Pero siempre me interesó porque toda la iconografía existente la señalaba como la tercera pata: aquella a la que salvar, la que se redime. 


Sobre su verdadera existencia daban fe los manuscritos encontrados en el mar Muerto con un evangelio escrito por Magdalena. Era una mujer rica y, por supuesto, culta. 


A ello se suma que cuando hicimos la huelga general de cuidados del 8 de marzo modifiqué absolutamente mi mirada sobre el feminismo. A lo bestia. Comprendí que la mujer es un ente económico. Sin lo doméstico no existiríamos. De ahí el pasaje que en el que Jesús dice: «Salid y os darán de comer y cobijo». ¿Quién lo da, quién cuida? Y ahí confluyeron dos ideas de lo que era Magdalena. 


Pero cuando me hicieron esta propuesta me pareció una empresa prácticamente imposible. Es muy difícil escribir una novela que no sea exactamente una novela histórica pero que cuenta históricamente sin cometer error. 


La idea de la propiedad de los cuerpos atraviesa la novela. Reflexionas sobre ello a partir del concepto de pudor. 


Eso cruza todo el libro. Tanto los judíos como los romanos conquistan un territorio y la conquista de un territorio es equiparable a la conquista de un cuerpo, esa es la idea de toda violencia. Toda violencia histórica sucede por la conquista de un territorio o por la conquista de un cuerpo, que siempre es el cuerpo de las mujeres. 


La desnudez estricta de mi cuerpo dispuesto a no atenderles, no someterme a sus patrones. Fingen imbricadas leyes sobre ritos y mitos cuando en realidad se trata de los cuerpos. La propiedad de los cuerpos. 


El concepto elástico del tiempo es una idea que atraviesa toda la novela. 


Para encontrar la voz de la Magdalena vieja tuve que hacerme vieja y ser la Magdalena. Al hacerme vieja, puedo hablar porque he renunciado a todo ánimo de seducción. Ya desnuda de seducciones, una se da cuenta de cuál es su verdad. Yo me sitúe ahí y miré hacia atrás en mi vida. Y me di cuenta de lo poco que importa el tiempo,como que puedo olvidar una década pero luego una única semana es decisiva y memorable. Esta idea me la dio Lola Herrera hace tiempo. Una vez le hablé de que empezaba a preocupar la situación de las actrices mayores, de cómo desaparecen de los escenarios. 


Le pregunté qué suponía ser mayor para ella Me dijo que era lo mejor del mundo porque, por primera vez, se daba cuenta de que no tenía que seducir. Y no se refería en términos sexuales, por supuesto. Así que mi Magdalena está construida sobre esa idea de Lola Herrera pero, sobre todas las cosas, ella es la voz de Rosa Regás. Ese grito de: ¡Idiotas, idiotas! que surca la novela está concebido a partir de su voz que, con el tiempo, se ha convertido también en la mía. 


Por último, ¿cuánto de Cristina Fallarás hay en tu María Magdalena? 


Mucho y poco. Quiero decir, narrar su historia hubiera sido imposible sin mis vivencias. Imposible. La construcción de una mujer libre económicamente, culta y que escribe en un mundo de hombres es conocida para mí, evidentemente. Pero, sobre todo, hay de mí en Magdalena esa necesidad que ella tiene y que yo desarrollo en la novela de crear un personaje para poder salir al mundo. Porque yo para hacer lo que hago también necesité crear un personaje. Mi experiencia en este caso es la base de esta idea.


@Esther López Barceló/La Marea

jueves, 4 de febrero de 2021

ENTREVISTAJuan José Tamayo: "España todavía tiene pendiente de hacer su transición religiosa"

 

Tras la calidez de su trato y el uso melodioso de las palabras, se esconde un pensador radical en Juan José Tamayo (Amusco, Palencia, 1946), el teólogo crítico con mayor repercusión de España, que alza la voz para reivindicar la necesidad de la herejía. Alarmado por el auge del "cristoneofascismo", la alianza entre derecha extrema e integrismo religioso que se extiende por Occidente poniendo en la diana al feminismo y la diversidad, Tamayo trae bajo el brazo La Internacional del odio, un ensayo escrito durante la reclusión, editado por Icaria y del que infoLibre ha publicado un adelanto. Con una visión de dios en las antítesis del catecismo del padre Astete, Tamayo salpica su discurso de citas de Pablo de Tarso –opórtet et haéreses esse, es decir, conviene que haya herejes–, de Boaventura de Sousa –"Si Dios fuera activista por los derechos humanos, sería anticapitalista"–, de Mary Daly –"Si Dios es varón, el varón es Dios"– y hasta de José Saramago, del que conserva como un tesoro una anécdota al pie de la Giralda.


