Es tan diferente la iglesia que me anima, que me mueve, que me hace creer, de esa iglesia triunfalista, enriquecida y poderosa, vaticana hasta las médulas, que parece muy bien que hay dos iglesias cuando realmente solo hay una que empieza a recuperar terreno en esa batalla entre la liberación y el jerárquico dogma .
Me gusta esa Iglesia poética, que lleva en la palabra la ética y la acción, la esperanza y la voz de los silenciados, que combate la injusticia y se niega a la resignación.
Me gusta esa Iglesia revolucionaria que lucha contra el sufrimiento injusto y sistemático de los pueblos oprimidos por el colonialismo, dominados por el capitalismo, silenciados por los fundamentalistas racistas de la supuestamente superior y poderosa clase social.
Me gusta esa Iglesia que sorprende al mundo descubriendo, con rigurosos análisis políticos, económicos y religiosos, los problemas de los pueblos de base y propone soluciones y alternativas a favor de una convivencia igualitaria, justa y en paz, enfrentándose valientemente a la soberbia y cerrazón vaticana, al imperialismo comunista, al cruel capitalismo, y lo hace desde una postura esperanzadora, lejana de la negatividad catastrofista.
Me gusta esa Iglesia que reclama el derecho de los pueblos a su territorio, que lucha y anima a luchar contra la ocupación injusta y en muchos casos ilegal de esas tierras por terratenientes y grandes empresas internacionales que ignoran y desprecian los sentimientos de sus pobladores hacia esa sagrada Tierra Madre.
Me gusta esa Iglesia que se enfrenta a las amenazas, al asesinato y a la muerte con el valor de un cristiano y sus armas, la fé, la palabra y el amor a los demás. Que se enfrenta, valerosa, a las decisiones judiciales pagadas y sobornadas por terratenientes y capitales internacionales, esa Iglesia que, sin miedo, da la cara a las políticas corruptas y demagogias que usan sus ejércitos y policías para hacer cumplir leyes injustas contra la población autóctona de esos territorios.
Me gusta esa Iglesia que lleva por bandera el Evangelio como única arma liberadora, como la buena nueva para los pobres, para los oprimidos, llevando a la cabeza a ese Jesucristo humano, de amor y de paz con los menos favorecidos y contra el latifundio torturador y asesino que explora al hombre y a la tierra demostrando el amor al dinero en vez del Amor a Dios.
Me gusta esa Iglesia que denuncia las injusticias del sistema y que grita, desde los lugares más oprimidos y explotados, que otro mundo es posible.
Me gusta esa Iglesia que comparte el hambre, la injusticia y la muerte con el pueblo marginado.
Me gusta esa Iglesia espiritual pero comprometida con la realidad social que vive y sufre, que revela, presenta a sus congéneres al Dios del Amor, al Dios misericordioso, pero también al Dios liberador, al Dios de Justicia y de igualdad, al Dios de Vida.
Me gusta esa Iglesia que se enfrenta al dogma con la voz y la Palabra de Jesús el Cristo, con el Evangelio liberador frente a las persecuciones y excomulgaciones de la Iglesia poderosa, compañera del dinero, del capital, del poderoso, frente a las amenazas de muerte y frente a los sicarios asesinos pagados por aquellos otros socios de la Iglesia oficial y multimillonaria.
Me gusta esa Iglesia y me gustan sus tropas, un ejército de misioneros luchadores por la libertad, por la dignidad, por los derechos de los pueblos.
Con esa Iglesia, ningún problema y todos mis respetos.
Buen domingo a todos.
NND, FTAT.