Entre los siglos XI Y XV hubo gente que, como siempre a lo largo de la historia, estaban horrorizados y cansados de la cruel y dictatorial posición de la Iglesia Católica, cansados de la corrupción que gobernaba el dictado de Roma a sus fieles, convertidos en vasallos y servidores de unos príncipes eclesiales con el Papa a la cabeza que habiendo abandonado el Mensaje, la Palabra de Jesús, gobernaba con el terror del fuego y la hoguera impuesto por la fuerza de sus sanguinarias tropas.
Esa gente, cansada, hastiada de la corrupta Roma, era, entre otros, el movimiento cátaro.
Los cátaros se movían principalmente por el Languedoc, en Francia, apoyados por gran parte de la nobleza y por un pueblo extenuado por la crueldad explotadora de la Iglesia Católica oficial.
Eran cristianos, sin ningún género de duda, y creían en dos principios absolutos, la perfección espiritual y verdadera de Dios y en contraposición, el mundo material creado por el Diablo en el que tenía cabida hasta la propia Iglesia Católica.
Creían en Jesucristo, pero no en su encarnación como hombre, que hubiera sido satánica al ser material, sino en Jesucristo como aparición espiritual para mostrar el camino a Dios.
Negaban el bautismo por agua, al ser éste un elemento material, creado por Satán en sus creencias, y al no ser ese sacramento algo creado por Jesucristo, sino por el Bautista, también impuro como todas las personas.
Procrear era casi un atentado, pues era acercar y traer a un alma pura a un cuerpo material y por lo tanto demoníaco.
Todo lo material estaba contaminado por el pecado, que se produjo en el Cielo y se perpetró en la carne, algo contrario a la doctrina de la Iglesia Catolica para la que el pecado vino dado por la carne contaminando al espíritu interior del hombre.
Y bastantes más diferencias que tocaremos otro día en otro texto, pues el de hoy no va de explicar el catarismo sino de comentar uno de los crímenes más terribles entre cristianos cometido por la "justicia" de la Iglesia Católica que, lógicamente, no podía permitir ese estado de cosas y utilizó todos sus medios para acabar con estas gentes que se atrevían a negar los principios y características que permitían la cruel tiranía romana.
Nos trasladamos hasta un día como hoy, 16 de marzo, pero de 1244, y viajamos hasta el sur de Francia, a Montsegur, donde después de diez meses de asedio, unas 500 personas, incluidas en ellas perfectos cátaros y fieles de esa iglesia, fueron finalmente conquistados por unas tropas de la Iglesia Catolica de entre 6.000 y 10.000 atacantes, dirigidos por el arzobispo de Narbona, Pierre Amiel, que ordenó, una vez conquistado Montsegur, la formación de una gigantesca hoguera donde, el "piadoso" arzobispo, asesinó, quemados vivos, a 210 personas, hombres, mujeres y niños que no quisieron renunciar a sus creencias. Algo que no era nuevo, ya que fueron varias las ciudades tomadas donde, bien por la hoguera, bien pasados a cuchillo, fueron exterminados los cátaros que no abrazaron a la "comprensiva, empatica y evangélica" Iglesia Catolica.
Hoy, ese lugar donde se erigió la gran pira donde ardieron vivos los 210 cátaros, se llama Camp dels Cremats, y un pequeño monumento recuerda a esos tristes y criminales hechos entre cristianos con una estela que reza " A los cátaros, a los mártires del puro amor cristiano".
Nosotros hoy los recordamos, sin olvidar que a los Templarios, el humo de las "sagradas y eclesiales" hogueras y el olor a carne quemada, también formaron parte de nuestra historia, una historia que, como ésta que hoy rememoramos, espera aún JUSTICIA.
NND, FTAT.