Tamayo, que también ha culminado una investigación sobre el religioso español Pedro Casaldáliga, es licenciado en Teología por la Universidad de Comillas y doctor por la Pontificia de Salamanca (1976), además de profesor emérito de la Cátedra de Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid. Conferenciante internacional y profesor invitado en universidades de medio mundo, es secretario general de la Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XIII, que trata de mantener vivo el legado intelectual del Concilio Vaticano II en una Iglesia, la española, que tiende al conservadurismo. En esta entrevista, Tamayo pone bajo el foco el fenómeno "cristoneofascista" en España y Latinoamérica, expresa sus abismales diferencias con la jerarquía española y repasa los episodios de censura de una trayectoria en la que se ha topado tanto con el Tribunal de Orden Público (TOP) como con la Congregación para la Doctrina de la Fe. "Desde muchacho he tenido siempre la censura en los talones", afirma Tamayo, que dedica el libro a sus dos hijos, librero y periodista.


PREGUNTA: La idea del libro surge en Brasil. ¿Por qué se le enciende allí la bombilla?


RESPUESTA: Recuerdo que estaba dando una clase en Curitiba de un curso de posdoctorado y un alumno me dice: "Profesor, en la Iglesia nos prohíben hablar de política, pero Bolsonaro está todo el tiempo hablando de Teología”. Le pregunté: “Pero, ¿es teólogo?". "No, pero está siempre refiriéndose a Dios y citando la Biblia". Mi respuesta fue: “Entonces podríamos definir a Bolsonaro como el gran predicador del cristoneofascismo”. Esto coincide con las manifestaciones contra Bolsonaro de 2019, en las que participe. Ahí, hablando con analistas, teólogos y obispos antibolsonarianos, veo que Brasil es un gran referente del desarrollo del cristoneofascismo.


P: Pero no es un fenómeno brasileño, sino occidental, cuenta usted en su libro.


R: Cuando llego a España y estudio el fenómeno, compruebo que el cristoneofascismo es una religión extendida por el todo el mundo. Y que además cuenta con la legitimación y el apoyo de grandes dirigentes políticos en todo el mundo, empezando por el presidente de Estados Unidos. Y con apoyos políticos en España. Ahí me decido a escribir el libro.


P: La última vez que hablamos usted compartió un mensaje de alerta: hay que tener cuidado con la secularización, porque libera una parte del espacio público que, en ausencia de expresiones religiosas fraternales, son ocupadas por fundamentalistas. ¿A esa conclusión ha llegado con este ensayo?


R: Ya desde antes vengo elaborando una teoría crítica de la secularización. Es verdad la secularización es un avance muy importante, como ruptura de la confesionalidad, sea entre catolicismo y política, o entre islam y política... El problema es que el diagnóstico de los sociólogos de la religión de mediados del siglo XX no se ha cumplido.


P: ¿En qué sentido?


