Pueden matar impunemente a sacerdotes, monjas y misioneros cristianos. Pueden prender fuego a Iglesias y templos cristianos, que nadie, o casi nadie hace nada, y ahora, por lo visto, esos salvajes criminales pueden apuñalar a la palabra, a la razón que critica las normas y motivos de esa Guardia Nacional de Iran repletas de terroristas y asesinos fundamentalistas.
Pueden perseguir a la libertad de todas las mujeres que han nacido en esos territorios gobernados dictatorialmente por los barbudos criminales del movimiento talibán.
Pueden despreciarnos y atentar contra nuestras tradiciones, costumbres y formas de vivir, que nunca pasa nada, que nadie, o casi nadie, les va a criticar ni tan siquiera va a escribir condenas de sus atentados ante el miedo a que el mismo chaval musulmán de la peluquería de mi barrio, con el que hablo mientras me afeita y me corta el pelo, sea la mano ejecutora que me asesine siguiendo alguna fatua que algún criminal ayatolah ordene al leer mis palabras.
Ante sus crímenes, silencio.
Ante sus desmanes, silencio.
Ante sus penas de muerte, silencio.
Ante sus apoderamientos de mujeres, silencio.
Ante la prohibición de mujeres accediendo a estudiar, silencio.
Ante la imposición del burka, silencio.
Silencio e intentos de negociar y colaborar con esos países por parte de Occidente.
Ahora nuevo atentado. Posiblemente haya perdido un ojo, le quede un brazo inutilizado al haberle segado los nervios y tendones, igual que el hígado apuñalado entre las aproximadamente 15 puñaladas que le dieron a Salman Rushdie, y mientras los medios iraníes celebran el atentado ordenado en 1989 por ese ser oscuro de nombre Jomeini, los gobiernos occidentales lo único que saben hacer es condenar de palabra a esos fanáticos asesinos que por mucho que se esfuercen no representarán nunca a la mayoría musulmana. Realmente no representan a nadie, salvo al gremio de fanáticos terroristas.
No he visto condenas, salvo muy poquísimos casos, por parte de ninguna rama de la Orden, quizás porque piensen que eso no nos influye, o tal vez por miedo, o quizás ocupados en que un obispo, (otra vez un obispo en nombre del Temple), se solidarice con Taiwan en contra de China.
No lo entendemos. Esos atentados de esa gentuza salvaje y criminal nos atañe a todos, porque todos, y más nosotros, los cruzados como nos llaman, estamos en su punto de mira, entre sus posibles presas, y nosotros, o miramos para otro lado o practicamos un extraño e ilógico buenísmo que solo les da más fuerza y más alas a esa escoria salvaje y criminal.
Quede en la conciencia de cada uno y que nuestros gobiernos continúen obrando así.
+Hermanos, los tenemos en casa, ¿quién caerá el próximo?
NND, FTAT.