Estimados +Hermanos, en este fin de semana primaveral estacionalmente, no porque el tiempo frío nos haya dado un descanso, voy a tocar un tema que, aunque algo escabroso, tendría que tocar dado que además hay una +Hermana que lleva años preguntándose y preguntando por ello.
Pido de antemano a aquellos +Hermanos, tanto de Fratertempli Orden del Temple como de otras Obediencias, que tienen a la misma altura a Juan el Bautista y a nuestro Juan el Evangelista, que disculpen desde ya las meditaciones de este inculto y posiblemente mal informado +Hermano que os escribe. No es mi intención crear polémica pero si contestarme y contestar las dudas y preguntas que me/nos surgen. Ya digo que este caso es motivo de meditacion y pregunta por la +Hermana en cuestión y desde hace mucho tiempo.
Hay muchos +Hermanos nuestros que celebran por igual al Bautista que al Evangelista, siendo el Bautista mucho más propio de los seguidores de esa Orden vaticana de Malta y el Evangelista nuestro referente sin duda alguna.
El mismo Jesús el Cristo dijo aquello sobre el Bautista que nos recuerda Mateo:
"“Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él… Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan”.
(Mateo 11:11, 13.)
El más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.
Parecen duras palabras, lo son, sin duda pero todo tiene un motivo, todo tiene un por qué.
Siempre he creído que Juan el Bautista era una lanzadera más de Jesús de Nazaret, era el impulso necesario en un determinado momento para potenciar a Jesús para su labor pendiente, pero también creo que el Bautista era uno de los últimos lastres que Jesús el Nazareno debía cortar para mostrarnos la Palsbra, su Mensaje.
Me explico:
Juan el Bautista era puro producto del Antiguo Testamento. Defensor de ese Dios cruel y criminal que no dudaba en asolar ciudades enteras o enfrentar a padres e hijos. Ese Dios del miedo, del terror y el porrazo, del castigo inmisericorde, del Juez radical sin perdón alguno.
De tal manera era así el Bautista que incluso mandó preguntarle al Cristo si realmente era Él el Mesias o debía esperar a otro, porque Jesús evangelizaba todo lo contrario del Bautista.
"¿Eres tú el que tenía que venir o hemos de esperar a otro?" (Lucas 7,19).
Juan el Bautista busca pecadores a quienes perdonar de sus pecados bajo condena terrible por parte de ese Dios Hebreo del Antiguo Testamento, Yahvé, "todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado al fuego" (Lucas 4,9).
El Bautista, a diferencia de Jesús, espera en un sitio, en la orilla del Jordán, a que los "pecadores" vayan a él para que mediante el arrepentimiento por miedo a las consecuencias, posteriormente bautizarles en un intento de minimizar sentencias divinas futuras.
El Nazareno no, el Nazareno viaja, se mueve, se traslada en busca de alguien AL QUE AYUDAR, no busca pecadores, busca necesitados, y les ofrece, no rebajas purgamentales en juicios sumarisimos ante Yahvé, al contrario, les ofrece el Amor, la Buena Noticia de un Dios padre, amoroso, conciliador, solidario, comprensivo, que no juzga, que ama y que pretende que nosotros amemos por igual a nuestros semejantes.
Esto, que parece tan fácil de entender, no lo es tanto, ya que en la actualidad, la Iglesia hace que tanto ella como nosotros parezcamos más del Bautista que del de Nazaret. Parece que más que buscar y auxiliar al necesitado, vamos buscando al pecador, y una Iglesia que solo busca al pecador, que solo se fija en el pecado, termina, a diferencia de Nuestro Señor, a diferencia de el Maestro, en un juez, en alguien que no comprende, que no entiende, que solo juzga y condena. De ahí, de esa postura eclesial opuesta a Jesucristo, vienen las excomuniones, las amenazas, que como en tiempos de Yahvé, no dudan en mandar obispos y jerarcas, lejanos ellos de la Palabra, del Maestro y por supuesto, de Abba, del Padre del que nos hablaba Jesús.
De hecho, tanto el Bautista como la Iglesia de estos tiempos que en poco se diferencia y poco ha cambiado de la medieval, se otorgan el poder sobre nuestras conciencias, sobre lo.más íntimo de la persona. Se sitúan en un escalón más arriba del nuestro, para poder juzgarnos, para poder acusarnos, para, de nuevo, atemorizar nos con las penas del Infierno para la eternidad, muy lejos de Aquél que pudiendo ser rey eligió ser el Servidor comprensivo y necesario que, además, incluyó a toda la humanidad en esos planes de auxilio al necesitado espiritual y materialmente y lo sacó de la exclusividad del Israel de la época.
Fijaos, queridos +Hermanos, en como Jesús escandaliza acusando a los jerarcas del Templo, defensores de la Ley de Yahve con las siguientes citas:
Les dice que su religiosidad es una forma de ceguera, y su oración, hipocresía (Mt 6,5)
· y fuente de explotación (Mc 12,40);
· que usan a Dios como subterfugio para no hacer el bien debido al prójimo (Mc 7,9-13);
· que ponen la Ley por delante de los hombres (Mc 2,23-28);
· que utilizan el Templo para enriquecerse y legitimar la injusticia (Mc 11,15-17);
· que encubren bajo capa de religiosidad sus mezquindades y pecados (Mt 23,37);
· que se vanaglorian de su integridad religiosa para despreciar a los demás (Lc 18,9-14);
· que se preocupan de los diezmos más insignificantes y se olvidan de la fe, de la misericordia y de la justicia (Lc 1,42).
¿Se podría decir lo.mismo a las jerarquias de la Iglesia actual?
Entonces, si la respuesta es afirmativa, siguen y educan en un Dios de Muerte, de Justicia ciega y caprichosa, muy lejos del comprensivo y cercano Dios de Amor al que nos enseñó Nuestro Señor, Jesús el Cristo, pese al Bautista.
Feliz fin de semana y que el Espiritu de Nuestro Señor vaya siempre con todos vosotros.
NND, FTAT, +Anselmo