P: Su idea era que la religión debía recluirse en la esfera de lo privado, en el terreno de las creencias, en los ámbitos de culto y en el campo de la conciencia, porque siempre que interviene en el espacio público legitima dictaduras y regímenes autoritarios. ¿Qué sucede? Que no se cumple ese diagnóstico. Se creía que conforme avanzara el siglo XX la religión perdería significación política y el debate y reflexión sobre los grandes temas se expresaría en un espacio público autónomo. Pero a mediados de los 70 surge ese fenómeno que Gilles Kepel llama "la revancha de Dios", con la ocupación por parte de las religiones del espacio público como elemento fundamental de la identidad cultural de los pueblos. Surge el islam político, el islamismo. Te cuento una anécdota. Cuando viajo a Argelia a finales a principios de los 80, me doy cuenta de que los marxistas que había conocido diez años atrás habían prescindido en buena medida de este pensamiento, sustituyéndolo por el islamista. En el caso del judaísmo, lo mismo. Nace el Bloque de los Creyentes, organización sionista y terrorista. En Estados Unidos, donde el protestantismo había tenido un componente liberal con planteamientos bien ubicados culturalmente, se produce una explosión fundamentalista con Ronald Reagan. En cuanto al catolicismo, la elección de Juan Pablo II [1978] elimina el Concilio Vaticano II, que legitimaba la secularización, e inicia la neconfesionalización por áreas. Neoconfesionalización de la política, de la educación, de los medios, de la universidad. Y transcurre un tercio de siglo en que Juan Pablo II y su ideólogo, Ratzinger, forman un binomio involucionista. De modo que el pronóstico no se cumplió. Pero es que, además, era un diagnóstico peligroso.


P: ¿Por ese espacio libre que dejaba la secularización?


R: Por ese gran espacio disponible para fundamentalistas. Ahora mismo se está produciendo una alianza de todos movimientos integristas, con surgimiento de lobbys, medios, encuentros internacionales... Y, lo más importante, con gran eficacia política. En América Latina, esta alianza cristoneofascista está consiguiendo el derrocamiento de gobiernos, golpes militares y la transformación total de la orientación política, económica e internacional de los nuevos gobiernos.


P: ¿En España está extendido el cristoneofascismo?


R: Hay textos que dicen que España está protegida del virus cristoneofascista, por ser un Estado no confesional. Creo que no es verdad. En España no se ha producido la transición religiosa. No se ha hecho ni con los gobiernos de izquierdas ni con los de derechas.


R: ¿Transición desde dónde hasta dónde?


R: Del Estado confesional, del nacionalcatoilcismo, al Estado laico. Se ha producido la transición política, la autonómica, pero España todavía tiene pendiente de hacer su transición religiosa.


P: Pero no somos un Estado laico, sino aconfesional.


R: Pues no se ha producido la transición desde el nacionalcatolicismo al Estado no confesional. Pero es que, además, para mí son lo mismo. Lo que pasa es que la derecha política y la jerarquía católica establecen esa diferencia, según la cual el Estado no confesional posibilita las relaciones con las religiones, mientras el laico va contra la religión. Es una construcción ideológica que no responde a la realidad. ¿Qué es el Estado aconfesional? El que establece el artículo 16.3 de la Constitución, es decir, el que no tiene religión oficial. ¿Y qué es un Estado laico? El que no tiene religión oficial. Lo demás es una guerra del lenguaje, para no usar la palabra "laico".


P: Usted cita organizaciones y referentes en los que se encarna en España la Internacional del odio: Hazte Oír, Asociación Española de Abogados Cristianos, un sector del obispado... ¿Tiene fuerza aquí este fenómeno?


R: Sí tiene fuerza. Minusvalorar su fuerza demuestra ceguera política. Su influencia es extraordinaria. Lo primero es identificar quién forma parte de esta alianza, de esta Internacional del odio. Ahí están las que tú has citado: Hazte Oír, Abogados Cristianos, los movimientos provida, las comunidades neocatecumenales de Kiko Argüello, que no levantan tanto la voz pero son un caladero de voto de la extrema derecha. Y 12 o 14 obispos que están identificados con estas organizaciones y actúan al dictado de sus críticas y denuncias [ver aquí, aquí, aquí, aquí y aquí informaciones en detalle]. Además, todos estos grupos de extraordinaria influencia están vinculados a Vox y a otros sectores de la derecha política. E intervienen de manera muy activa en la conformación de la conciencia de los ciudadanos.


P: ¿Cómo?


