Hemos recibido un artículo desde Argentina, escrito por Patricia Paz en Periodista Digital, y lo subimos por, utilizando las palabras que acompañaban al artículo en el email:
El jueves pasado tuve el privilegio y la alegría de escuchar al Hno. David Seindl-Rast, monje benedictino austríaco. Después de haber estudiado arte, antropología y psicología en Viena, el Hermano David emigró a los Estados Unidos donde entró en la Orden Benedictina. Ha participado activamente en la renovación de la vida monástica en ese país y en el diálogo entre las espiritualidades de Oriente y Occidente. Es autor de varios libros sobre la vida contemplativa. Su charla me inspira para una nueva reflexión.
Una de las cosas sobre las que habló fue de la diferencia entre la fe y las creencias. Definió la fe como una confianza profunda en la vida, que todos los seres humanos compartimos. Dijo también que Dios es el nombre que le damos a la fuente de la vida. Esta fe en la vida, se expresa de diferentes maneras, hay una manera cristiana, una manera budista, una manera islámica, etc… y así cada religión es una ventana diferente a través de la cual nos religamos con Dios. La fe no es, por lo tanto, una sumatoria de creencias, sino algo mucho más profundo. Y no podía ser de otra manera. El Dios que nos creó por amor y que habita a cada ser humano y a toda la Creación, no puede nunca reducirse a creencias. Sin embargo seguimos afirmando supuestas verdades y excluimos a quienes las cuestionan o no las aceptan.
Desgraciadamente en la historia de las religiones ha habido, y sigue habiendo, demasiada violencia. El querer ser “dueños de la verdad” ha causado persecuciones, muertes, guerras y todo tipo de enfrentamientos. La pretensión de la teología a la exclusividad resulta dolorosa y alienante así como las afirmaciones dogmáticas y absolutizantes son una traición al don inefable de la Presencia, dice Beverly Lanzetta. Hablar de Dios siempre nos queda grande, es imposible definirla, las palabras se quedan cortas y sólo podemos hablar de Ella a través de metáforas o de negaciones. Ya lo decía el Maestro Eckhart hacia fines del siglo XIII: “Dios no es ni esto, ni aquello”.
Estamos viviendo en un escenario global y transitando un tiempo lleno de desafíos. Cada vez emerge con más fuerza entre los estudiosos de la religión y entre los teólogos/as la hipótesis de que estamos entrando en un segundo Período Axial (1), del cual la religión va a salir tan transformada que tal vez resulte poco reconocible. En este tiempo bisagra, tendremos que preguntarnos de qué manera podemos descubrir un marco teológico para una espiritualidad global que re-piense el exclusivismo religioso en todas sus formas. Si somos cristianos, Jesús será nuestro camino, su vida y sus enseñanzas serán esa ventana que nos religará con Dios. Camino que podremos compartir con otros, en una actitud de diálogo para aproximarnos entre todos a la Verdad. Jesús no habló de dogmas ni de doctrinas, habló de confianza en Dios. Así, cuando se maravilló ante la fe del centurión, no se estaba refiriendo a ninguna creencia, sino a la enorme confianza que este manifestó. Asimismo, cuando les reprochó a los discípulos su falta de fe tampoco estaba hablando de adhesión a “verdades” sino, nuevamente, de confianza.
Cuántas veces pareciera que tener fe es creer en una cantidad de doctrinas, verdades y dogmas y cumplir con ciertas obligaciones, convirtiendo la vida religiosa en una pesada carga que, en vez de liberar, oprime y violenta a las personas, y además produce desencuentros entre ellas. En cambio tener fe en la vida, es confiar en que el Dios que nos creó por amor nos sostiene y nos anima para vivir en plenitud, a cada cual desde su “ventana” particular. Las creencias pueden ser expresiones de nuestra fe, pero nunca reemplazarla.
Para terminar cito a Steindl-Rast: “Las personas que tienen fe en la vida son como nadadores que se lanzan a un río caudaloso. Ellos no se abandonan a la corriente, ni tratan de resistirla. Más bien adaptan cada uno de sus movimientos al curso del agua, con resolución y habilidad, y gozan de la aventura”. Entregarse a la aventura de ser humanos con confianza y gratitud es vivir en plenitud y es la plenitud de la fe.
1. Karl Jaspers llamó “Período Axial” al período comprendido entre el 800 y el 200 AC donde fueron creadas las categorías fundamentales dentro de las cuales todavía pensamos hoy y también fueron creadas las religiones que siguen vigentes hoy.