R: Con unos supuestos valores cristianos que nada tienen que ver con los valores del cristianismo originario, de Jesús de Nazaret, con su opción por las personas más empobrecidas y grupos vulnerables, con esa idea de compartir los bienes. Todos estos valores, también el protagonismo de la mujer, desaparecen y se transmutan en valores que no pertenecen a la esencia del cristianismo. Por ejemplo, los movimientos provida. Su nombre ya me parece falso, porque defienden la vida antes del nacimiento y tras la muerte, pero poco trabajan por los que tienen su vida de verdad más amenazada. Sus grandes campañas acaban por generar conciencia, son influyentes. O esa insistencia en el matrimonio como unión sólo entre hombre y mujer, considerado como valor cristiano. Mientras tanto, se niegan los valores cristianos auténticos: hospitalidad, acogida, solidaridad... Esto es totalmente negado por comportamientos racistas, xenófobos y excluyentes. Hay una perversión y falseamiento de los auténticos valores cristianos. En el campo político, lo mismo. Se vuelve a identificar al cristianismo con el conservadurismo político. Y, más preocupante aún, todos estos movimientos legitiman, apoyan y refuerzan el modelo económico neoliberal, que es lo contrario al espíritu de compartir de las primeras comunidades cristianas.


P: : El papa sí tiene un mensaje duro contra el capitalismo.


P: El papa va muchísimo más allá en su valoración crítica del neoliberalismo que las organizaciones políticas de izquierdas. Él dice que es injusto en su raíz, no sólo en sus consecuencias, como defendía hasta Francisco la doctrina social de la Iglesia. Dice que la economía neoliberal mata.


P: La agenda de parte de la jerarquía –usted cita en su ensayo a obispos como Demetrio Fernández o Reig Pla– está muy centrada en los temas abanderados por los grupos integristas: aborto, lobby LGTBi, moral sexual... ¿La renovación de Francisco se queda en los Pirineos?


R: En España se ha construido una imagen ideologizada de la reforma de la Iglesia, con una nueva jerarquía supuestamente más vinculada al papa Francisco. Con todos los respetos, el cambio es puramente cosmético. Hay más ruido que nueces. Mucho de cara a la galería. Se supone que determinados obispos, ahora al frente de la Conferencia Episcopal, están en plena sintonía con Francisco. Creo que no. Y se puede demostrar con hechos empíricamente verificables. No conozco documentos, desde que el cardenal de Barcelona fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal, que tengan esa carga profética de los textos del papa. Se usa un lenguaje concordista, nada radical, sin apenas denuncia. La jerarquía española sigue preocupada por los mismos problemas de siempre.


P: ¿Cuáles?


R: Mantener lo que ellos identifican como derechos, cuando son privilegios heredados, y que siguen siendo su gran preocupación. ¡Qué diferencia entre las causas que defienden los obispos españoles y las que defendía Pedro Casaldáliga! ¿Cuáles son los problemas que ahora discute la Conferencia Episcopal? No es la identificación con los sectores que más sufren las consecuencias de la covid-19, sino los problemas de siempre: no perder los privilegios de la época del franquismo. Están preocupados por la asignatura de Religión en la escuela, cuando se deberían preocupar de la educación en la fe adulta de la comunidad cristiana con espacios dentro de la propia Iglesia. En cambio, se preocupan por mantener la Religión en la escuela con carácter confesional, cuando la escuela no es un lugar para enseñar a creer. Otro problema que les preocupa: la asignación tributaria, a la que tenían que haber renunciado hace 35 o 40 años para autofinanciarse. Otro más: la devolución de los bienes inmatriculados, algo que hicieron legalmente, porque tenían la ley de su lado, pero antievangélicamente. O sea, que yo no he visto el cambio en la jerarquía española. Me reafirmo y ratifico: la reforma del papa Francisco, dentro de su moderación, no ha pasado de los Pirineos.


P: ¿El episcopado español se parece más a Hazte Oír que a Cáritas?


R: No lo sé. Lo que sí parece que está demostrado es que el apoyo que presta la jerarquía a Cáritas es mínimo, dentro de la asignación tributaria, que supone el ingreso de 280 millones de euros cada año del Estado. Sí puedo decir que en el campo moral tienen planteamientos extremistas. Ahí no veo diferencia entre el presidente de la Conferencia Episcopal, Vox y estas organizaciones. En las relaciones de pareja, sexualidad, origen y fin de la vida, la identificación con Vox es total y absoluta. Ah, y también está la afinidad total de la Conferencia Episcopal con la COPE, una especie de garganta profunda de las posiciones de la derecha más conservadora, la economía más neoliberal y el ámbito religioso más integrista. Además, la posición contra el aborto parte de un principio que no es de la teología originaria del cristianismo. Que la vida comienza en el mismo momento de la concepción es un mito que desarrolla muy tardíamente y se aplica hoy sin ningún análisis de la situación social ni consideración por la libertad de ser madre o no. Hay una condena indiscriminada. Y no sólo eso. En el Código de Derecho Canónico está la excomunión. No me consta que se hayan producido excomuniones de pederastas.


P: Sus posiciones suelen escocer en la cúpula de la Iglesia. ¿Tiene relación con obispos españoles?


R: No, sólo tengo interlocución con el arzobispo emérito de Tánger, Santiago Agrelo, que me parece una excepción dentro de la jerarquía, porque rompe con ese paradigma de la insensibilidad hacia los sectores más vulnerables.


P: El Tribunal de Orden Público (TOP) secuestro un libro suyo. ¿Cómo fue?


R: Desde muchacho he tenido siempre la censura en los talones. Me ha perseguido a lo largo de décadas, incluida mi mayoría de edad y vejez. No ha sido sólo ese episodio.


P: Cuente.


R: El primer conflicto con la Iglesia oficial es con el párroco de mi pueblo. Tenía yo 8 o 9 años. Estábamos en catequesis, después de las clases, el último domingo del año litúrgico, de la Sagrada Familia. Un sacerdote nos repetía: "Hay que imitar a la Sagrada Familia". A mí se me ocurrió decir que la Sagrada Familia es inimitable. "¿Y por qué, imbécil? A ver qué barbaridad vas a decir". Y con la ingenuidad de un niño que no entienden los misterios dogmáticos le dije: "Porque el padre no es padre, el hijo es Dios y la madre es virgen". Recibí un primer sopapo. Me mandó a buscar a mi madre, para que oyera la barbaridad. El sacerdote se la explicó. Yo creía que me iba a apoyar, pero dijo "muy bien dado el sopapo" y me llevé otro... Fíjate, mi madre, que me adoraba, ¿eh? Y siempre me apoyó y enseñó... Pero aquellos dos bofetones no me disuadieron, no fui por el camino recto, sino que entré en la dinámica de la heterodoxia. Lo dice Ernst Bloch, en El ateísmo en el cristianismo: "Lo mejor de la religión es que crean herejes". Hay otro episodio que tengo grabado. Era ya 1968. Nos mandaron a predicar a los seminiaristas, en Palencia, el día de San José. A mí ya me gustaba mucho la oratoria. En la parroquia de Santa Marina, de sectores acomodados, puse como ejemplo a unos sacerdotes vascos que se habían encerrado en Bilbao protestando contra la dictadura. Cuando regresé, me esperaba el rector del seminario. "La que has liado". "¿Qué ha pasado, don Sicoriano?". "Que estaba en la primer fila el gobernador militar y me ha dicho que te corrijas o tendrá graves consecuencias. Al domingo allí de pie temblaba como una hoja de trébol. Y salí como pude. Ciertamente no me disculpé, pero expresaría algunas matizaciones.


P: ¿Y el secuestro del libro?


R: Eso fue en 1976. Jesús Rey Marcos, María José Antón y yo escribimos Por una Iglesia del pueblo, que publicó la editorial Mañana. Fue secuestrado por el TOP, pero el caso fue sobreseído felizmente. He sufrido esa persecución, pero siempre con apoyos y avales. Como en este caso, en que me defendió el que luego fue rector de la UNED, Juan Jimeno. Al final lo que hizo esta censura fue empoderarnos, porque era absurdo y ridículo atentar contra la libertad de expresión y edición ya en plena monarquía.


P: Ratzinger condenó en 2003 su libro Dios y Jesús. ¿Eso también empodera o aísla?


R: Me empoderaron la sociedad, los medios, el mundo académico... Yo lo viví con serenidad. Me di cuenta de que era una condena dictada antes de leer el libro.


P: ¿Por qué?


R: La condena estaba en la mente de los censores. La Congregación para la Doctrina de la Fe hizo una lectura selectiva. En uno de los textos sobre la muerte de Jesús, explicaba que tuvo serias y graves dudas de fe, como no podía ser de otra manera, porque Dios, su padre, cuando le llega el agua al cuello, no acude a salvarlo. Y digo que tuvo dudas de fe y esperanza, pero que al final triunfa la esperanza en la realización del reino de Dios. Bueno, pues los censores cortan la frase para condenarme más fácilmente. Al final tampoco le di especial importancia. Era 2003. Ya funcionaba el correo electrónico y recibí apoyos de todo el mundo, de todas las religiones. Y el primer apoyo de la Universidad Carlos III, que dejó claro que la condena en nada afectaba a mi estatuto académico ni a mi libertad de cátedra. Es a partir de esto cuando hago todo un recorrido por universidades de América, Estados Unidos, norte de África... Claro, era una condena muy peculiar, porque yo no soy sacerdote, no se me puede quitar el derecho de predicación. No dependía de la jerarquía. En el siglo XIX la condena de la Inquisición era meterte en el índice de libros prohibidos, y congelarlo. Yo vendí cuatro o cinco ediciones en dos meses. Esa condena no me dejó marca ni en el cuerpo ni en el alma.


P: Hoy en día la libertad es casi total, su protección legal es amplísima, pero cuesta que una idea radical se abra paso ¿Comparte esta impresión?


R: Sí, totalmente. Lo que vende es lo política, económica, religiosa y culturalmente correcto. No queda espacio para la herejía, para la heterodoxia. Pero hay que seguir. Fíjate en que cada vez que se formula una opinión, o se escribe un texto de análisis, se busca la moderación, el equilibrio. Nadie quiere colocarse fuera de lo oficial, aunque esté de un lado o de otro. Así es muy difícil que triunfe el pensamiento crítico en cualquier campo, sea religioso, económico, político o cultural. Nos hacen falta herejes. Un segundo, que voy a buscar un libro que acabo de leer, que se titula Herejes, de Antonio Pau. Aquí está.


P: ¿Qué cuenta?


R: Es un recorrido por 22 figuras heréticas del cristianismo, que lo eran no porque expusieran ideas ajenas al núcleo cristiano, sino porque se expresaban con total libertad. Te leo: "En una época como la nuestra, en que hay temor de expresar lo que se salga del pensamiento único y en que la conducta se procura mantener en el cauce de lo políticamente correcto, los herejes son un modelo". Claro, el problema es que la herejía no es reconocida como cauce de transformación en la sociedad. Sigo leyendo: "Herejía deriva del griego haíresis, que significa opinión, creencia, criterio. Todas esas cosas las tuvieron los herejes. Y además tuvieron el valor de decir lo que pensaban y de morir por sus ideas. A muchos de ellos les hubiera resultado fácil retractarse en el último momento y librarse de la cárcel o la muerte, pero no lo hicieron, porque lo que pensaban lo pensaban con honradez, y no se traicionaron a sí mismos". Esto me gustaría aplicárselo a muchas personas, también a mí. Nunca he vendido mi libertad de expresión ni mi sentido crítico por un plato de lentejas. Retractarme sí, claro, cuando he hecho alguna afirmación inadecuada, o por la manera de expresarla, o si no respondía a la realidad. Pero siempre me he expresado con honradez.


P: Hacen falta herejes, dice usted. ¿Qué ocurre? ¿No hay?


R: Sí que existen. Sí hay personas contra el pensamiento único. Pero son desterrados, expulsados, como los poetas de la república de Platón. Son tratados como, ¿cómo diría...?


P: ¿Apestados?


R: Demagogos. Al hereje de inmediato se lo tacha de demagogo, de ingenuo, de creador de fantasmagorías. No es tenido en cuenta, se lo excluye del debate. No se le reconoce, porque no cabe en el pensamiento oficial, porque no es cortesano. Y hoy un sector muy importante de la intelectualidad es cortesano, vive al servicio del sistema. La herejía es una chinita en el zapato que, sin ningún soporte institucional, usa como único medio la palabra libre. Y hace falta en la esfera económica, política, cultural y religiosa.


P: Más que el hereje, hoy obtiene repercusión el provocador.


R: El provocador, en la medida en que es portavoz del malestar, se ubica dentro de una tradición crítica que puede formular planteamiento alternativo, dándole una gran importancia a los medios. Su papel es importante, pero tiene que traer propuesta y alternativa. Para hacer una casa nueva, primero hay que usar la piqueta para derribar la vieja. Eso es la protesta. Pero luego hay que construir. Si no, no hay casa.


P: La Internacional del odio, se llama su libro. ¿Usted está libre de odio?


R: Ciertamente. No sé si tengo suficiente amor, pero no tengo resquicio de odio. Disiento con respeto. Si he tenido actitudes de odio, están superadas. Creo que ni he callado ante los odiadores ni he legitimado las prácticas de odio. Rechazo esa idea de que el odio pertenece a la naturaleza humana. No. El odio se incuba, se programa, se cultiva y se fomenta. Igual que se hace todo eso, se puede deconstruir y eliminar. ¿Sabes que me preocupa? Que determinadas organizaciones religiosas obtengan placer con el odio. Es una idea que he leído en La obsolescencia del odio, de Günther Anders. El torturador disfruta del acto de torturar. Placer y odio acaban siendo una misma cosa.


P: ¿Cómo diría que es su forma de creer? ¿En qué consiste su fe?


R: He pasado todas las crisis. No sólo las dudas, sino incluso la negación de la religión en la juventud, por verla como un pensamiento mágico y supersticioso. Después pasé por la crisis del pensamiento crítico de la modernidad, que cuestiona el fundamento racional de las creencias. Al final, he utilizado la criba. Soy hijo de agricultora, y este es un apero fundamental para separar el grano de la paja. Rechazo la imagen de ese dios de la omnipotencia, la omnipresencia, omnisciencia y violencia, que legitimar los poderes dominantes y opresores. Me quedo con el dios más allá del fundamentalismo. Yo vivo mi fe en una comunidad de base. Es una fe cultural, con un nivel experiencial, de encuentro con, no sé cómo llamarlo, lo divino, lo sagrado, el misterio, lo que trasciende. Como dice un teólogo holandés, Dios ha muerto por el exceso de verborrea de los que dicen defenderlo. Así que mi problema es que tengo que hacer una depuración de la idea de Dios. Porque si comprendes, no es Dios. La comprensión de dios desde una perspectiva humana lo limita sobremanera. Hay que despatriarcalizar a Dios, desmercantilizar a Dios. Llevo diez años en ese proceso de descolonizar a imagen de dios y de la religión. Porque, para mí, las religiones no son el cauce más adecuado para fomentar la experiencia religiosa en el Dios liberador. Son más bien un obstáculo, porque buscan más proteger la religión que experimentar al dios de los pobres, la esperanza y el éxodo. Obstaculizan el acceso al dios solidario con las causas perdidas. Una de las mejores definiciones que tengo de dios es precisamente de un ateo.


P: ¿Quién?


R: José Saramago. Me ocurrió una anécdota con él, en 2006. Salíamos de un hotel, Los Seises, y pasábamos por cerca de la Catedral y la Giralda cuando empiezan a repicar las campanas. También iban Pilar del Río y Sofía Gandaria, una pintora. Con ese humor seco que tenía, Saramago dijo: "Tocan las campanas porque pasa un teólogo”. Y yo le dije: “No, tocan las campañas porque un ateo está a punto de convertirse al Dios del cristianismo”. Me dijo: “Ateo he nacido, ateo he vivido y ateo moriré”. Mi respuesta fue: “Dios es el silencio del universo, y el ser humano el grito que da sentido a ese silencio”. Saramago me mira y me dice: "Juan José, esa frase es mía”. Claro, lo sabía, por eso se la dije


@INFOLIBRE/Ángel munárriz